REGLAS

 

Este muchacho cuenta que en Belén a la founder le pasó con los "hombres" lo que al nuestro con las "mujeres". No salieron a la primera, ni a la segunda. Tardaron en venir. Venían y se iban enseguida. Al principio captó a un benedictino de unos 50, como ella, que enseguida abandonó, aunque ya habían hecho una comunidad de 10 monjes, una noche de Navidad desapareció dejando un mensaje escrito. Sor Marie lo había buscado. En su lugar puso un jovenzano manejable. Mejor monjes jóvenes sin experiencia.

Y no se queja pero es curioso oírle expresar de la falta de adaptación de una orden pensada para mujeres por una mujer al ámbito masculino. 

Founder envidiosa de Madre Teresa de Calcuta, que tenía más vocaciones que ella. Y por una vez entiendo la narrativa de 1950: la nueva comunidad debía "elevarse", vivir el dogma de la Asunción.


Gracias por tus palabras y solicitud, no estoy en esa red social ni en ninguna. No tengo costumbre de "amigar" por Internet, no me interesan las conversas perso. 

Me va bien y vivo tranquila, comparto, comento, analizo. Deploro el silencio alrededor de esta temática, que en nuestro país se sustancia en opus por encima de las demás organizaciones "cortadas por la misma tijera". Pero hay otras al menos tan deplorables y perjudiciales. Y me alegro de compartir en público siempre,  el asunto es de importancia pública. Lamento que muchas personas que comparten lo que siento no osen manifestarse, comentar, analizar, añadir, mostrar que no están conformes con lo que otros que han salido dicen. Me aguanto, soporto y resisto y sigo adelante.

Podríamos hacer un congreso de ex de todos estos grupúsculos, escucharnos unos a otros y darnos cuenta de que era siempre lo mismo, igual, una y otra vez la misma canción. Ayudaría a la purificación de la Iglesia y al realismo,  dejar de flotar en las nubes y asumir las desviaciones aprobadas por falta de trabajo, desinterés, no estudiarse los dossieres y dejar hacer a mentirosos inspirados. Como el asunto de los niños que ha tardado 50 años en salir desde las primeras cartas a Roma, espero verlo, el asunto de las comunidades desviadas. Si no pasa, peor para la Iglesia. 

Comparto la literatura que va en la misma dirección según la cual yo veo la vida como estas palabras de George Sand a Flaubert en su correspondencia:

"No quieres aficionarte a la naturaleza. Peor para ti; tú que das tanta importancia al detalle de los asuntos humanos ¿no te preguntas si en ti mismo no hay una fuerza natural que desafía los "si" y los "pero" de la verborrea humana? Nosotros somos naturaleza, en la naturaleza, por la naturaleza y para la naturaleza. El talento, la voluntad, el genio, son fenómenos naturales como el lago, el volcán, la montaña, el viento, el astro, la nube. Lo que el hombre manosea es bello o feo, ingenioso o estúpido: lo que recibe de la naturaleza es bueno o malo, pero es. Existe y subsiste. No es a ese barullo de apreciaciones llamado la "crítica" a quien uno debe someter lo que hace y lo que quiere hacer. La crítica no sabe nada. Su asunto es charlar. Sólo la naturaleza sabe hablar a la inteligencia, en una lengua imperecedera, siempre la misma, porque surge de la verdad eterna, de lo bello absoluto..."

"No digo que la humanidad esté en camino hacia su cima. Confío en ello, a pesar de todo; pero no discuto sobre eso, es inútil, porque cada uno juzga su visión personal, y es cierto que el aspecto general es ahora mismo bastante pobre y feo. Además, no tengo necesidad de estar segura de la salvación del planeta y de sus habitantes para creer en la necesidad del bien y de lo bello; si el planeta no sigue esa ley, perecerá; si los habitantes la rechazan, serán destruidos. Otros astros, otras almas tomarán el relevo, ¡que se le va a hacer! En cuanto a mí, quiero gravitar, hasta mi último suspiro, no con la certeza ni la exigencia de encontrar en el más allá un buen lugar, sino porque mi único placer es mantenerme, con los míos, en el camino que asciende".

"En otras palabras, huyo de la cloaca y busco lo seco y limpio, segura de que es la ley de mi existencia. Ser hombre es poca cosa; estamos todavía muy  cerca del mono, del cual dicen que procedemos. Tal vez sea así; razón de más para alejarnos de él y poder llegar al menos a la altura de la verdad relativa que a nuestra raza le ha sido dado comprender; ¡ciertamente muy pobre, muy limitado, muy humilde!. Pues bien, asumámoslo en la medida de lo posible y no suframos porque alguien nos lo quite".


También a Sor Marie le encantaban las reglas, añadir, quitar y poner, y sus sucesoras igual, eternas legisladoras.

Reglas de vida

La vida del convento está inspirada en el modelo cartujo. Se rige por las "constituciones" escritas por la fundadora, que consta de más de 800 páginas. Las hermanas están solas en sus celdas todo el día para rezar, trabajar y comer. La única comida comunitaria se celebra el domingo en silencio en el refectorio. Asisten a dos asambleas litúrgicas al día, una hora y cuarto por la mañana, dos horas por la noche. El "oficio de espera" se celebra entre las 4 y las 6 de la madrugada en una celda según una tradición de los monjes solitarios del desierto  de Oriente "guardianes de la Iglesia en el momento en que el universo está durmiendo". La lectura está prohibida durante el noviciado.

Apoyo financiero

La comunidad tiene muchos poderosos partidarios de familias industriales, como los herederos de la firma C&A. La pareja sin hijos Brenninkmeyer legó toda su fortuna a la Familia Monástica de Belén. También se beneficia del apoyo constante de la familia Michelin, que financió la construcción de varios monasterios: Poligny cerca de Nemours en 1971,  Camporeggiano en Italia, y un monasterio en Lituania donde entraron las sobrinas pequeñas de Bruno Jeanson, vinculadas a la familia Michelin, director de la filial italiana en Turín. Un rico donante estadounidense financió totalmente la construcción del monasterio americano de Livingstone Manor en 300 hectáreas de tierra puestas a disposición por el cardenal John Joseph O'Connor, arzobispo de Nueva York. La comunidad también tuvo un fuerte apoyo con la familia real de Bélgica: el rey Balduino, cercano a la comunidad hizo retiros en la misma junto con su esposa, la reina Fabiola, legó en 1992 las 15 hectáreas del dominio real de Oprimbia, en Limburgo. La construcción del monasterio de las hermanas en el lugar tuvo consecuencias judiciales, lo que desató la polémica como había pasado con otros edificios construidos en Francia.

 

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