EL DOLOR DE UNA FAMILIA



Desaparición en el Vaticano, ¿dónde está Emanuela Orlandi?

El pasado domingo Emanuela habría cumplido 50 años. Su madre publicó una carta en un periódico milanés: no cejará en la búsqueda de la verdad sobre lo que ocurrió con su hija hace ya 35 años. Esta historia es terrible, ¿cómo se puede jugar así y entretener escondiendo la verdad a una familia cuyo único pecado es llevar más de un siglo al servicio del papa? no me lo puedo explicar, qué secretos tan terribles y cuanta crueldad tras los muros vaticanos.


Desaparecida sin dejar rastro

Dos hombres se acaban de encontrar, uno es el Papa, el otro el hermano de una muchacha desaparecida. Se dan la mano y el Papa Francisco pronuncia una frase que a Pietro Orlandi le sienta como un puñetazo en el estómago.

Francisco termina la homilía en la mañana del 17 de marzo de 2013, es el primer domingo después de su elección. Habla de la misericordia divina ante un público de fieles alegres y esperanzados que asisten a misa en la parroquia de Santa Ana, la iglesia más importante del Estado Vaticano.
Pietro Orlandi perteneció a esta parroquia durante años. Ahora la fe y la curiosidad por lo nuevo en la Iglesia lo traen de nuevo hasta aquí. Quiere aclarar un crimen y para ello necesita la ayuda del Papa.
Quiere averiguar qué ocurrió con su hermana Emanuela.
 Entführung im Vatikan – Wo ist Emanuela Orlandi?
Emmanuela era la habitante más joven del Estado Vaticano
Desapareció sin dejar rastro. Su hermano lleva años chocando contra un muro de silencio.

Este hombre quiere romper con la tradición

Mira a Franciso revestido con una casulla violeta, no hay fasto ni adorno excesivo en él. Su indumentaria y su conducta subrayan: aquí hay un hombre que quiere romper con la tradición. Por eso ha venido Pietro Orlandi, espera que el Papa Franczisco rompa con una tradición. s
El Papa Juan Pablo II les mintió, a él y a su familia. El Papa Benedicto XVI mantuvo la mentira con su silencio. ¿Será Francisco quién diga la verdad de una vez?
Cuando termina la misa, Pietro Orlandi se acerca a saludar al Papa como otros fieles. Cuando Orlandi le da la mano y se presenta, el Papa Francisco le dice: Emanuela está en el cielo.
La frase es como si el suelo se hundiera bajo sus pies. Responde: mientras no sepa qué pasó con ella seguiré buscando.
Francisco repite. Emmanuela está en el cielo, y desaparece entre la multitud. Pietro Orlandi se queda solo con su dolor y la pregunta: ¿Por qué el Papa está tan seguro? ¿por qué sabe que Emanuela está muerta?
Pietro Orlandi ha meditado largamente esta frase del papa. Durante cuatro años le ha dado vueltas en la cabeza y ha abrazado toda su vida, las preguntas siguen, la búsqueda continúa. Un encuentro con Francisco será inútil.
-Qué cree después de todos los años de incertidumbre y dolor que significa la frase el papa?
-Significa que el Papa sabe más que yo, sabe mejor que los demás cuál fue el destino de mi hermana, contesta  Pietro Orlandi.
Hoy recién empezado el verano de 2017, se enfrenta de nuevo al muro de silencio. Llega a la puerta del Vaticano, saluda al guardia suizo, dice su nombre y entra en el reino mundano de Dios.

Frailes y curas que lo conocieron desde su más tierna infancia apenas se dignan saludarlo.

