SOBRE EL BARBARO ARCAÍSMO DE LAS MORTIFICACIONES

Cilicios

Sobre el bárbaro arcaísmo de las mortificaciones

En los medios de comunicación cuando se habla del Opus suelen salir a relucir los cilicios, dado el lado gore del asunto reforzado tras la novela y film “Da Vinci Code” de Dan Brown. Sabía de qué hablaba, no sólo por esto, curas al frente de crímenes, ningún tonto el Dan Brown, ¿cómo lo supo? Esa ya sería otra interesante historia.

Las mortificaciones son práctica corriente entre los miembros de la Santa Mafia (los miembros y miembras pringadillos, para ser exactos, si me hubiera fijado mejor habría aprendido a distinguir sólo por la cara quién usaba cilicio y quién no, pero ni se me pasó por la cabeza que se me había puesto una carga que las dires “ni con un dedo tocan”,  inútil de mí). Para hablar del tema dejando de lado la parte emocional-sensacionalista, Golias Magazine ha entrevistado a Marie-Bérangère J. y a Catherine Tissier, ex miembros del Opus Dei. 

Si algunos católicos consideran que el uso de las mortificaciones corporales acerca al sufrimiento de Cristo, les toca a los lectores de Golias llevar la pesada cruz « reflexiva » de estos arcaísmos medievales que suelen ir acompañados de la más cruel de las barbaries. « En el Opus Dei, no se les cae la palabra mortificación de los labios, explica la ex opusina Marie- Bérengère J. En la práctica se empieza por cosas simples, no apoyarse en el respaldo de la silla, no cogerse a la barandilla en las escaleras, comer menos de lo que gusta y más de lo que no. Levantarse de la mesa con hambre. Luego llegan las cosas más  importantes : cilicio,  disciplinas, duchas  frías, dormir en el suelo o en tabla para santificarse como hicieron los grandes santos. »

El cilicio al principio fue de crin de caballo o de un tejido rudo, rugoso y molesto, pasó a ser un pequeño collarín de metal con puntas que se clavan en la piel del muslo haciendo un daño que ni te imaginas la primera vez, luego ya hace cierto callo, la verdad sea dicha…(al menos en mí, que soy mu bruta… y me da todo lo mismo más o menos en cuanto a durezas de la vida.) Las disciplinas por su parte son un pequeño látigo hecho de cuerda. Utilizadas oficialmente “para hacer penitencia”, las mortificaciones son prescritas por los gurús sectarios porque sirven para que el adepto cultive el desprecio a sí mismo, se puede llegar a la esquizofrenia a base de mortificaciones. Pero sobre todo inician un círculo vicioso de adoctrinamiento y acostumbramiento al dolor que la lectura del ya clásico  « La mécanique des sectes », del doctro Jean-Marie Abgrall, revela a lo largo sus capitulos aquí y allí.

«Enseguida la dire me dió cilicio y disciplinas, comenta Marie-Bérengère J. La mortificación me parecia algo natural una vez que había entrado en el Opus. Las cosas se hacen poco a poco, no todo de golpe, pero se hacen. Todo se hace en casa. Te dan una bolsita con cilicio y disciplinas. Las fabrican en un « taller » lo mismo que tienen otro « taller » para hacer las hostias de misa. El cilicio tiene un lado plano y un lado lleno de puntas de hierro ( que te mueres, no sé donde tiré mi cili, ¿lo llevé a reciclar?) Hay que ponérselo lo más alto posible en el muslo para que no se resbale y caiga. La primera vez que te pones el cilicio se te queda grabada en el alma. Cojeas, no puedes sentarte. Luego ya te vas acostumbrando. Pero sigue haciendo daño al sentarse, cuando te lo pones y aprietas, cuando te levantas o cuando el músculo se hincha según la posición del cuerpo se hinca más o menos. La idea es que cuanto más aprietas más generosa estás siendo con el Señor “

Lo mismo dice Catherine Tissier quien por su parte aprendió en su vida opusina a fabricar cilicios. ¿Cuántos cilicios hizo Catherine a lo largo de su vida ? « Hice tantos como personas entraban en el Opus. Me enseñaron las auxiliares mayores. Al principio cuando se hace la Admisión no aprendes eso. Te lo transmiten luego. No hice disciplinas, no tenía suficiente fuerza en los brazos para apretar las cuerdas. Pero cilicios…uf, me puse las botas de hacer cilicios. »

Si el cilicio hay que llevarlo dos horas al día, la autoflagelación con las disciplinas es semanal. « Pero se puede hacer más si una quiere, precisa Marie Bérengère J. PCuando hacía la charla me pasó que alguna vez la directora me dijo: “podrías doblar la dosis”, me lo sugería toda amabilidad y sonrisa» Oficialmente el OD no reconoce la práctica de las mortificaciones corporales cilicio y disciplinas, dicen que es calumnia, (claro es que los portavoces no se van a poner cilicio, así que lo dicen con buena conciencia, con la restricción mental característica) y afirma que sólo muy pocos miembros, una minoría la realiza voluntariamente (la tribu los tontos y las tontas). En realidad todos los ex hablan del uso generalizado de tales prácticas. Una hipocresía que Marie-Bérengère no soporta: « Nos decían que lleváramos el cilicio y si en la piscina (con gentes no opus, claro) alguien preguntaba qué eran esas marcas rojas en el muslo había que inventarse mentirijillas ad hoc. » (o comprarte los bañadores de faldita, versión retro del bañador que era un espectáculo en jóvenes mujeres de menos de 20 ó entre 20 y 30)

