EN ARABIA
CON ESTE régimen exportador de guerreros de Alá y
sanguinario con su propio pueblo pretendía el Papa iniciar un diálogo
constructivo Poco importó si el diálogo no sirvió de nada. En el intento por
razonar con el fanatismo islámico, JP II estaba atesorando reservas de
moralidad, mostraba al mundo que lo había intentado, que sus esfuerzos por
terminar las agresiones a los cristianos en el sur habían sido ineficaces y así
cumplía uno de los parámetros establecidos por la teoría de la guerra justa.
Pero el principal interlocutor del Papa, el dr. Turabi, era
para muchos la figura más peligrosa del mundo islámico. Los egipcios lo llamaban
Turabi el anti Cristo de la renovación islámica. Fuentes de la inteligencia
occidental aseguraban que junto con su “jefe de personal” el empresario Saudí
Osama Binladen, financiaba a los extremistas islámicos acusados de crear
inestabilidad antigubernamental en Egipto. El departamento de Estado
norteamericano alegó que con el apoyo iraní habían establecido más de una
docena de campos de entrenamiento de extremistas en Sudán y que las armas iraníes
pasaban por Khartum camino de grupos insurgentes en Argelia, Egipto, Eritrea y
Uganda.
Osama Binladen era hijo de una de las familias más
importantes de Arabia saudí, en 1985 había respondido a la llamada de la Yihad y estuvo dos años
luchando por Alá en Afganistán. Además de su presencia en la línea del frente
se distinguió por financiar a los voluntarios árabes de media docena de países
que quisieron unirse a los mujaidines. “No eran cientos sino miles”, habría
confesado el acaudalado guerrillero saudí. Con ayuda del ingeniero irakí
Mohamed Saad construyó túneles en las montañas Zazi de la provincia afgana de
Bakhtiar para alojar hospitales y arsenales mujaidines, diseñó una carretera
para los mujaidines que atravesaba el país y llegaba a 25 km de Kabul.
Binladen se desplazó a Khartum en 1991 y su empresa “Bin
Laden Company” se convirtió en una de las que más contratos firmaba con el
estado sudanés, construyó carreteras y aeropuertos al servicio del régimen
presidido por Bashir. Edificó una casa de acogida-hotel a las afueras de la
capital sudanesa para alojar a los veteranos de la guerra afgana y dar
conferencias sobre la revolución islámica.
Se dice que Turabi y Binladen, que actuó como su financiero,
estaban detrás de un grupo de veteranos de Afganistán llamado Gama’a
al-Islamiya que organizó varios intentos de asesinato contra el presidente
egipcio Hosni Mubarak y sus ministros y que había empezado a expandir sus
actividades en Europa, con una base en Bosnia y un centro de operaciones en
London.
Cuando el papa visitó Khartum, el periodista R. Hutchison
estaba en Damman, ciudad en la costa saudí del Golfo, estudiando los efectos
del ecoterrorismo llevado a cabo por Sadam Hussein. El daño en los ecosistemas
causado por 700 pozos de petróleo ardiendo y 11 millones de barriles de crudo
flotando en el mar sobrepasó todas las predicciones. Era el mayor desastre
natural provocado por el hombre hasta encontes. Pero la prensa local no lo
mencionó, se centraron más en lo que iba a pasar con el hombre de Roma que había
viajado a Khartum.
Fue sorprendente la reacción saudí. Después de todo es el
aliado más fuerte de Occidente en el turbulento Oriente medio. Más grande que
Sudán, la mayor parte del país está formada por arena, Arabia Saudí se asienta
sobre la mayor reserva petrolera del mundo que proporciona al tesoro real saudí
unos 40.000 millones de $ anuales. El reino de 18 millones de habitantes no
sabe lo que es la pobreza. Pero bajo la superficie de toda una nueva
infraestructura industrial último modelo y todos los chismes tecnológicos posibles, se agita
un fondo de malestar, crece el desencanto con la familia principesca y crece el
descontento por la dependencia saudí de los aliados occidentales.
