LA DEFORMACIÓN MÁS INTENSA
Durante dos años Renatina vivió “un tiempo de formación más
intensa”, nuestro centro de estudios en Loppiano. A pesar de estar al lado de
la autopista y al lado de Florencia jamás usaron ni la autopista ni fueron a la
bella ciudad. Apartados. Como tantos lugares de “formación más intensa” OD.
Recuerdo el colegio de San Sebastián donde Sansón perdió el flequillo y no
digamos el de Granada, por no hablar del de Logroño. Lugares
pensados para dar trabajo al transporte escolar y al comedor escolar y tener a
los alumnos el mayor tiempo posible bajo el ala, además de que en verano cuando las aulas se
transformaban en “habitaciones individuales de 18” para numeraritas
adolescentes, era de lo más práctico, el centro de la ciudad quedaba lejos y no
había suficientes horas libres seguidas para que te diera tiempo a ir y volver en autobuses
que pasaban cada hora, si pasaban.
Otra coincidencia, sólo algunas tenían el encargo de ir a la
ciudad de compras, y para que todo estuviera controlado la médica, iba de verde
o era lo verde o era verde, color de la salud según Chiara, vivía con ellas. También
suele pasar en muchos centros, la médico en casa y te ahorras problemas,
salidas, explicaciones a gente de fuera.
Me tenían que hacer inspectora de sectas, estos curas no
tienen ni idea….con solo esa pregunta ¿hay alguna médico aquí? ¿hay alguna
encargada de compras? Daría pistas.
Una monja mayor que Renata conoció una vez fuera se
escandalizó bastante más de lo que yo también lo hago de que el médico viviera
con ellas ¿qué pasa con el secreto médico? ¿no se usaban los datos médicos para
mejor manipular a las jóvenes? Sí señora monja y podría dar detalles al
respecto. El dossier de cada una lo guardaba la dire bajo llave en armario, tú
no tenías tus papeles al respecto.
Por la mañana estudiaban por la tarde trabajaban en los
talleres. Profesores de la mañana y de la tarde todos eran focolares, curas,
hombres y mujeres. El ambiente era internacional y por la noche cantaban y
bailaban lo típico de cada país.
No tenían administración de campanillas “que ni se ve ni se
oye”, hacían equipos semanales de 7 u 8
para hacer las comidas y las cenas.
Aunque las jóvenes reclutas no habían pronunciado sus votos,
se sentían como si fueran ya focolares mayores, encantadas de haber entrado a
formar parte de la solución para la iglesia del Siglo XX para la verdadera
aplicación del concilio vaticano II y para el bien de la humanidad.
Nosotras no sabíamos si estábamos aplicando el Vaticano II o
el de Trento. Tengo la impresión que sólo al final de mi recorrido, años 2000
se nos empezó a comentar y dar algo de lustre a los docu del último concilio.
Los domingos unos acogían visitas a las que entretenían
explicándoles su vocación, imagino, y otras se divertían bajo supervisión de la
capo focolar.
La visita consistía en una charla sobre un tema focolar, una
película en la que se veía a Chiara explicar los pilares del movimiento en un
viaje cuando le dieron el premio Templeton, y luego algunas focolares leían un
texto ya pactado con la autoridad para dar “testimonio” de su vida. Lo decían
de memoria y así expresaban unidad, porque no podían hablar de lo primero que
se les ocurría ni a su estilo.
A Renata le tocaba ocuparse de los niños que habían venido
con sus padres, de ponerles diapositivas, contarles la vida de Chiara niña,
darles ejemplos del evangelio adaptados a su edad, dibujar, contar fábulas y cuentos, niños de 4 a 12 años. Al final del día,
todos grandes y pequeños dejaban sus datos, teléfonos incluidos. Además de que
tenían que escribir una frase sobre lo que les había gustado del día. La redacción
que te mandaba la maestra. Y los focolares después se reunían para compartir
las frases más bellas. El color naranja era el color del apostolado, la persona
naranja recogía las fichas con los datos. Las fichas se quedaban allí hasta
final de mes, las enviaban a la ciudad de donde era cada visitante para que
siguieran en contacto, una maniobra que sólo los internos focolares conocían.
