AGUDO SENTIDO DE LA ÉLITE
Ortega había querido
resolver el problema europeizando España. Laín no menciona a Maeztu ni sus
propuestas al respecto. Laín es injusto al presentar a Ortega como un héroe
solitario, también Maeztu había defendido una apuesta por Europa que
actualizara las potencias nacionales, la centralidad de la pedagogía, el agudo
sentido de la élite educadora de las masas, ¡que escrivariano es todo esto!
Hasta 1927 fueron parte del programa tanto de Ortega como de Maeztu.
Laín pensó que la dictablanda de Primo de Rivera había sido
una oportunidad perdida, pero olvida que fue Ortega quien coqueteó con el
dictador y luego no hizo nada. Y por eso Maeztu fue el del paso al frente, el
que rompió con la intelectualidad que no se mojaba. Ortega fue capaz de decirle
a Maeztu en Buenos Aires que no acudiera a sus conferencias, y eso que era el
embajador español. Pero Laín no nombra a Maeztu.
Es curioso como cuando Laín critica al Ortega de después de
1932 parece que está lamentando que Ortega no fuera Maeztu, al que sigue sin
nombrar. Por ejemplo echa en falta “religiosidad”, Ortega no calibra la
importancia de la religiosidad en la vida española. No dio paso a que el
catolicismo colaborara en la modernización de España. Maeztu había quedado como
un marginado por reclamar la burguesía activa que paradójicamente representaba
el propio Laín autor de este texto de 1948.
Dice Villacañas que este nieto del 98 que es Laín ignora que
su abuelo más auténtico es Maeztu, hereda la condicionalidad católica de su
pensamiento, y creer en la verdad, asunto que desde luego no habría suscrito
Ortega ni ninguno de los 98istas salvo Maeztu. No es una actitud moderna desde
la famosa parábola del Natán de Lessing. El dogma católico por delante, sólo de
Maeztu procedía la voluntad de un catolicismo político que asumiese la creencia
de que España gana su autenticidad sirviendo a ese modo de entender la verdad
religiosa.
El título España como
problema servía para llamar la
atención sobre el rival ideológico de Laín, los herederos de RdM que entendía
el catolicismo no como espíritu de integración sino como la búsqueda y denuncia de herejías. La posición ante la tradición
no podía ser más distinta, mientras que Laín refuerza la necesidad de la
hermenéutica, el catolicismo de los herederos de Acción Española es más
inamovible y todo es continuidad. Aunque ambos hablan de fidelidad hasta la
muerte y Laín dice que “toda la humanidad cabe en la Hispanidad a condición
de que esa humanidad sea cristiana o cristianizable.”
La tarea filosófica y jurídica de los jesuitas españoles no
podía quedar en manos de los Opus Dei, los herederos de Maeztu. El grupo de
referencia de Laín eran los jesuitas clásicos, sobre todo Suárez y los
modernos, Zubiri; los falangistas como Gómez Arboleya, los orteguianos Marías y
Morente, D’Ors y Aranguren. Grupo que
prestaría visibilidad a la democracia española a partir de 1975.
Laín fue evolucionando en su pensamiento y ya para los años
60 había llegado a las costas de la democracia, sin paternalismos ni
fingimientos, superó el maniqueísmo característico de los nietos de Maeztu. A
la altura de 1965 Laín calificaba de pecado histórico complacerse en el hecho de la guerra civil
como seguían haciendo Pérez Embid, Vicente Marrero y sus amigos de la editorial
Rialp. Laín descargó su conciencia en una posterior autobiografía que leí hace años.
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