Un ingeniero saudí confesó al periodista que “la animosidad
entre el Islam y Occidente” es un hecho. “Muchos pensamos que fue un error del
rey pedir ayuda a Occidente para defendernos. Muchos más piensan que la guerra
del Golfo fue un complot occidental para instalar presencia militar permanente
en Arabia Saudí. Si fuera de otro modo el presidente Bush jamás habría dejado a
Sadam Hussein instalarse en Bagdad. Los americanos reniegan ahora de Sadam.
Pero lo mantienen en el poder.
Nos preguntamos, con todo el dinero que el gobierno saudí
gasta en armamento, 13 billones de $ el año pasado ¿por qué necesitamos que los
americanos nos protejan de Irak? Muchos
amigos de la universidad estiman que el
rey Fhad ha permitido desfilar a tropas extranjeras sobre la tierra santa del
Islam.”
Es un país bien curioso, los habitantes del reino saudí
parecen disponer de todo lo que la modernización lleva consigo y sin embargo
les falta la libertad más básica. Los derechos civiles se ven reprimidos, la
censura se endurece y la policía religiosa, Mutawah, está por todas partes para
asediar a las mujeres que no se visten correctamente y para obligar a los
tenderos a cerrar durante los 5 momentos de oración diaria. Y si los saudís
tienen poca libertad los extranjeros no tienen ninguna.
Hay casi 5 millones de trabajadores extranjeros, asesores técnicos
y expertos científicos, casi 3 millones que no son musulmanes. Los no
musulmanes no pueden practicar su religión. No hay iglesias en Arabia S, están
prohibidas. En Roma los saudís financiaron la construcción de una de las mezquitas
más opulentas fuera del mundo islámico. En el país del Profeta no se permite la Biblia, no hay tarjetas de
navidad ni rosarios, y por supuesto los curas y el clero en general no islámico
tampoco son bien acogidos. El país jamás ha sido visitado por un Papa. Es uno
de los pocos países cuyo suelo no ha sido besado por el gran peregrino del
siglo XX llamado Juan Pablo II. Tampoco ha sido invitado.
Robert Hutchison supo que el Vaticano había organizado una “escuadra”
de sotana y crucifijo, de curas viajantes, que vistiendo de hombres de
negocios, banqueros o ingenieros químicos se reunían para celebrar misas
secretas y administras los sacramentos en casas de católicos situadas en los
barrios que todas las ciudades saudís tiene asignados a los extranjeros. Nunca
en el mismo lugar y nunca dos domingos seguidos. Siempre en el interior de la
casa y con las cortinas echadas, fuera de la vista de los extraños y de la
policía Mutawah. La pena es de arresto y expulsión del país.
No es seguro si esa tropa de curas disfrazados de banqueros,
“vestidos como cualquiera pero sin ser cualquiera”
eran hombres procedentes de Villa Tevere. A muchos expatriados en el país del
Profeta su presencia les proporcionó una agradable sensación de hogar. Sí es
seguro que OD tenía “amigos” que viajaban de vez en cuando al país. Los milites Christi constituyen una fuerza
evangelizadora que los extremistas árabes hacen bien en temer. En la
cristiandad OD se ha convertido en el equivalente de la policía islámica
Mutawah, los solemnes guardianes de la ortodoxia, la policía secreta del Papa. Todo esto en tiempos de Juan Pablo II, claro
está. Hoy la posición está más discutida.
Comentarios
Hoy muchos piensan que Osama era agente de la ClA. Y que está vivo.
De Prada ha escrito en ABC que el ISIS es la ClA con chilaba. Deben pensar que ya lo sabe tanta gente que se pueden permitir el lujo de formar un flautista desde sus páginas.
Al Qaeda lo mismo.
Tengo que ver qué cuenta Noor bin Laden al respecto, que frecuentemente hace entrevistas con Richard Poe y es activa en YouTube.