RELATO DE ISABEL

Relato que Isabel Caballero envió a una publicación argentina sobre los dos intentos de internamiento en 24 horas de los que fue objeto contra derecho. Marzo de 2010.


Correo desde España

Hola redacción:
Desde España os adjunto un relato, creo que bien documentado, que coincide con un artículo vuestro sobre elOpus Dei en Salta del 22 de marzo.
Al leer el artículo del periodista José Acho en Salta Libre En el nombre del Opus Dei..., no he podido evitar sonreír irónicamente con la aclaración de “Noreiko estaba totalmente lúcido”, debido a tanta sinvergonzonería descarada e impune. Los testigos por parte del Opus Dei, dicen que "Hay tres certificados médicos que dicen que Noreikoestaba totalmente lúcido al momento de la donación".
El Opus Dei tiene siempre el personal adecuado en cada momento. Sobre todo "médicos". Yo también estaba totalmente lúcida cuando el doctor Enrique Rojas Montes, un miembro supernumerario del Opus Dei, español para más señas, que pululea por toda Hispanoamérica engañando para venderos sus libros y según él, columnista de La Nación, emitió a mis espaldas, un Certificado Oficial Médico prescribiendo mi internamiento psiquiátrico y se lo entregó a mi entonces marido para que lo gestionase.
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Enrique Rojas Montes, miembro supernumerario del Opus Dei
Estaba tan lúcida que Enrique Rojas Montes, ni siquiera me había visto. Certificó sin tenerme presente. Además de estar lúcida, estaba durmiendo aquella madrugada cuando un ruido fuerte me despertó y oí al padre de mis hijos que decía "han venido estos enfermeros a buscarte..., estas personas... que te van a llevar a San Miguel (un psiquiátrico privado donde Enrique Rojas por aquel entonces encerraba a sus víctimas).
Afortunadamente, no estaba rodeada de enfermeros sino de policías que me cogieron y me llevaron. Del schok perdí el conocimiento y en algún momento oí en la lejanía que un policía decía, "rápido, rápido, al hospital que esta mujer se nos va, que se nos muere". Al mismo tiempo me dije "Isabel ¡no te mueras! Es lo último que debes hacer".
Volví en sí en un hospital de Sanidad Pública, el hospital Puerta de Hierro de Madrid. Alguien me daba palmaditas en la cara y me preguntaba si sabía como me llamaba y cuantos años tenía. A la sala de urgencias donde estaba vino mucha gente, todos me preguntaban y me miraban las pupilas. Después me dijeron que me iban a hacer una exploración psiquiátrica.
No sabía que el "afamado" doctor había emitido un certificado sobre mí, pero intuía que aquella aberración sólo podía venir de Enrique Rojas. El trato del equipo que me había examinado había sido muy correcto, sin embargo estaba segura que ningún médico se atrevería a desdecir lo que hubiese dicho Rojas e iría a parar al psiquiátrico privado bajo su control.
Enrique Rojas, aparentemente, era "catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid" y aparecía en todos los medios de comunicación - incluida televisión - como un gallo con espuelas, yo sabía que estaba cuerda y a la menor oportunidad debía intentar escaparme.
Salieron de la sala, miré un poco y me di cuenta que en aquel momento no tenía ninguna posibilidad de huir. No había ventanas, estaba en pijama y zapatillas tal como me habían cogido, mareada y sin un duro para coger un taxi que me llevase a algún sitio o tomarme un café que me diese fuerzas.
Me equivoqué. Todavía quedaban médicos valientes en España. Volvió la doctora que había estado más tiempo conmigo y me dijo que no tenía nada. Que me podía marchar y que pensaban que había un móvil económico. Aunque ya había hablado con mi entonces marido, por supuesto, lo había negado. Me dio un informe excelente de la exploración e instrucciones para protegerme de ambos - de Enrique Rojas y del padre de mis hijos.
Cuando salí del hospital era de día. Muerta de vergüenza porque estaba en pijama y zapatillas, no me quedó otra opción que decirme a mí misma que no debía darme vergüenza de lo que estaba sucediendo, que les diera a ellos que eran los criminales. Me juré que a ninguna mujer más en mi país, iba a volver a ocurrirle lo que a mí me estaba ocurriendo. Una utopía como cualquier otra.
Regresé a mi casa. Intenté que al padre de mis hijos se le cayese la cara de vergüenza y se marchase, pero no lo conseguí. Ese día dormí y al día siguiente me dediqué a ver cuando dinero había en las cuentas de una pequeña sociedad que tenía, a poner en marcha las medidas de protección que me habían sugerido en el hospital y le dije al canalla que había querido quitarme de en medio, que al día siguiente por la tarde me marcharía. Mis hijos eran adolescentes y podían estar sin mí la semana que tenía previsto estar fuera para preparar la separación y la querella que les pensaba poner a los dos.
Con la imbecilidad e ingenuidad que nos caracteriza a muchas mujeres, por la mañana no trabajé en la oficina, estuve ayudando a Lucía - la señora que trabajaba en casa-, para que no quedara nada pendiente por hacer.
Lucía se iba a las 3 de la tarde. Estaba gritándome "adios" desde el piso de abajo porque perdía el autobús cuando levanté el teléfono. Me enteré que la policía venía a buscarme de nuevo. No me llevarían a ningún hospital público, ni me vería un forense. Se había emitido una Providencia judicial para que me trasladasen al psiquiátrico privado que había recomendado Enrique Rojas. No perdían el tiempo. Planearon venir a por mí inmediatamente después de marcharse Lucía.
a) Lucía no se enteraría.
b) No podían dejar que me marchase y pudiese relatar lo ocurrido.
No lo dudé. Me costó (mi entonces marido sospechó al levantar yo el telef., aunque lo hice en otra habitación y no pudo verme debió oír e intentó impedírmelo, afortunadamente tenía una pierna amputada, llevaba una prótesis y no pudo darme alcance), pero conseguí coger el bolso y escaparme con lo puesto 2’ antes de que llegasen a buscarme. Estuve un mes en búsqueda en España y Europa hasta que regularicé mi situación. Me buscaban por "deficiente mental-enajenada mental". La orden de búsqueda decía que me encontrasen y me entregasen a Juan Cantero Caba, mi entonces marido y padre de mis hijos.
Cuando aparecí de nuevo por la oficina, el ordenador de mi despacho estaba vacío. Al poco, el canalla mandó al novio de mi hija mayor a poner claves de acceso en el resto de ordenadores y me amenazaba con un 3er. intento de internamiento si se me ocurría denunciar a la vez que decía que no me serviría de nada porque Enrique Rojas tenía "mucha mano" en esos juzgados.
En ese momento, todavía no había visto ningún documento que me indicase cómo habían conseguido dos órdenes judiciales en 48h. ni sabía que Enrique Rojas había emitido dos Certificados Oficiales Médicos sobre mí. El 2º, conociendo que el Servicio de Psiquiatría del Hospital Puerta de Hierro - uno de los mejores hospitales de España -, había rechazado mi internamiento.
Sin mediar palabra con las personas que me habían examinado y sin haberme visto, Enrique Rojas, emitió el 2º.
Pese a las amenazas, denuncié. No debería haber sido necesario hacerlo puesto que los juzgados que habían tramitado las dos solicitudes de internamiento y habían emitido Providencias judiciales - en mi opinión - fuera del ámbito del Derecho, estaban al corriente e incluso uno, había anulado su Providencia de traslado al psiquiátrico privado. Por lo tanto, deberían haber iniciado una investigación de oficio ya que se había pretendido privar de libertad, con muy malas artes, a una mujer que no tenía ningún síntoma susceptible de confundir con los de un enfermo mental. Sin embargo, los dos juzgados que habían intervenido no iniciaron ninguna investigación de oficio y al denunciar, al thriler real que acabo de esbozar le siguió otro mucho más largo.
Y pese a mis denuncias, hubo un 3er. intento de internamiento. Tampoco consiguieron internarme pero vinieron no pocas dificultades de todo tipo, provocadas, que no voy a detenerme a relatar. Con el tiempo perdí mi empresa y con ella mi trabajo. En realidad, por vía de hecho, la había perdido durante el tiempo que estuve en búsqueda.
Durante los años de lucha descubrí que Enrique Rojas, el conocido como "catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid" desde 1984, no lo era ni lo había sido nunca, que mientras había actuado conmigo estaba siendo juzgado por un caso similar y que efectivamente "tenía mucha mano". Más que "su mano", contaba con gente con grandes influencias que lo encubrían, ante las que el ciudadano de a pie poco puede hacer. También fui conociendo a otros afectados de este sin escrúpulos, que ejerce el terrorismo individual con ánimo de lucro más antiguo, que conoce la humanidad.
Algunas puntualizaciones para quienes no estén familiarizados con temas médicos y sus protocolos de actuación:
1) Existe obligatoriedad por parte del médico, de facilitar informe clínico escrito a un paciente o usuario de cualquier consulta.
2) Un paciente o usuario de una consulta, siempre debe ser informado del tratamiento que se le va a aplicar.
a)Cuando el paciente es deficiente mental, está incapacitado legalmente o tiene dificultades de comprensión, sigue existiendo la misma obligatoriedad. b)Debe hacerse en los términos más comprensibles posibles para el interesado y no basta con informar a los familiares o representante legal.
3) Para internar a un paciente psiquiátrico en contra de voluntad es requisito imprescindible que exista auto o heteroagresividad.
Creo que la sociedad no puede ni debe permitirse tener a médicos reincidentes que emiten documentos falsos sobre sus víctimas, ejerciendo la medicina y mucho menos la Psiquiatría.
Saludos cordiales,
Isabel Caballero
Madrid, España.

