OCASIÓN DE PECADO

 Emanuela ha profundizado mucho partiendo de la propia experiencia personal en la reflexión sobre la condición de la mujer en od.

"Como es sabido hombres y mujeres viven en dos secciones completamente separadas: la parte masculina y la sección de mujeres. No esta previsto que haya entrevista ni confrontación ninguna entre ambas. Quiero contar algo que me ocurrió: la última directora con la conviví tenía un hermano nume

a menudo le contaba que solían hacer actividades más aventureras con los chicos de san Rafael que las que nosotras hacíamos en las 4 paredes del club. Me transmitía la emoción de que quizás ellos tenían más libertad para hacer, inventar, promover. A lo que se añadía que la apertura de centros de la prela en nuevos países del mundo siempre iba anticipada por los hombres. De este modo los hombres abren el camino a las mujeres. 

Los hombres fuman, las mujeres no. Hasta hace 30 años las mujeres no podían usar pantalones. Tenían y tienen que ser un modelo de sobriedad y pudor en el vestir. Muchas de las correcciones fraternas que se hacen a las supernumes tienen que ver con detalles de la vestimenta: "esa falda es demasiado corta, ese vestido se pega en exceso o la blusa que llevas tiene transparencias". O las mangas del vestido no llegan a medio brazo.

El condicionamiento cuando una se ha ido del opus sigue siendo fuerte. 

"Un año después de haberme ido estaba trabajando en una agencia de comunicación financiera de empresas en Milán. El director, con el que había establecido una buena relación de amistad, me decía de modo afectuoso que iba vestida de "monja laica". Volviendo a la directora mencionada, me contó que su hermano se ponía en la ventana con los chicos de san Rafael y cuando pasaba una chica la colmaban de críticas, epitetos o cualquier palabra que la pusiera en ridículo a sus ojos, como si por definición fuera una estúpida, un ser inferior".

La mujer para od, siempre y sin excepción es ocasión de pecado, como dice el concilio de Trento, "mulier instrumentum diaboli".

"La idea de la mujer como ocasión de pecado se subraya y enfatiza, es una cuasi histeria la forma como las numerarias y también algunas supernumes se relacionan con los hombres. En los viajes apostólicos que hacíamos a Génova un día ocurrió una avería en el tren, estuvimos parados un tiempo cerca de una estación. Todavía no había móviles y una señora mayor me pidió que bajara del tren para llamar a su nieto y avisarle del retraso. Me dió el número y llamé al muchacho. Cuando llegamos a nuestro destino la numeraria que me acompañaba me pidió el papel en el que estaba escrito el número mientras me miraba sonriendo me dijo: "para evitar las tentaciones"...

Episodios como este minaban la convicción de Emanuela para seguir en od.

"Obviamente esto fue una bobada. Mis dudas tenían que ver con asuntos mucho más profundos. Era el inicio de mi crisis vocacional, con ocasión de la dirección espiritual conté al sacerdote el estado interior en el que me encontraba. Como hacía a menudo transcribí las síntesis de consejos e indicaciones que me daba: "Haz como si fueras una madre de familia con 4 hijos, y cuando el marido llega a casa cansado te pide que la cena esté lista enseguida. Tienes una fuerte crisis afectiva, necesidad de atención, pero tienes que darte a las demás y seguir adelante..."

"Hoy que soy esposa y madre y leo estos apuntes me quedo muy impresionada por su contenido. Me hacen pensar en una imagen de la mujer y de la familia que existe solo en los cuentos o en épocas lejanas. Ciertamente la realidad familiar y la relación de pareja son ambas muy exigentes, hace falta preparación, dedicación, generosidad, capacidad de sacrificio, renuncias constantes; pero nada tiene que ver con el compendio de frustraciones con el que los directores operísticos buscan presionarte para justificar todos los malestares que comporta una vida sin crecimiento.

En mi vida actual, hecha de relación de pareja, de familia, de trabajo e intereses profesionales, la belleza no está en la liviandad con la que se afrontan las situaciones, sino en la dinámica de crecimiento que comportan, en el día a día se reasume todo lo que implica el "sí quiero" dado en el altar, en el poder decidir con mi marido si hacemos o no hacemos tal o cual cosa, en asumir los riesgos de todo lo que pasa en la existencia, con el dinero, los problemas, las inversiones, las pruebas, las tentativas y hacerlo con sana ironía que desdramatiza los momentos peores. En otras palabras, ser protagonista de los cambios, de las decisiones, de los errores.

Es una vía que lleva al conocimiento, a la conciencia, a la comprensión de los demás. En una de mis últimas entrevistas con la vocal de san Miguel me llamó la atención la observación que me hizo respecto a las relaciones de pareja: "No te pienses que vivir con un marido es fácil, cuando vuelve a casa y quiere tener relaciones y tú estás cansada pero tienes que aceptarlas".

Me quedé perpleja: ¿por qué pintar de modo tan gris una realidad tan bella y positiva como la familia? Estamos de acuerdo en que no estamos siempre de buenas y la vida no es de color de rosa en las relaciones conyugales, pero esto no justifica una teología del cuerpo centrada en los fallos de experiencias singulares. En la obra me hice a la idea de que se consideraba a la mujer como una persona de serie B. 

Emanuela Provera

Estoy totalmente de acuerdo con lo que decia Vladimir Feltzmann en una entrevista de 1984, en relación con la concepcion de la mujer en od: 

"Las ideas española y polaca de la mujer son muy parecidas: la mujer es esencialmente madre, esencialmente servidora del marido y su puesto esta en casa. Ambos combaten aunque no lo admitan, contra el papel de la mujer como la podia entender Margaret Thatcher o Indira Gandhi, una mujer que actúa en público, en el mundo social y político, que puede tener el mismo significado que tenía en el pasado entre bastidores".

Ferruccio Pinotti.