Dobla la esquina y se interna en una calle estrecha, pasa por la Plaza de los Benedictinos, se para ante un edificio de cuatro plantas. Su voz se vuelve más sentida cuando dice: crecimos en esta casa. La vida en el Vaticano me parece más lenta que la vida tras sus muros, aquí es como si vivieras en otra época, es un lugar especial, más cerca de las alturas.  
Pietro Orlandi, de 56 años, tiene todavía muchas cosas que le unen a ese mundo, creció aquí, era uno de los 800 ciudadanos del Estado Vaticano, su  madre sigue viviendo aquí en un inmueble cerca de correos, a 100 metros de la vivienda papal. En las últimas semanas Orlandi ha puesto a prueba sus lazos con el Vaticano. Frailes y curas que lo conocen desde la infancia apenas lo saludan, algunos miran para otro lado. A Pietro no le extraña.
Ha publicado una carta dirigida al Papa:
Papa Francisco,
soy Pietro Orlandi, después de muchos años sigo aquí y exijo saber la verdad sobre la desaparición de mi hermana  Emanuela, ciudadana del Vaticano el  22 de  Junio de 1983.
Una muchacha inocente de 15 años a la que se impidió vivir su propia vida y a la que hasta el día de hoy no se ha hecho justicia, como si su vida fuera una hoja de papel que se puede depositar en un Archivo.
Se dice: "Quien calla es cómplice." Eso es cierto. En el Vaticano quien sabe y calla después de muchos año es cómplice y tiene responsabilidad en la desaparición de mi hermana.
Papa Francisco, Vd muestra el camino recto a los hombres, Vd quiere „construir puentes y derribar los muros“. Le pido por favor que haga lo mismo por Emanuela.

Pietro Orlandi, Emanuelas Bruder, auf dem Petersplatz
Pietro Orlandi, el hermano de Emanuela en Plaza de San Pedro




Más de 30.000 personas han firmado ya la petición. Pero el Vaticano sigue mudo. Ese silencio condena a Pietro Orlandi a segur luchando. “Cuando tengo un momento de felicidad en mi vida noto como una punzada en mi conciencia que me recuerda que no me lo puedo permitir.”
Se trata de Emanuela.

Los Orlandi, un pequeño mundo católico

“Era tímida”, cuenta Pietro Orlandi, “mientras recorre las callejuelas de su infancia. “Un poco vergonzosa sobre todo por las gafas”. Estaba orgullosa de su melena castaña que cepillaba varias veces al día.  A veces él le tiraba del pelo o se lo revolvía y Emanuela le contestaba, “quita de ahí, tonto.”

Por el 22 de junio de 1983.

Es un miércoles de las vacaciones de verano, hace calor. Por la mañana la madre ha mandado a Emmanuela y a su hermana Cristina, a comprar en la panadería harina, huevos y levadura para hacer la pizza de la cena.
El mundo de los Orlandi es pequeño y católico. Desde hace casi un siglo los hombres de la familia trabajan al servicio del Papa, el abuelo Pietro ya era mayordomo y palafrenero de Pío XI. El padre Ercole no necesitó entrevista de trabajo para heredar la posición, también la de ser uno de los „Sedarios”, uno de los hombres que llevaban la silla Gestatoria a hombros sobre la que el papa solía aparecer en la Plaza de San Pedro, una costumbre que terminó con Juan Pablo II.


 Vom neuen Papst Franziskus erhoffte sich Pietro Orlandi endlich die Wahrheit. Doch die kann fürchterlich sein






El padre crió a sus cinco hijos de forma estricta, buena educación, sentido de la familia, respeto, buenas maneras. Cenaban todas las noches en una mesa larga al lado de la muralla del Vaticano. La llave siempre en la puerta, los servidores de Dios respetan el séptimo mandamiento. Unas doce familias viven en el Vaticano, para los niños un lugar paradisíaco de juegos, los jardines vaticanos servían para jugar al „cielo y al infierno”.
El  22 de Junio de 1983 Emanuela practica la flauta travesera después de comer, más tarde tiene que ir a clase de música, fuera del Vaticano. La madre amasa la pizza, Pietro está tumbado en la cama escuchando los Sex Pistols. A las 15.30 entra Emanuela en su habitación sin llamar.
„Llego tarde a clase, ¿me llevas en moto?“
„No tengo ganas, tengo cosas que hacer“, Emanuela insiste, quiere saber qué cosa tan importante tiene que hacer su hermano.

