VIRUS DIVERSOS
Para el último anónimo comentarista, aquí no se cierra.
Cuesta comprender otros cierres, no hay que estar encima de nadie, precisamente, hay que distanciarse para no contagiarse ni contagiar a los vulnerables.
No veo la incompatibilidad confinamiento-publicación.
En el otro post anterior me hacía eco de la periodista Klein que en su día
expuso la doctrina del schok que consiste en organizar la catástrofe o aprovecharse de las catástrofes naturales para "disciplinar" la población, recortar libertades, establecer semi dictaduras con la excusa de peligros supuestos, reales o reales pero exagerados. Y que USA lo ha hecho a menudo, por ejemplo, el primer caso el Chile de Allende, que iba demasiado socialista para los gustos estadounidenses, sufrió un golpe de Estado en 1973. Apoyado por los USA.
Ahora la catástrofe es que hemos salvado bancos privados con dinero público, que no van a devolver por supuesto. Puesto que mandan los bancos en los Estados.
Que esa situación de endeudamiento de los países ahoga la economía y ahoga los servicios públicos y ahoga a los ciudadanos. Y que para seguir ahogando y no reconocer quienes son los ahogadores y colgarlos, es un decir, el virus es la ocasión pintiparada que estaban esperando.
Con la catástrofe del huracán Katrina pasó lo mismo.
Con ocasión de esta crisis vírica, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid nos están prohibiendo hasta salir al campo. Han parado los países y el desastre va a ser mayúsculo. Ya íbamos para el desastre sin virus, pero el virus es la excusa perfecta para precipitar la noticia de que la economía no se ha recuperado de verdad, que todo son tiritas sobre heridas profundas y maquillaje, porque no hay coraje para tomar las decisiones correctas.
Aquí un análisis de un par de economistas sobre el dinero que cae del cielo prometido por los bancos centrales, no es la solución.
Aquí otro análisis profundo sobre la recesión que se viene encima.
Pensar que a los gobiernos y al español en particular les importa nuestra vida me da risa. Pero ya, la creencia es libre.
No sé si los médicos jubilados o enfermeras jubiladas están trabajando, en otros lugares espontáneamente se han ofrecido.
El verdadero virus de España.
Qué "despeine". Y llevo tiempo investigando sobre el tema, lo que puedo y desde aquí. Expresiones felices: restauración de la monarquía disfrazada de traída de la democracia. No tiene desperdicio.
Entresaco y copio para ilustración de los lectores sobre el "traedor" de la democracia a España,
años diciendo estas cosas como lectora. Gente de más fuste parece decidida a sacar el polvo de los cajones. Me alegro, es preciso juntar fuerzas para cambiar la dinámica cívica de España consistente en que el poder es la mejor forma de robar, que viene de lejos. Y que los opusinos santifican.
Dije Pinocho's Land, añado Alí Babá's Land.
La corrupción que nunca acaba
El
hilo conductor de toda la tradición borbónica ha sido la corrupción,
que ha contagiado históricamente al conjunto del Estado y su
funcionamiento. El último episodio conocido vendría a ser el modus operandi durante
años y años y de reinado en reinado: el ahora rey emérito recibe una
comisión de Arabia Saudita, probablemente por el contrato del AVE de La
Meca a Medina. La prensa suiza y británica publican que se investiga a
Juan Carlos I por la existencia de una cuenta en Suiza de unos 90
millones de euros, de los que habría entregado 65 a su antigua amante,
Corinna Larsen. Informan de otras cuentas en Liechtenstein y Panamá en
las que aparece como beneficiario Felipe VI. Hasta la Fiscalía
Anticorrupción se ve obligada a declarar que inicia una investigación.