Perfil (o prontuario) de un Súper
Numerario del Opus Dei


Comentarios

Magí Ribas Alegret ha dicho que…
Mantuve una larga conversación telefónica con Dª. Isabel Caballero a su instancia, dos años antes del artículo citado. Me comentó que tenía el caso en manos de abogados, razón que vedaba mi intervención como letrado. Le sugerí constituir una asociación de víctimas por este tipo de prácticas. Según advertí, aún no era consciente del poder del Opus Dei en la Justicia española. Por otra parte, las condiciones pactadas con el profesional a cargo probablemente incidieron en el desenlace judicial.
Anónimo ha dicho que…
La educación que profesa el Opus Dei, no parece calar en sus discípulos... o no de la manera que a ellos les gusta de guardar composturas (...pase lo que pase):

El coruñés sospechoso de matar a su mujer maltrató a dos exesposas
La policía sospecha que la tiró del coche y después le pasó por encima.

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2014/05/01/corunes-sospechoso-matar-mujer-maltrato-dos-exesposas/0003_201405G1P12991.htm

El sospechoso 37 años antes en sus años de Peñarredonda (Fomento), que sí parece fueron productivos a nivel pecunario:

Segun lo que pone en el pie de foto, debiera ser el tercero por la derecha en la clase de 4ºB, en la fila del medio...

https://sites.google.com/site/penarredonda25/fotos-4o-egb

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