Llaman a la puerta, Cristina vuelve sola

Pietro no se lo dijo. “Había quedado con mi novia“, reconoce, „sino hubiera llevado a mi hermana“:

Cada día es la misma historia, le pide una y otra vez que la lleve en moto. “Venga, llévame, me da pereza ir a pie, no tengo ganas de ir en bus“.
Pietro le dice que no. Emanuela se queda parada, con su cuaderno en una mano y la flauta travesera y la mochila en la otra. Se da la vuelta, da un golpe de melena y cierra la puerta tras de sí.
Pietro Orlandi retiene el aliento mientras lo cuenta, ese día de hace 34 años no ha dejado de dar vueltas en su cabeza, no habría pasado nada si hubiera accedido a llevar a su hermana a la escuela.
Su hermana Frederica contesta al teléfono hacia las 19 horas, Emmanuela llama toda nerviosa: un hombre le ha ofrecido un puesto de trabajo como vendedora de Avon, haría propaganda de sus productos en un desfile de modas en el Palazzo Barberini. Le ofrecen la increíble cantidad de  375.000 Liras a cambio Frederica no se lo cree, es casi el salario de un mes, Emanuela tiene que volver a casa y hablarlo con los padres.
Cristina ha quedado con ella después de la clase delante del Palacio de Jusiticia, pero la hermana espera en vano
En casa la pizza está haciéndose en el horno. Pietro ve la tele: hay partido de fútbol Brasil contra Suecia. Hacia las 20.15 empiezan a ponerse nerviosos ¿dónde están  Emanuela y Cristina? Llaman a la puerta, Cristina vuelve sola. Llaman a la escuela de música, a casa de sus amigas, a todos los hospitales. Pietro sale a buscarla por los alredores en su moto.
El Papa Juan Pablo II vuelve al día siguiente de su segundo viaje a Polonia. Los observadores estiman que hay nervios entre los seguidores del Papa. La tensión de la guerra fría deriva en violencia cada verano, precisamente cuando el Papa viaja a su patria. El partido comunista polaco ha dictado el estado de sitio en todo el país, las relaciones entre la Iglesia y el Estado pasan por un mal momento en Polonia. El Papa se encuentra, en estas circunstancias con Lech Walesa, el dirigente del Sindicato prohibido Solidarnosc, y en Roma desaparece la ciudadana más joven del Estado Vaticano.
Pietro Orlandi fühlte sich schon immer für seine kleine, scheue Schwester verantwortlich
Pietro se sintió siempre responsable de su hermana pequeña

Son los hechos que rodean la desaparición de Emanuela, dice Pietro Orlandi. No hay mucho más y mientras el Vaticano guarde silencio, todo serán teorías a propósito de la desaparición de Emanuela.

Entre el Vaticano y la escuela de Música se pasa por delante del Palazzo Madama

Hay dos hombres que se han volcado en el caso. Cada uno es un experto que utiliza sus propios medios y obtiene sus propios resultados más o menos plausibles. Cada cual está convencido de que teoría es la buena y lo que dice el otro es absurdo. En una se mezclan los servicios secretos, la mafia y oscuros monseñores vaticanos. En la otra un hombre que quiso matar al Papa y agentes de la Stasi, la policía estatal de la República Democrática Alemana.

Esta segunda es la teoría de Ilario Martella. Martella fue uno de los más conocidos jueces de instrucción del país. Hoy a sus 80 años sus movimientos son más lentos, pero el juez que hay en él no quiere jubilarse. Está sentado a la mesa en su casa del barrio universitario de Roma y nos dirige una mirada desafiante, tiene ante sí un montón de papeles que cita una y otra vez, el caso de su vida sobre el que sigue trabajando. Estima que ya está resuelto pero vayamos por partes.  

