MASAJES

Entrevista en le tv belga (1998) flamenca a una chica vendida desde un año de edad, oficialmente a los 12, a la red en la que Dutroux era el último de la fila. ¡Embarazada con 10 años! vió el asesinato de su hijo cuando contaba dos años y medio. Hablan en flamenco, subtítulos francés o inglés. Hablar seguro de vida. Amenazadísima por la red. Películas y esclavas para una sola persona que pagaba miles por ello, no querían que los pillaran. Fue objeto de una primera investigación policial, como era seria, la interrumpieron. Y empezó otra cuyo objetivo era cerrar el caso a toda prisa.

Como el artículo de La Marea, son ganas de no saber, no investigar, no mirar. Cuestión de millones, los beneficios millonarios de unas empresas educativas puestas en marcha por una institución que desprecia la educación. El arte de educar no es cuestión de millones. Postureo, fachada. Y otra vez no van al fondo del asunto. Nos enteramos de que las administraciones en manos del PP les favorecen. Negocios privados con dinero público. No puedo hablar del interior de esos coles, D me libró de trabajar en ellos. Abducida como estaba, lo evité.

Omiten lo esencial: creados para reclutar numes, de ahí la separación niños/niñas, siendo la gran memez del siglo comparado con todo lo que hacen tras la fachada y el escaparate. 

¿Les habrán pagado por hacerse los sordomudos?

Hace ya 20 años de los artículos de aquel nume de rompe y rasga que dedicó su vida numeraril a dichos coles, era un maquinón proselitista. Expuso lo ridículo que era todo tras el decorado de colegio para millonarios. Ultimamente los coloquios algo han dicho al respecto. La Marea no se da por enterada. No digo ya venir aquí y mirar, da calambre pero hay suficientes testimonios en la red como para irse a una catedrática de Sociología a por cuatro lugares comunes citados tras el título rimbombante de la posición que ocupa.

Y esa es la izquierda antisistema.

Decimos que están en declive, mil millones anuales no es declive, aunque ya no captan siguen haciendo negocios y extendiendo su ideología elitista.

Ni siquiera se hacen eco de los trucos de prestidigitador para hacer pasar por independientes y autónomos unos centros educativos que dependen totalmente en todo lo que allí se hace, se dice, se piensa, se comenta y se programa de Bruno Buozzi o de Diego de León. (Domicilios romano y madrileño de las burocracias opus que no salen en ningún lado pero todo lo manejan, limpiecitas las manos y si algo pasa no serán ellos los detenidos.)

Reportaje masaje pues el de Dani Domínguez, aún sacando a relucir los "dineros", vaya ud a saber, si se lo han dado ellos "vete, busca" la fiabilidad. 

Hablando de detenidos, impre que Angel Ron ¡el nume que nos prestaba el money para nuestros estudios a determinados numes tontorrones! ocho millones de jubilación mediante estafa. Si es nume, los millones de jubilación no eran para él. Eran para la "caja del centro". Así que él a la cárcel y los de las direcciones arriba señaladas nada tienen que ver. Angel Ron fusible quemado. Tirado como un calcetín viejo tras haber prestado impagables servicios a la prela en su banco. Qué hartazgo de ver siempre la misma película.

Muchas gracias por todas las noticias, artículos sin publicar por no haberlos traído aquí. 

Topos y traidores están por todas partes, y más que de los del Dicasterio del Clero tendría que preocuparse de los que tiene en el programa que desvían la conversación, como el del móvil sin batería, insufrible.

Volviendo al tema de los coles, es muy importante porque es sociología de los que no son nadie y orbitan en torno a, y reciben la perniciosa influencia que completa el cuadro. Se ha escrito y hablado mucho de los ministros tecnócratas con vocación, no tanto de toda la fauna de medio pelo abducida, para eso hay que ir chez Agustina o aquí. Y la prensa española, los historiadores españoles van a pillar tortícolis de hacer como que no existimos empeñándose en mirar para donde opus les permite mirar.

También en Los Goytisolo, impagable párrafo de Dalmau, p. 524:

NO ÉRAMOS LIBRES.

A lo largos de los sesenta el régimen de Franco había iniciado una política más abierta que, aunque lastrada por principios autárquicos, transmitía una leve sensación de libertad: era no obstante un proceso de libertas interrupta, donde los ansiados caminos hacia la luz alternaban con bruscos virajes hacia la tiniebla. La tímida "apertura" iniciada en 1966 a raíz de la célebre Ley de Prensa del ministro Fraga, por ejemplo, acabó, diluyéndose años después con el ministro Sánchez Bella, al frente de la misma cartera de Información y Turismo. Fue precisamente este ministro el principal responsable de acelerar el proceso involucionista, anulando los escasos avances y grandes expectativas en el campo de la expresión. Muchos creadores españoles vieron así abortar su despegue, y la euforia fugaz de los últimos sesenta fue sustituida por un clima político y cultural muy tenso, casi irrespirable. Si José Agustín Goytisolo había expresado sus esperanzas en el libro Algo sucede, ahora descubría con disgusto que poco o nada, había ocurrido y que episodios siniestros podían volver a suceder.

