LA ATMÓSFERA
Sigue Pinotti contando su visita a un centro: "mis vecinos se dieron cuenta de que no había empezado a rezar, me dedicaron una mirada interrogante y severa. Hice mecánicamente el signo de la cruz y comencé a recitar la oración.
Tras el Padrenuestro, vino un Avemaría, un Gloria al Padre y otras. Mientras la larga secuencia de oraciones sonaba como un canto fúnebre, ví como crecía la cohesión en aquel restringido grupo. Aquellos hombres, enfundados en sus impecables trajes de sastre, parecían templarios que se prepararan para una misión. En sus rostros no había preguntas, solo certezas esculpidas en el mármol de una convicción sólida y firme.
Así pasaron interminables minutos. El cansancio físico se dejaba sentir de modo palpable en todos. Alguno se apoyaba alternitavemente en una pierna y en otra mostrando signos de incomodidad. Otro se tocaba de vez en cuando el muslo derecho. Un gesto para mí incomprensible. Comprendí que debía ser ¿el cilicio? Terminada la larga serie de rezos, nos hicieron sentar. El sacerdote comenzó su perorata. Siguió un largo análisis de algunos pasajes de escritos religiosos y sus implicaciones en la vida de los laicos.
Terminado el discurso, el sacerdote nos invitó a levantarno y comenzó otro Padrenuestro al que se unió la concurrencia. La atmósfera se tornó en un clima de suma cordialidad. HOmbres de aspecto impecable se estrechaban la mano, fijando en sus respectivas agendas encuentros en otros lugares.
Seguí frecuentando el centro y los encuentros opus para empaparme de la atmósfera. Poco a poco comencé a comprender la mentalidad de los supernumerarios, en general importantes profesionales que operan formando "redes", según una lógica de mutuo apoyo. Entre ellos está vigente una especie de código según el cual el apoyo al que es cercano a od no sólo se da por descontado sino que es algo automático y cuestión de obediencia. Al opus no le cuesta empujar a sus propios miembros y simpatizantes.
OD tiene a sus hombres en todos los puestos clave: bancos, universidad, industria, periódicos de gran tirada. Sus nombres los saben solo quienes forman parte y ni siquiera los saben todos. No circula una lista oficial, y si existe la conservan celosamente en los archivos de la sede central en Roma. El conocimiento con frecuencia se articula según criterios profesionales, según un mecanismo de "tutoría" funcional.
La extraña atmósfera que caracterizan los ambientes od si puede advertir con fuerza también en Roma, en la sede central. Se trata de un complejo situado en el 73 de la calle Bruno Buozzi, en el barrio del Parioli. Por fuera nada indica la presencia del centro neurálgico del od a nivel mundial. Ni una placa ni un símbolo religioso. Solo una indicación en la puerta "capella prelatizia", puede dar a entender que se trata de la sede central.
La reserva es total. Si dices que "somos peregrinos deseosos de rezar ante la tumba del santo" es posible acceder.
El joven nume español que me recibe tiene aspecto de seminarista vestido de civil, amable y cauteloso. El vestíbulo que conduce a la sede central de la prela es lujoso y triste. Parece la casa de una vieja familia católica, sombría y fanática. Por todas partes destacan fotografías en poses de plástico de EdB. Escrivá de mirada inteligente, Escrivá de mirada compasiva. Se palpa el culto a la personalidad. Tras una breve charla pregunto si puedo visitar la tumba del fundador.
El joven nume se queda un instante perplejo, después me conduce por una escalera de mármol que lleva hacia abajo, donde antiguamente debían de estar el subterráneo de la residencia. Aquí mediante excavaciones y obra de consolidación imponente se ha construido la cripta que acoge la tumba de EdB. Está precedida por una sala totalmente revestida de mármol que hace de vestíbulo.
A partir de aquí se entra en la capilla subterránea en la que está la tumba del founder. Este asunto de tener el cuerpo del santo en casa, en el sótano tiene un sabor extraño difícil de definir, algo que no es normal. Pero da una idea de cómo este tipo de realidad se repliega sobre sí mismo, por conservar de modo obsesivo la propia leyenda.
Al fondo de la capilla subterránea, sobre un escalón de mármol, hay un relicario gigange de metal dorado, finamente trabajado. La sospecha de que pueda tratarse de oro es fuerte, pero es difícil hacer esta pregunta sin descubrirse y parecer inoportuno. Dentro reposa el ataúd con los restos de EdB
En todos los centros od el altar, a pesar de las normas previstas en Concilio Vaticano II, sigue estando adosado a la pared central o un poco separado , dejando un paso para poder limpiar y arreglar para la liturgia. Los sacerdotes od siguen celebrando dando la espalda al pueblo para evitar dar la espalda al sagrario, dado que a la sensiblidad de los socios od les parece una falta de respeto situar el sagrario en un lado del altar.
En las dos alas de la capilla, en el espacio que queda al frente hay tres filas de bancos dispuestas una frente a la otra. En ese momento hay pocas personas rezando. A menudo se celebran misas para los manager que pertenecen. Una ex numeraria cuenta que en general se trata de jóvenes vestidos con elegancia, atractivos. OD retiene un aspecto agradable que es una fuerte ayuda para el apostolado.
Nada de gente fea, andrajosa y sufriente: caras bronceadas, dientes perfectos, cabello bien cuidado. En esas misas en la cripta, los jóvenes profesionales opus se instalan en la fila de bancos. Y , cuenta la nume, sus rostros expresan determinación, fuerza y concentración.
Una vez vista la cripta, el joven nume me conduce por un sistema de vestíbulos revestidos de mármol y climatizados a otro lugar de culto: la tumba del sucesor de E, don Alvaro. Se trata de una gran lápida de mármol negro, puesta en el suelo de una estancia que acoge en las paredes otras tumbas con los parientes del founder o personas cercanas en vida. El nume en un incierto italiano me explica que ya se ha iniciado el proceso de beatificación y que espera que acabe pronto para iniciar el de canonización. Así que los sucesores de E están destinados a ser santo de modo automático.
Los pasillos subterráneos de la sede central parecen no tener fin, se interrumpen solo frente a la puerta que la separa de la residencia femenina, situada en una calle contigua, via Sacchetti. Se trata de una gran villa con torres y buhardillas de aspecto medieval que forma un todo con la sede central y la residencia masculina. La separación entre hombres y mujeres es total.
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