Se hizo todo lo  posible para explicar la desaparición de Emmanuela, nos dice. No se fue al País de nadie. En el trayecto entre el Vaticano y la escuela de Música hay que pasar por delante del Palazzo Madama, sede del Senado italiano. Un policía en labores de vigilancia dice que Emanuela atravesó hacia las 17 horas el Corso Rinascimento, un hombre de unos 30 años elegantemente vestido que salio de un BMW verde se paró a hablar con ella. Otro policía vió como el conductor del BMW mostraba a la chica una bolsa con la palabra  "Avon". Una compañera de la escuela dijo que las dos habían estado esperando hacia las 19 horas al conductor del BMW del que Emmanuela le había hablado. Pero después de media hora se tuvo que ir a casa.


Pietro Orlandi hat viele solcher unglaublichen Geschichten gehört. Er weiß aber, wie es einen zerreißt, wenn man sich an sie klammert und erleben muss, dass sie zerplatzen
Pietro Orlandi no se cree más historias sobre la desaparición de su hermana
La policía no logró dar con el hombre del  BMW. Los Carabinieri pensaron que se trataría de un „raptador de chicas“ a las que obligaría a prostituirse, en aquella época se dieron muchos casos en Italia. Empezaron las llamadas a casa de los Orlandi, muchos eran de locos y bromistas de mal gusto y aprovechados que aterrorizaron a la familia durante meses. Pero cuando las llamadas más frecuentemente procedían de determinada dirección, me pareció cada vez más claro que estábamos ante una desaparición que no era como las demás.

¿Sabía el papa Juan Pablo II de a quién se estaba dirigiendo cuando invocó la humanidad de los que retenían a Emanuela?

La primera llamada que recibieron los padres tuvo lugar tres días después de la desaparición de la chica: “Soy Pierluigi, tengo 16 Jahre años. Me encontré con ella en Campo de Fiori. Tenía un stand con colgantes, se presentó como "Barbarella". Al día siguiente vuelve a llamar Pierluigi: "Barbarella" vende productos de  Avon, tiene una flauta con una funda negra, se avergüenza de llevar gafas.” El 28 de junio un tal "Mario": Vió a  "Barbarella" en su bar y le oyó hablar sobre a venta de productos Avon. Dijo que estaba harta de la rutina diaria y quería descansar de la familia. Pero en septiembre volvería para la boda de su hermana.  

Entonces ocurrió algo digno de ser mencionado, según Martella. El 3 de junio, domingo, el papa dice al final del Angelus: “Para acabar quiero mostrar mi cercanía con la familia Orlandi. Están muy preocupados por su hija de 15 años, Emanuela, que no ha vuelto a casa. Comparto los miedos y el dolor de los padres. Espero y confío en la humanidad de los que son responsables de su desaparición”.
Emanuela liebte die Musik. Am Tag ihres Verschwindens hatte sie Querflötenunterricht, jenseits der Mauer
Emanuela desapareció al volver de su clase de música


Estas palabras del Papa en un momento en el que el caso está tan reciente que ni siquiera se sabe si Emmanuela se ha ido de casa o si ha sido secuestrada suscita para Martella la pregunta de si el Papa conocía la identidad de las personas a las que  pedía humanidad. Y continúa: El  Vaticano grabó algunas llamadas, pero las autoridades italianas sólo recibieron los primeros segundos de grabación.
Dos días más tarde, el 5 de julio se recibe otra llamada en la sala de prensa del Vaticano. Un hombre que habla con acento americano dice pertenecer al grupo de Mario y Pierluigi. Exige la liberación de Ali Agca a cambio de la de la chica, el Papa tiene que acudir. Fecha límite: 20 de julio de 1983.
Ali Agca, dice Martella, es un demonio. Un taimado criminal de fría inteligencia. “Lo conocí muy bien, demasiado bien.“