El apostolado, expandir el movimiento el gran deseo de la
fundadora y de todos: “Fuego he venido a traer a la tierra y ¿qué quiero sino
que arda?”
Estas limpiaban después de desayunar de pie, nosotras limpiábamos
nada más levantarnos con el estómago vacío por el ayuno eucarístico y era una
auténtica tortura que nos ha marcado a fuego. Su misa cotidiana variaba de
hora, siempre un cura focolar, eran 80 en una pequeña capilla, pero hace años
que ya construyeron una super iglesia para 1500, habrá que ver como la llenan
hoy.
Algunas noches tras la cena tocaba “la hora de la verdad=corrección
fraterna pública” o “la comunión del alma” o “la charla personal con la
responsable focolar”, ya estamos ejerciendo de psicóloga y de padre espiritual
sin serlo, y como nosotras mono receta, para toda problemática, “vive la unidad”,
nosotras era “cumple las normas”.
El gen verde y el gen rojo eran grupos de chicas y chicos
respectivamente que mediante danza, canto, teatro transmitían la espiritualidad
de movimiento, esta gente no tenía vergüenza ninguna, no lo digo en mal plan,
sino que no sé como es eso de representar la espiritualidad de Chiara bailando…habría
que verlo. Un entretenimiento antes de irse a dormir.
Un primer síntoma extraño de fatiga de Renata: no reconoció
a paisanos de su pueblo que fueron de visita un domingo. Lo comentó a una
responsable pero sin solución. Ya se manifestaba el stress del no descanso, no
pensar, no tener tiempo ni para estornudar. Lo hemos vivido y sobrevivido.
Los estudios focolares consistían en historia de la iglesia,
moral, sociología, vida y milagros de Chiara, teología moral. Ya os podéis
imaginar cuáles eran las materias principales. Dice que las notas eran siempre
buenas, nadie suspendía en esta escuela. Aprendían las cosas de memoria y se
repartían la materia para explicársela a las compañeras.
Por las tardes trabajaba vendiendo los productos artesanos
hechos en la comunidad, muñecas y demás bibelots de cerámica realizados con
mucho amor y con “Jesús en medio de nosotros”.
Cada 3 ó 4 meses cambiaban de focolare: es decir de grupo,
de gente, de casa. Otra señal sectaria, remover a la gente para que no se
acostumbre, el cambio era un momento temido.
Momentos de adulación, llegaba la fundadora y cada focolar
había preparado una frase con la capo para pronunciar desde un podium: “Chiara
sabes que te amo, te seré fiel de por vida” y Chiara: “la virgen te ayudará”.
Pablo VI ayudó |
En los inicios del movimiento dice Renata que familias
cercanas a Mussolini ayudaron. La familia Folonari, además de amigos de
Mussolini, lo fueron de Pablo VI cuando era arzobispo de Milán, 4 hijos en los
focolares. Cuando en 1963 fue elegido Papa, Chiara tenía como secretaria a una
Folonari, a la que por cierto le había cambiado el nombre llamándola Eli (por “Eli,
Eli lama sabactani”) fue fácil entrevistarse con el pontífice e ir obteniendo dádivas.
Que loca carrera por las dádivas. El Escrivá no se sintió
comprendido en la misma época por el papa. Pablo VI le ayudó a redactar los
estatutos y Chiara presumía de haber recibido muchas cartas de su parte y 5
manuscritas por Montini.
Amigos de Mussolini ayudaron |
El papa había designado a Chiara para hacer la Obra de María, Chiara
designaba a la Capo-zona,
la capo-zona a la capo-focolar y ya
tenemos la voluntad de Dios circulando por el canal adecuado a todas horas y a
santo de cualquier cosa, el tema de una charla o detalles de la vida cotidiana.
Sin discernimiento, sin analogía, sin pensar.
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