Esas cantidades, que podrían ascender a más de 200 millones de euros, no
han sido nunca declaradas y no han pagado los correspondientes
impuestos. “Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. El escándalo es tan
enorme que Felipe VI declara que renuncia a la herencia (cosa que no
tiene valor jurídico porque no se puede renunciar a algo que no se ha
recibido) y le quita la asignación anual (194.232 euros) a su padre;
pero, lamentablemente, no renuncia a la principal herencia que ha
recibido: el Reino de España. El hijo “mata” al padre para salvarse él;
antes ya han “liquidado” a Urdangarin (que también supo subirse al carro
de la corrupción) y a su mujer Cristina, la hermana del rey. Daría para
un nuevo drama histórico shakespeariano, ya que además es bastante
público que entre los diferentes miembros de la familia vuelan los
cuchillos. Cara a la opinión pública, parecen decisiones que preservan
la ética y la moral del rey, pero la realidad es que otra vez ha sido
sorprendido un Borbón (Felipe VI sabía que era el beneficiario y no dijo
nada hasta que salió a la luz pública), y lo que ha hecho solo pretende
intentar salvar su reinado.
La lista de hechos
corruptos, o directamente robo, no tendría fin. Para no remontarnos más
atrás, empecemos por su abuelo, Alfonso XIII. De él escribiría Valle
Inclán al proclamarse la II República: "Los españoles han echado al
último de los Borbones, no por rey, sino por ladrón”. Su forma de actuar
era muy sencilla: como disponía de información privilegiada, invertía
en empresas como Transmediterránea, Metro de Madrid, Hispano Suiza y
otras a las que favorecía con contratos del Estado. Cuando abandona
España al proclamarse la república, los monárquicos hicieron campaña de
que se había ido sin nada, pero no era cierto: lo tenía todo fuera. En
cuentas en Londres y París disponía de una fortuna de 70 millones de
pesetas de la época, equivalentes hoy a más de 144 millones de euros.
Además, los primeros dirigentes republicanos fueron tan ingenuos que
permitieron que la reina se llevara todas sus joyas.
Don
Juan, el padre de Juan Carlos I, también lloró diciendo que no tenía
fortuna y mendigó por aquí y por allá. Desde 1947, Franco le pagó
250.000 pesetas anuales (que no era poco para la época, aunque ya se
sabe que ser príncipe o rey tiene muchas exigencias) y le devolvió las
propiedades incautadas por la república, entre ellas el Palacio Miramar
de San Sebastián, el de la Magdalena de Santander y la isla de Cortegada
en la ría de Arosa. No le debieron ir mal las cosas, porque al morir
dejó una herencia de 1.000 millones de pesetas, evidentemente en bancos
suizos, de los que su hijo recibió más de 700.
El
Borbón Juan Carlos ha superado a sus antecesores. La lista sería
interminable. Probablemente no ha habido operación oscura en la que no
haya tenido alguna participación. Ruiz Mateos, el empresario jerezano de
la expropiada Rumasa, declaró públicamente que le había donado 1.000
millones de pesetas. Se sabe que en los inicios de la transición Juan
Carlos I recibió 100 millones de dólares de Arabia Saudita para “ayudar
al proceso democrático”. Es conocido que durante mucho tiempo (¿quizás
hasta que dejó de ser rey?) estuvo cobrando un 2% por las compras de
petróleo que el estado hacía a Arabia Saudita. Estuvo relacionado con
los escándalos financieros de Mario Conde (Banesto); con los de su
amiguísimo Manuel Prado y Colón de Carvajal (Expo del 92 en Sevilla);
con la operación KIO (el entramado de empresas de Kuwait) del que
desaparecieron unos 500 de millones de dólares, en la que también estaba
el conocido ladrón y estafador Javier de la Rosa. Una vida digna de
Borbón, cara al público, la ética y moral cristiana (no robarás; no
desearás la mujer del prójimo); en la realidad, llenarse el bolsillo en
nombre de la patria y la moralidad.
Este modo de
actuar ha impregnado históricamente al Reino de España. Los monarcas,
las clases dirigentes, y no digamos durante la época franquista, siempre
consideraron el Estado como un campo del que sacar el máximo provecho
posible, y la corrupción y los negocios en torno a él siempre han sido
una fuente de ingresos para las clases poseedoras o para los arribistas
de turno. Si una parte decisiva de la quiebra de la monarquía tiene que
ver con la corrupción, tengamos también en cuenta que el PSOE de Felipe
González cayó también por la corrupción, como el PP de Rajoy. Es todo un
sistema de funcionamiento del régimen.
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