El papa recibe dos disparos

Plaza de San Pedro, 13 de mayo de1981, poco después de las 17 horas el Papa acaba la Audiencia General, sube en un Jeep blanco. El coche va parando para que el Papa pueda estrechar la mano de los fieles. De pronto surge un hombre de entre la multitud, dispara y alcanza dos veces al papa. Una bala le alcanza en la barriga y pasa a pocos milímetros de la columna vertebral antes de volver a salir. El Papa ha sido gravemente herido. Ali Agca es detenido en el momento.
¿Por qué quería matar al Papa? ¿Para quién trabajaba? Martella tuvo que investigarlo como juez de instrucción. Agca, un criminal, un terrorista de extrema derecha perteneciente a los Lobos grises, un grupo turco, sabe inventar nuevas mentiras cada vez. En abril de 1982 Agca quiere confesar, voy a vero a la cárcel, me dice que el en cargo procedía de los servicios secretos búlgaros. Me parece posible. El papa Juan Pablo II con su discurso anticomunista y los millones que ocultamente financian Solidarnosc se ha convertido en una amenaza para la estabilidad de Polonia y para el bloque del Este en general.  

Agca dió diferentes versiones sobre los „encargadores del trabajo“ a lo largo de los años. Pero entonces me convenció de que por una vez no miente. Detuvimos a un búlgaro que estaba en la Plaza de San Pedro cerca de: un espía de los servicios secretos búlgaros. Para los gobernantes del Este la situación era delicada.  ¿La Unión Soviética un régimen que no retrocede ante el asesinato de un Papa? Los búlgaros buscaron ayuda en la eficientísima Stasi.  Martella muestra un documento. Esa escritura sólo la he visto en las Actas de la Stasi, Clasificación: alto secreto. El ministro del Interior búlgaro se dirige en ruso al jefe de la Stasi, Mielke. Le agradece la ayuda y la defensa ante las difamaciones contra Bulgaria que siguieron al atentado del Papa. Los servicios secretos de la República Democrática Alemana y las autoridades búlgaras hicieron todo lo posible para salvaguardar la integridad de Bulgaria
 Ilario Martella war als Ermittlungsrichter mit dem Fall befasst. Und zwei Jahre zuvor mit dem Attentat auf Johannes Paul II.
Ilario Martella fue juez instructor del caso y dos años antes se había ocupado del atentado contra Juan Pablo II.

Hicimos todo lo posible, repite Martella.
Hablé con los ex miembros de la Stasi, me confirmaron que hubo una „Operación Papa”. El teniente coronel Bohnsack, un colega del superespía de la Alemania del Este Markus Wolf, explicó a un juez italiano que el caso Ortolani pertenecía a la “Operación Papa”. Sirvió también tras la desaparición de Emmanuela para dejar una pista falsa: el 4 de agosto de 1984 por ejemplo apareció la primera carta de chantaje fingido dirigida a la Agencia italiana de Noticias Ansa. El “frente de unidad turca anticristiano Turkesh” escribía: "Emanuela Orlandi es nuestra rehén y será ejecutada en la fecha 30 de octubre del calendario cristiano." Siguieron otras cartas parecidas, pero dicho frente “Turkesh” nunca existió.

El 7 de mayo de 1983 secuestran a Mirella Gregori, una muchacha de la edad de Emanuela

La  Stasi quería echar la culpa a los islamistas turcos. Pero en realidad ellos eran los responsables del secuestro, según Martella. Pocas semanas antes ellos o sus aliados hicieron un intento. El 7 de mayo de 1983 fue secuetrada Mirella Gregori, una chica de la edad de Emanuela, alumna de un colegio católico. Tres meses después un desconocido con acento americano llamó al bar de sus padres: pertenezco al mismo grupo del caso Orlandi.  Llamen al Presidente si quieren volver a ver a su hija. Un mes más tarde vuelve a llamar, el amigo de la hermana de Mirella se pone al teléfono: “coja un papel le dicto la ropa que lleva Mirella. Dele el papel a la madre de Mirella.”

