TURBOPROCESO DE SANTIDAD
Da lo mismo que Juan Pablo II fuera o no fuera con carné y número de socio. En la práctica lo fue más que yo, primero porque ellos impulsaron su carrera hasta el papado, no me cabe duda. Y el principal vaticanista testigo de lo que digo es Giancarlo Zizola.
La fabricación de
prestigios es una de sus actividades favoritas, desde sus inicios se
dedicaron a impulsar las beatificaciones de sus miembros, empezando por Isidoro
Zorzano el ingeniero de su edad que murió joven pero cuyo proceso se ha quedado
embarrancado por lo que sea. Las crisis mundiales son crisis de santos y ellos
están dispuestos a solucionar a base de llenar los altares y peanas de nuevos
bienaventurados de nuestro tiempo. Para ello no dudan recurrir a enchufes y
meter la quinta velocidad, pasando por delante del mismísimo Juan XXIII, como
fue el caso del founder fallecido en 1975, santo en 2002, y con la controversia
que suscitó en 1992 su beatificación, en el Vaticano hicieron la sourde oreille. Como para fiarse de
futuros beatos habiendo vivido lo que hemos vivido y padecido.
Ser santo supone que la Iglesia reconoce la perfección de la persona y su
bienaventuranza eterna, cuando así es reconocido se manda se le rinda culto
universal.
Curiosamente el cardenal Pietro Palazzini que durante el
papado de Pablo VI había permanecido en el ostracismo fue designado con Juan
Pablo II prefecto de la sagrada congregación para las causas de los santos.
Pertenecía al grupo de prelados ultras halagados por OD. Y en el pasado tuvo el
dudoso honor de ser interrogado por la justicia italiana a cuenta de la quiebra
del Banco Ambrosiano que arrastró al banco Vaticano, o viceversa. Palazzini
declaró haber sido amigo personal de Escrivá, una “amistad bella y sincera” que
E. consideraba uno de los más gratos dones recibidos del Señor, así lo pone en
la biografía presentada entre otros documentos para la santificación de su
persona.
El 20 de diciembre de 2001 Juan Pablo aprobó el decreto por
el que el founder llegaba a la santidad. Eran mis últimos meses allí y no me
enteré, la verdad sea dicha. Mi última navidad en la cárcel fue gris y triste.
Me daba igual lo que decretara el papa, bastante tenía con salir adelante con
mi día a día. La canonización se celebró en octubre de 2002 y yo ya no estaba.
La turbosantidad como se le llamó al acelerado proceso,
pasando por delante del papa que convocó el concilio, fue orquestada por los
ultras prelados del Vaticano, apoyos del OD. La media de espera para subir a
los altares suele rondar las 50 años y el founder consiguió el pack completo,
beatificación en 17 y beatificación en 27. A pesar de haber muerto 12 años más tarde
que Juan XXIII fue beato 8 años antes que él. También la de Juan Pablo II ha
sido otra turbosantidad, así los dos santos, el santificador y el santificado,
ya no hay dudas.
Pues no señor, la verdad se abrirá camino, y quedará el todo
de la cuestión como un asunto del que avergonzarse.
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