TRENTO
TRENTO
Tenía muy claro que la hazaña espiritual española fue el
humanismo de cristiano de los jesuitas manifestado en Trento, allí se habló de
la unidad moral del género humano destinado por entero a la salvación frente a
la terrible predestinación calvinista que afecta a algunos elegidos. De aquí el
carácter universal de la
Hispanidad con su mestizaje incluido frente al sectarismo de
la colonización anglosajona. Los españoles construyeron en América una
comunidad abierta, católica, más sensible al valor de la libertad.
Maeztu defensor de la hispanidad, hoy en horas bajas
bajísimas. Habla de la esencia de España constituida por un humanismo radical
reacio a cualquier nacionalismo.
El nacionalismo español se sustancia en la
defensa de la monarquía católica, una monarquía antinacional. Los españoles
pelearon por valores universales en tiempos de los Austrias, siempre contra la
modernidad y su creencia en los “elegidos”. Un recuerdo para Pérez Reverte que
ha popularizado al capitán Alatriste de aquellos siglos en los que España se
desangraba en guerras anacrónicas y de las que no obtenía más que el
desangrarse de su pueblo.
No es cuestión de recordar que la monarquía católica luchaba
por su interpretación de la igualdad
y la libertad, arcaicas. Maeztu es antimoderno porque apuesta por un poder
espiritual monopolizador que cae del cielo. El humanismo hispano frente al humanismo
pagano de los protestantes, qué pretensiones.
Trascendencia medieval frente a subjetividad moderna en el
fondo.
Sólo en las empresas religiosamente motivadas tuvieron los
españoles energía suficiente, ninguna empresa mundana era suficientemente energética
para que los españoles se lanzaran a ella. Desde esta perspectiva los Austrias
habían despreciado las éticas intramundanas propias de los pueblos modernos.
Es curioso como los españoles hicieron bautizar a los indios
mientras que para los anglosajones, más modernos de pensamiento, no tenía
sentido transmitir la propia religión a los nativos. Que los salvados puedan
constituir un grupo universal por el hecho de ser hombres es una creencia
premoderna.
El mestizaje y “contamíname” que se dio en Sudamérica visto
como lo ven Maeztu, OD y todos los defensores a ultranza de la evangelización a
primera vista suena bien y hasta mejor. Pero está la parte que ninguno de ellos
ve de imposición de una religión y una lengua.
Si la capacidad de conversión al catolicismo es fundamento
de la dignidad humana como dice en Defensa
de la Hispanidad
, estamos condicionando la dignidad del hombre a la posibilidad y al
esfuerzo de adoptar unos parámetros culturales ajenos. La igualdad es actual
cuando efectivamente los indios se bautizan católicos.
En plena República Maeztu insistía en que la unidad nacional
española era católica o no era. También los descreídos entran en el lote de la
unidad católica, desde el descreímiento no hay posible unidad nacional
española. Este es uno de los lastres, herencias y obstáculos que tiene la
“unidad de España” hoy, a parte de sonar franquista y por tanto los
criptofranquistas huyen como de la peste de semejante expresión, está el tema
de la innovación cultural revolucionaria que supone la afirmación de una unidad
entre españoles que deje de lado las creencias y las increencias. De esto no se
habla, y es la gran cuestión, españoles unidos o una España unida al margen del
catolicismo y de la Iglesia
¿cómo es posible?
Pienso que en algún momento alguien tendrá que proponer
estas cuestiones, la alternativa del “desmigajamiento” y levantamiento de
fronteras entre españoles más de las que ya hay no me parece deseable. Sólo
beneficia a los que viven del cuento.
De momento la monarquía católica sigue ahí, aunque la reina
tenga un pasado lleno de imperfecciones desde el punto de vista ortodoxo
católico. Todo se le perdona a la monarca. Los réditos de la tradición no se
quieren dejar pasar por un “quítame allí esas pajas” de haber estado casada
antes u otro tipo de aventuras. ¡Con la lata que nos dieron y dimos con estas
cuestiones doctrinales! Moral de pobres.
Comentarios