La descripción de la ropa coincidía, nos dice, Martella está convencido de que Mirella fue secuestrada para conseguir mediante el chantaje la libertad de Agca. Probablemente la asesinaron puesto que ni el Estado italiano ni el Vaticano negociaron. Y por ello eligieron una nueva víctima que tendría mucho efecto mediático: Emanuela. Quizás con la ayuda del benedictino Eugen Brammertz, que luego se comprobó era un secreto colaborador de la Stasi. Se sentaba en una oficina desde la que podía vigilar la casa de los Orlandi.


Die Welt des Vatikans ist klein: Familie Orlandi mit Johannes Paul II. – vor ihm mit Brille Emanuela, ganz außen ihr Bruder Pietro
El mundo del Vaticano es pequeño, la familia Orlandi con el papa, Emanuela delante con gafas







Martella visitó al terrorista Ali Agca en la cárcel. Le contó que había sido secuestrada una chica para conseguir su libertad. Agca se quedó horrorizado, más tarde escribió: estoy en contra de este acto criminal, estoy con la chica inocente y con su familia. Me niego a cualquier intercambio. Estoy a gusto en la cárcel italiana.  
Al mismo tiempo Agca ya no colaboraba con nosotros, cuenta Martella. Afirmaba que trataba con la CIA. Creía que lo liberarían pronto, no quería aparecer como un traidor a los que le habían encargado el atentado.
Martella echa a un lado el manuscrito y se levanta de la silla. El caso Orlandi es una derrota de la justicia italiana, nos dice mientras se dirige hacia la puerta. Los investigadores perdieron demasiado tiempo en falsas hipótesis.

Un Gangster llamado Renatino sonríe, pronto será el jefe de la  "Banda de la Magliana"

En un café romano está sentado el fiscal Giancarlo Capaldo, un hombre de pelo cano, muy ocupado que se toma un zumo de naranja recién exprimido. Capaldo defiende la teoría de la mafia, por ello es el enemigo de Martella en el caso de Emanuela Orlandi. Cuando se habla de la “solución“ de este caso, Capaldo tuerce el gesto de la boca como si en vez de jugo hubiera bebido vinagre. Nos dice: “no hay relación ninguna entre el atentado al Papa y el secuestro de Emanuela Orlandi.”

En 2008  Capaldo es el fiscal antimafia de Roma, chantajes y secuestros son asunto suyo. Por ello el 1 de julio llega a su mesa una declaración de una tal Sabrina Minardi.

Sabrina Minardi, de unos 60 años, hija de un comerciante de verduras. Vivió la pobreza en la infancia, se casó con el portero  del Lazio de Roma,  Bruno Giordano, sex simbol de los 70, champán, fiestas, joyas. Tras el divorcio drogas, prostitución. En 1982 está sentada en un Pianobar cuando el camarero le trae un ramo de rosas rojas y una botella de champán. Un hombre le sonríe, es Enrico De Pedis, apodado Renatino, un gangster, que pronto será el jefe de la "Banda della Magliana" aufsteigen. De Pedis le envía una maleta con 100.000 liras: ¡Gástalas! Si vuelves a casa sin haberlo gastado todo no te abro la puerta. Sabrina Minardi cede y adopta su estilo de vida: Bulgari, Cartier, cocaína.
Papst-Attentäter Ali Agca vor Gericht. In wessen Auftrag wollte er den Pontifex töten?
Ali Agca es llevado a juicio

La memoria de la mujer cuya declaración reposa sobre el escritorio de Capaldo en 2008 presenta lagunas. Sin embargo Capaldo da credibilidad a gran parte de lo que cuenta, también porque no busca provecho ninguno de esta declaración. Sabrina Minardi dice que De Pedis subió a Emanuela a su BMW un par de días después de su desaparición. La chica estaba consciente aunque hablaba con lentitud reía y lloraba  Das Mädchen war bei Bewusstsein, sprach aber schleppend, lachte und weinte wie von Sinnen. Fueron a una gasolinera, allí Emanuela fue trasladada a un Mercedes con matrícula del Vaticano en el que la recibió un hombre vestido de cura.