Catherine Tissier recuerda una anécdota ilustrativa : « Cuando las personas del Opus Dei me trajeron mis cosas a casa de mis padres un avez que me había ido de allí, me trajeron todo…menos el cilicio, que yo había guardado por supuesto con todos mis trastos. »

Otro testimonio inédito, Catherine Tissier relata una conversación con la médico del trabajo :  « La médico que firmó la baja laboral me dijo que se había dado cuenta de que otras personas del Opus tenía marcas rojas en la espalda. Cuando volví después de la baja, me hizo un raspado con la uña para ver si se me quedaba la marca. Era el tipo de cosas que había que inventar, « sí, se me queda enseguida la marca ». Me dijo varias veces que se había dado cuenta de que había gente del centro del OD que tenía marcas en la espalda y en los hombros, en los mismos sitios en todos los casos. Pero precisamente cuando ibas a pasar la revisión médica te decían que dejaras de usar cilicios y disciplinas una semana antes para que no se vieran las marcas muy recientes. »

Aparte de la violencia física está la violencia social, la violencia en las relaciones entre miembros OD, lo recuerda Marie-Bérengère J. « La mortificación corporal visto desde fuera parece algo totalmente irracional. Opino que el riesgo de estas prácticas es que te entre un orgullo fuera de serie, al contrario de lo que se piensa. Te mortificas tanto que piensas, “uso el cilicio, no soy cualquiera, uso cilicio y disciplina, como los grandes santos del pasado” Estas cosas se te pueden ocurrir, nace en ti un sentimiento de superioridad, te sientes la “élite” de la Iglesia, sabemos hacer las cosas, decimos la misa mejor que los demás…y cosas así. Pero cuando estás en el OD lo de menos es el cilicio. Lo más duro es la vida con las demás, todo lo que te tienes que tragar en cuanto a correcciones fraternas, humillaciones en el seno del grupo. La violencia social y las carencias afectivas es mucho más duro que la violencia física.” 

¿Las correcciones fraternas ? Marie-Bérangère explica : « Den el evangelio Cristo dice : Si tu hermano peca, ve y corrígele a solas, Si no te escucha ve a la comunidad…etc, pero se refiere a cosas graves. En el Opus Dei te dicen que hay que hacer correcciones fraternas para ayudar a las demás a santificarse. Hay que hacer y también recibir. El que no las hace tiene mal espíritu, no quiere que los demás se santifiquen. Para poder hacer corrección te pasas la vida vigilando a ver en qué caen. Si no haces corrección te dan un repaso en la charla fraterna. Cuando se ve algo se consulta a la directora que autoriza la corrección o encarga a otra que se la haga. La primera corrección que hice me la sugirió la directora : ¿te has fiajdo que Malaury pone los pies en el reclinatorio ? es una falta de pobreza porque se estropea la tapicería. Así que tenía que corregirla, aunque con mis 17 años me sentía falta haciendo algo así. Tenía que llevarla a una salita y a solas se lo dije, ella me lo agradeció como está estipulado y así nos pasábamos la vida, de inspectoras e inspeccionadas por las demás, vigilando y corrigiendo asuntos que no tenían interés ninguno. Una de las últimas que me hicieron fue que estuve en misa sin corbata (del uniforme de alumna) ¡Todo un crimen! Muestra de mi falta de Amor de Dios. Tal persona no miraba al sagrario durante la meditación, otra que no dirigía su corazón al Señor. Fulana no doblaba las toallas como estaba estipulado, señal de que no se estaba esforzando por santificar el trabajo. ¿Ayer por la noche te sentaste en el sillón más cómodo? ¡Te falta espíritu de mortificación.!»

En realidad ambas violencias van juntas. A la culpabilidad generada por la violencia social que implica al adepto, se responde por un ejercicio del odio de sí mediante mortificaciones cuyo objetivo es “purificarse” desculpabilizándose por la barbarie “redentora”. Este odio de si puede generar una sensación de control y poder que es bastante relativa.

El uso de cilicio y disciplinas no es privativo del OD. En Internet hay numerosos foros en los que se venden estos objetos. Y aún peor, ya se han creado grupos de Facebook que reúnen a « los que les gusta llevar cilicio ». Se juntan creyentes de todas las nacionalidades, laicos y curas, miembros de OD y de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Los lefebvristas no tienen la obligación de la mortificación corporal según las discusiones de sus miembros. Por unos pocos euros se pueden adquirir los accesorios más repugnantes sin que la autoridad eclesiástica mueva una ceja. ¿Por cuánto tiempo? 

Frente a la barbarie de arcaísmos e integrismos, nos queda preguntarnos dónde se sitúa la moral, seguramente no en estos defensores de la barbarie que tendrían que pensar en triturarse la cabeza antes que la carne.