LAÍN



LAíN (1908-2001)
 Viendo sus fechas, coetáneo de Simone de Beauvoir, qué diferencia...y contraste. En fin.

Falangista desde 1936 a 1956, hombre del régimen que “descargó su conciencia” poco después de muerto Franco. Interesante personaje de formación científica y a la vez ensayista, escritor, pensador cercano y amigo de Zubiri, estuvo rodeado de opus pero “sin pertenecer”. Me he ido a su biografía que apareció en 1976 para recoger su testimonio.


La primera alusión al tema es de la época de la guerra civil en Burgos, el famoso Hotel Sabadell que venía en la sección “En los días de la guerra” de las publicaciones internas opus. Allí se encontró por vez primera con los “de la mesa de al lado”.
Primer gesto rococó de Escrivá ya entonces, en lugar de saludarlo levantándose de la mesa y acercándose a él, escribió a un sacerdote amigo de Valencia para que le presentará a Laín.
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Pedro Laín (1908-2001)

“Volvamos al comedor del hotel Sabadell. Al lado de nuestra mesa otra era diariamente ocupada por un pequeño grupo bastante más recogido y cauteloso. Los más fijos eran tres. Todos varones: un sacerdote no grueso pero de cara redonda, un seglar de fácil y blanda sonrisa (Albareda) y otro seglar también más alto y más joven. El cuarto comensal, si no me falla el recuerdo, cambiaba de cuando en cuando, Les veíamos dos veces al día y aunque llamaban un poco nuestra atención, nunca nos preocupábamos de saber más de ellos. No fue éste su caso, al menos en cuanto a su relación conmigo. Varios meses después de llegar al hotel Sabadell, recibí una carta de mi amigo el sacerdote don Antonio Rodilla. El Alzamiento le había sorprendido en Mallorca y allí prestaba servicios a no sé qué barquito militarizado. Más o menos, cito de memoria, me decía lo siguiente: “Sé que están uds en Burgos y que comen todos los días junto al sacerdote don José María Escrivá, al que conozco, es él quien me ha dado la noticia. Pues bien, me dice Escrivá que desearía tener una conversación con usted. ¿Quiere concedérsela?”. Naturalmente accedí, aunque no dejara de intrigarme este hecho insólito: que para tener una entrevista con alguien a quien en Burgos se ve con tanta frecuencia, se la solicite a través de una persona residente en Mallorca. Por lo visto la “santa osadía” -¿no es ésta la fórmula?- que con tanto ahínco habría de infundir luego entre sus seguidores, no era todavía un hábito de quien así se me acercaba.
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Los tres más asiduos del cuaternio vecino eran, en efecto el fundador del Opus Dei –si la Obra existía o no entonces nunca lo he sabido- José María Albareda y Francisco Botella Raduán, futuro sacerdote y catedrático de Geometría en la Facultad de Ciencias de Madrid. Al día siguiente de recibir la carta mencionada, me acerqué a tan visto como desconocido vecino –bueno, no tan desconocido; allá por 1935 había oido yo hablar en Valencia de la Academia DYA, “Dios y Audacia”, que bajo su dirección funcionaba en Madrid- y como deseaba me ofrecí para conversar con él. No se demoró nuestra entrevista. El tiempo era bueno, y aquella misma tarde, durante una o dos horas paseamos juntos por las arboledas de la Isla.

Temas de la conversación: la guerra, respecto de la cual, liquidado ya el frente del Norte, no era aventurado predecir el término que realmente tuvo; la vida política de la retaguardia en la que estábamos; la España previsible, supuesta la victoria del ejército nacional; las posibilidades y los deberes de la Iglesia en el inmediato futuro… Yo hablé con total lealtad, según mis juicios, deseos y proyectos de aquellos años. El se mostró por igual afectuoso y reservado. Ni una sola palabra acerca de la no sé si ya nacida o planeada “Obra”. ¿Por qué? ¿Por lo que Escrivá vió en mí a través de mis palabras? No lo sé cuando algo más tarde tuve noticia del Opus Dei, recordé mi paseo de la Isla y me dije: “Nadie que como hombre y como cristiano tenga una personalidad crítica firme, podrá seguir mucho tiempo el camino abierto por mi interlocutor de aquella tarde. Aunque la idea de armonizar el trabajo en el mundo con la vida religiosa sea encomiable y oportuna”. ¿Acerté?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me pregunto si estas informaciones de Laín Entralgo en 1976 han obligado al Opus a contar la andanzas de Escrivá en Burgos, donde por cierto estaba concentrado el poder, indicio claro de que a Escrivá lo que le interesó siempre es el poder. Si no me equivoco, por esa fecha el Opus ocultaba casi toda la vida de Escrivá. Después de este testimonio no les quedaba otro remedio que contarlo. Por otro lado, muestra bien a las claras la ocupación de Escrivá en captar a gente cercana al poder, como era entonces Laín Entralgo. El contacto personal, tan fácil comiendo continuamente en la mesa de al lado, como ocasión de predicar el Evangelio no importaba. La recomendación sí, de eso se trataba.

Anónimo ha dicho que…

¿Constará este testimonio público en la causa de beatificación y canonización? Va a ser que no.
Anónimo ha dicho que…
Hola,Buenas me gustaría saber su opiníon sobre los "los kikos" y este camino.Y si tiene vinculaćion con el Opus Dei.Podría abrir un tema sobre esto.

gracias un saludo
Ricardo Pérez ha dicho que…
Lain fue un gran hombre. Su nobleza nos quedara para siempre. Con sus luces y sus sombras. Pero noble a carta cabal. Eso hoy en dia no lo encuentras en casi ningun politico, escritor o intelectual.

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