Un hombre cogió un saco el coche y lo tiró a una hormigonera

Emanuela habría sido retenida en el sótano de una casa de Monteverde al que se llegaba por un pasadizo secreto según cuenta Minardi. Ella misma unos meses más tarde fue con su amado Renatino hasta unas obras. Un hombre cogió un saco del coche y lo tiró a una hormigonera. Ella cree saber lo que había en el saco.
El cadáver de Emanuela.
Encontramos el escondite como lo había descrito Minardi, el Fiscal dice que otro ex miembro de la banda tendría que acordarse. Emanuela habría sido encerrada probablemente para chantajear al Vaticano al modo de la mafia: el dinero o la vida de una chica inocente.
Es posible según Capaldo, que la banda de la Magliana recibiera el dinero, que los mafiosos y sus cómplices habían invertido en el banco Vaticano. El banco se vió envuelto en un escándalo financiero en la década de los 80, hacía negocios con el dinero de la mafia y se les acusó de estafa. Y de haber invertido el dinero de sus dudosos clientes en dudosos negocios. Quizás alguien del Vaticano formaba parte de la conspiración. Luego la mafia arreglaría sus asuntos con el Vaticano.
Einen Monat vor Emanuela wurde bereits Mirella Gregori entführt. Dann kamen diese Anrufe
Mirella secuestrada un mes antes que Emanuela

Quizás todo esto aclara que hace un reconocido jefe mafioso como Enrico De Pedis enterrado desde 1990 en la cripta de la iglesia de  San Apollinare, en una tumba que en principio estaba preparada para un cardenal o alto dignatario eclesiástico. Oficialmente se le enterró allí porque fue un gran benefactor de los pobres.   

Esta historia da que pensar, pues parece que el Vaticano sabría más sobre los motivos de la desaparición de Emanuela. Pero en los Aber en los 30 años que ha durado la investigación en este caso las autoridades italianas sólo han recibido por parte del Vaticano negativas e impedimentos, eso dice Capaldo. Por eso era contrario a que en  2012 se abriera la tumba de De Pedis. Se rumoreó que tal vez los restos de Emanuela estaban enterrados con los del mafioso. Capaldo hubiera preferido que se usara la presión de la opinión pública para exigir la completa apertura de los archivos del Vaticano. En la tumba por supuesto no había restos de Emanuela. (Los que permitieron que se abriera sabían que no había nada).

En el Vaticano reina la omertà

Capaldo dice mientras suspira que el caso es un auténtico laberinto, “del que solo saldremos cuando los pocos que saben y están vivos cuenten la verdad.”

Pietro Orlandi, el hermano, está frente a la torre del Vaticano y dice que ya no sabe cuál de las teorías sobre el destino de su hermana tiene que creer. Si tras el rapto está la mafia, los servicios secretos o trata de blancas. Prefiere no creerse ninguna hasta que se descubra la verdad.
Su mirada se dirige a lo alto de la torre. “Estuve trabajando ahí hasta 2008, en una oficina sin ventanas, me ocupaba de las transferencias del banco Vaticano. Se cansaron de mí, hice demasiadas preguntas sobre  Emanuela.”
El trabajo se lo ofreció el propio Papa Juan Pablo II. En la navidad de 1983 el Papa visitó a la familia, les dijo unas palabras de consuelo: „Querida familia, ya sabéis que hay dos tipos de terrorismo, nacional e internacional, vuestro caso es un caso de terrorismo internacional.” “Esta frase del papa fue un bálsamo para mi y mi familia y desgraciadamente para muchos investigadores“reconoce Pietro Orlandi.

