CONTRASTES DE UN REGIMEN
Antes menciono Torrecity, antes sale en los papeles. Me han venido dudas ¿El pantano contiguo también lo hicieron ellos o fue Franco? usaban las casetas de los trabajadores, el "poblado" para convivencias de chicos, de ahí mi cuestionamiento. Nosotras íbamos a los Bancales, casa de convivencias.
Me ha impresionado este párrafo del libro de Villacañas, La revolución pasiva de Franco, en el que describe los contrastes de España a partir de 1939. Enseguida lo calaron los "capos" del mundo. A diferencia de nuestros gobernantes actuales no era un títere sin ideas propias, mató mucho y excluyó a connacionales porque no los consideraba españoles dignos. Pero frente al resto de potencias sabía cuál era su sitio, aunque tampoco era difícil, España potencia de cuarta, arrasada por la guerra, hambrienta y miserable. No se contaba con nosotros:
"Pedro Segura (obispo de Sevilla) Era un hombre tradicional y por eso se daba cuenta de que todo lo que hacia Franco era nuevo. Lo mismo podría decirse del contraste entre las exaltaciones imperiales y la miseria ambiente. Eran fenómenos que España ya había conocido con los Austrias menores y que ahora regresaban, como si la realidad brotara de los cuadros negros de Velázquez.
No es de extrañar que Franco, por este tiempo de abril de 1940, deseara crear el Valle de los Caídos, una de tantas posibilidades de redención de los prisioneros esclavizados. Por aquel entonces, España entera era también un valle de lágrimas. Para acabar el decorado, ese pais alucinado vio, igual que en los tiempos del príncipe Juan o de Juana la Loca, como el cortejo fúnebre de José Antonio atravesaba España a la luz de las antorchas, día y noche, en cadenas infinitas de falangistas, que mientras tanto engrosaban sus filas. En medio de esta increíble pobreza. que para pagar deudas de guerra tenía que entregar a los alemanes la poca riqueza que producía una tierra todavía fresca de sangre.
Franco adoptó el aspecto exterior del príncipe nuevo, con su ceremonial en el palacio de Oriente. Entonces se pudo comprobar la megalomanía y el hambre de pompa y gloria de los pequeños hidalgos convertidos en príncipes.
Sin embargo los embajadores extranjeros sabían ver lo que había por debajo del oropel del príncipe nuevo. El embajador británico Peterson descubrió en Franco "a un hombre pequeño y asustado". El mariscal Pétain, que fue un tiempo embajador ante él, lo despreciaba por su desconsideración plebeya y su resentimiento.
Hoare el siguiente y formidable embajador británico, un tipo excepcional, adoptó la doctrina de Franco de que todos sus hombres tenían un precio y distribuyó 14 millones de $ comprando voluntades a favor de los aliados. Cuando por fin lo recibió, Franco le pareció un médico de cabecera con muchos pacientes e ingresos asegurados. No pudo ofrecer mejor metáfora de lo que era el régimen de Franco. Para todos estos hombres expertos en calar las entrañas del prójimo, incluido el embajador alemán Von Stohrer, Franco era un pobre diablo, astuto y taimado, débil y fanfarrón, cruel y abstraído que jamás abandonaría las faldas de la Iglesia"
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