Una mirada a la prensa de la época arroja algunas noticias descorazonadoras: entre enero de 1969 y enero de 1971 el gobierno proclamó durante dos meses el estado de excepción, consideró seriamente instaurar el estado de guerra para reprimir la oposición obrera, estudiantil y nacionalista de las regiones del norte y endureció la política censora. Incluso se clausuraron en Barcelona los teatros  de variedades como El Molino y languidecieron los cines de arte y ensayo. El acoso se extendió asimismo al campo editorial y periodístico, dejando una interminable estela de secuestros, expedientes, sanciones, condenas y cierres temporales o definitivos. Pero nada de eso pudo aplacar las crecientes protestas sociales, que, en la medida en que resucitaban el terrible fantasma de la horda roja, irritaban a las capas conservadoras. En este contexto comenzaron a circular rumores sobre un inminente golpe militar de la extrema derecha, como si la mano siempre firme de Franco resultara dócil para seguir llevando el timón del país. ¿Qué estaba sucediendo? Según los historiadores, la vida nacional se había crispado extraordinariamente como fruto del desfase entre su desarrollo económico y el inmovilismo político. Así pues, los prósperos y optimistas años 60 no habían traído una nueva España: eran más bien la excepción a la regla, un interludio festivo en la inmensidad del erial.

De nuevo en él, los setenta pusieron de manifiesto la descomposición del sistema político, lo que hizo de la vida pública un escenario cada vez más tempestuoso. La salud de Franco daba muestras de claro deterioro, origen de una hipertrofia de rumores que lo acompañarían hasta el final. Durante años había gobernado en solitario, sin sucesor, y si el nombramiento de uno a finales de los 60 supuso la operación política más trascendental del régimen, planteaba en cambio numerosos interrogantes. Ahora había un príncipe, Juan Carlos de Borbón, designado por el viejo dictador para llevar las futuras riendas de España, pero paralelamente el recio aparato franquista gozaba de buena salud. Aunque Franco fuera un anciano, su espíritu se había perpetuado peligrosamente en el almirante Carrero Blanco que se convirtió en jefe de gobierno en 1973.

Militar célebre por su mojigatería, Carrero habría hallado en los tecnócratas del Opus Dei la solución a los problemas de España. En parte no le faltaba razón, ya que esta organización de élites pías estaba contribuyendo con sus ministros cualificados al avance económico del país. Si España lograba entrar al fin en el Mercado Común Europeo, lo haría con la inestimable ayuda de sus miembros. Ahora bien, cualquier espectador atento podía ver que el Opus era una sociedad con un escaso espíritu democrático, con algunos tics de lasa actuales sectas y, sobre todo, con un insoportable tufillo a cristianismo de  guante blanco. Así los describe Román Gubern, tal como aparecieron ya a finales de los 50:

"En contraste con los militarotes de la vieja guardia, como el ministro de la Gobernación Camilo Alonso Vega (a quien llamábamos don Camulo), los tecnócratas del "Opus Dei" tenían un aspecto pulcro y aséptico, parecían siempre recién afeitados y otorgaban su preferencia al traje gris marengo y a los modales suaves, de escuela vaticanista. Y con su estilo discreto, muy clerical, pasaron a sustituir al viejo funcionariado de extracción falangista o castrense. El tríptico de esta tecnocracia estaba basado en la despolitización, el bienestar económico y la buenaventura celestial."

Con el tiempo esos beatos de traje gris se harían más altivos, sinuosos, levemente iluminados, siempre optimistas, seguros, sin fisuras ni tentaciones, investidos de una templada prepotencia que el cineasta Berlanga supo retratar en La escopeta nacional. España entera estaba en sus manos.

Como tantos otros españoles los hermanos Goytisolo pudieron captar una realidad más castiza y compleja: Franco envejecía, el rey aguardaba y la oposición había iniciado su propia cuenta atrás mientras la juventud exigía la llegada de libertades. Pero en escena quedaban grandes obstáculos: Carrero, la gente del Opus, los franquistas, los grupos de Falange y las organizaciones de extrema derecha; por último, siempre atento a los destinos de España, el glorioso ejército de 1936.

Esta presencia castrense en los asuntos de Estado no era fenómeno exclusivo de la Piel de Toro. Al contrario. A lo largo del decenio varios países latinoamericanos soportaron algo más que la tutela vigilante del ejército y padecieron dictaduras infames que dejarían un rastro de horror en la memoria colectiva. Es sabido que las dictaduras latinoamericanas nacieron como respuesta al avance de los movimientos obreros, las masivas protestas populares, y para acabar con las organizaciones guerrilleras de extrema izquierda surgidas al calor radical del 68. Pero detrás de las fuerzas armadas siempre estuvo la oligarquía, la derecha descontenta que, fiel a su tradición, recurría a los tanques para salvaguardar sus privilegios. El propio José Agustín Goytisolo conoció este fenómeno en 1969 fue expulsado de Argentina tras ser detenido en la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires, donde participaba en un congreso que acabó en protesta estudiantil contra el presidente Onganía. Poco después cobrarían especial valor estos versos suyos:

"En este mismo instante

hay un hombre que sufre

un hombre torturado

tan solo por amar

la libertad."

Casos como el de Chile y Argentina acabarían siendo paradigmáticos y abrieron un debate que dividió a escritores e intelectuales de todo el mundo.