 Giancarlo Capaldo bekam als Anti-Mafia-Staatsanwalt eine elektrisierende Aussage auf den Tisch, 25 Jahre nach Emanuelas Entführung
 Giancarlo Capaldo, fiscal anti mafia recibió la declaración de la novia de Renatino

Retira su mirada del Vaticano y reanuda sus preguntas, ¿por qué los altos dignatarios vaticanos mintieron a la policía mientras Juan Pablo II decía en público „         que se haría todo lo humanamente posible para dar una feliz salida al caso“?. Dicha frase del papa queda desenmascarada como una mentira cuando la policía italiana descubrió una llamada telefónica  un año después de la desaparición de Emanuela. Un superior decía al representante de la policía vaticana antes de su entrevista con los investigadores del caso: “Dí a todo que no, a todo que no”.

Pietro Orlandi nos dice que en el Vaticano domina la omertà, un cartel del silencio. Vuelve a la puerta, pasa por delante del Guardia Suizo, sale del mundo que le niega la posibilidad de entender, lía un cigarro y dice que una persona de confianza había visto en el escritorio de monseñor Georg Gänswein, el secretario personal del Papa Benedicto, una carpeta titulada: "Emanuela Orlandi". Pidió en repetidas ocasiones que se la dejaran ver, fue en vano.

Sabrina Minardi war Sexbombe, Spielerfrau, Prostituierte. Schließlich teilte sie ihr Leben mit dem Mafiaboss Enrico De Pedis. Der setzte ihr eines Tages ein junges Mädchen in den BMW
Sabrina Minardi y Renatino

Siete años antes creyó que podría aclarar el destino de su hermana. Cuando Ali Agca salió de la cárcel en Turquía, Pietro viajó a Ankara. Fue a su casa, la tele estaba puesta a todo volumen porque Agca tenía miedo de que les estuvieran escuchando. Agca habló durante una hora. Emanuela habría sido secuestrada para liberarlo a él. El plan lo habrían fraguado entre la  CIA y los servicios secretos italianos. Emanuela estaba viva aunque no sabía donde. El Vaticano la habría encerrado en un monasterio y él quería ayudar a encontrarla.  

No tuvo que decir nada. La desesperación de mi madre era mayor que la de hacía 10 años

Pietro Orlandi no hace caso de todo esto, ha escuchado muchas historias increíbles. Sabe lo mal que se pasa cuando uno está roto por dentro, cuando hay que agarrarse a sí mismo e intentar sobrevivir asimilando todo lo que ha pasado. No puede olvidar el mes de julio de 1993. Compró un regalo para el reencuentro, unos pingüinos de cerámica abrazados uno a otro.


Los datos eran precisos, provenía de un hombre de confianza del abogado de la familia: ¡Vete a Luxemburgo al monasterio de Peppange! El hombre había mostrado unas fotos en blanco y negro en las que se veía a una joven vestida como las monjas, con el pelo recogido atrás sentada al lado de un órgano.

La familia Orlandi se acordaba de la afición musical de Emanuela. La cara de la foto se parecía a la suya, también la postura. Enseñaron las fotos a los parientes. Estaban seguros de que era ella.


Los padres y Pietro viajaron con los investigadores y funcionarios de la policía, fueron a la comisaría de policía de Luxemburgo, el viaje tenía que ser secreto, sino podían volver a llevarse o esconder a la chica.
“Mi madre tenía que identificar a Emanuela a través de un cristal. Estaba radiante de alegría, de volver a abrazar a su hija“ cuenta Pietro Orlandi. “Yo esperaba en el pasillo con mi padre. Tras unos momentos sale mi madre, la cara demundada como una muerta. No tuvo que pronunciar una palabra. La desesperación de mi madre era todavía mayor que 10 años antes, mayor que la de la noche en que desapareció Emanuela.”

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