TESTIGOS DEL SANTO

 Nos dice Emilio J. Corbiére que con motivo de la beatificación de 1992 publicó un artículo en El Cronista que desató las furias de los prelaturos, hubo cartad indignadas y ofensivas. A partir de ahí decidió investigar el tema. De manera que nuestra querida Bistagnino no es la primera argentina que le ha dedicado esfuerzo investigativo al asunto. Hubo otros antes.

Generó polémica aquella beatificación, fue controvertida. Olegario González de Cardedal, teólogo español que precisamente festejó el último dos de octubre su 90 natalicio, aportó elementos interesantes a la polémica:

"Cuando estén jubilados Ratzinger y Castillo Lara podrán contar el servicio que hicieron a la Iglesia, buscando un lugar exacto a las Prelatura dentro de las estructuras constitucionales de la Igleisa, y si ello era o una ingenua herejía o una inmensa pretensión de poder. Otras autoridades de la Iglesia tendrán que explicar por qué se solicitó la opinión del Episcopado español sobre el establecimiento de esa Prelatura no como consulta antes de tomar la decisión, sino como un hecho consumado.

El teólogo católico se interroga si los métodos del "Opus Dei" siempre se han correspondido con la misión del cristianismo y agrega que el Opus desde su origen como una Iglesia dentro de la Iglesia".

Al hablar sobre los orígenes del OD, recuerda que que fue en uno de los momentos peores de la historia ibérica: la posguerra española, el integrismo redivivo, la identificación entre sociedad de Iglesia, la exhumación de los ideales imperiales de otros siglos y el rechazo de la conciencia moderna, la connivencia entre el poder político y la jerarquía católica, la presencia de obispos en los órganos del Estado. Todo ello estableción una relación entre Iglesia y mundo que ponía en peligro tanto la verdad y la libertad de la Iglesia como la verdad y la autonomía del mundo.

Todo esto permite establecer al teólogo que el Opus estuvo signado por la época de su surgimiento y que lo unió al poder en una etapa donde las libertades estaban conculcadas. El hecho de que sus miembros como individuos o como grupo protagonizasen parte de esa política los hace responsables de sus logros y fracasos,  y explica que hoy se descargue sobre esa institución la responsabilidad de muchas llagas abiertas entonces.

No es difícil coincidir con estas críticas, a las que se suman las de Hans Urs von Balthasar y hasta las del cardenal austríaco König, que no se sentía adversario del Opus pero instó a la institución a que dejara atrás los integrismos preconciliares.

Por supuesto que no hay proceso científico capaz de averiguar si alguien está sentado o no a la diestra de Dios Padre. Aquí se critican dos aspectos que hacen a los mecanismos que la propia Iglesia utilizó para canonizarlo. Desde el punto de vista laico, es también posible analizar la solvencia intelectual y pastoral del canonizado y la oportunidad y mecanismo con el cual se lo beatificó.

Von Balthasar, el célebre pensador católico, hace mucho que desmenuzó la obra Camino, de EdB, considerándola como un manual sin importancia teológica. En cuanto al trámite de canonización, como se ve, no sólo conservadores ajenos al catolicismo, sino desde la propia Iglesia, se lo considera un despropósito.

El desarrollo de la institución en la Argentina, su organización de cuadros, las ideas que maneja en relación con el poder, no la hacen ajena a la consideración general. No para establecer maniqueas diferencias ni antagonismos estériles, sino porque su consideración, por la actividad de la organización, merece atención, principalmente, porque no solo está enderezada a una labor específicamente religiosa.

Por la rapidez inusual del proceso muchos se preguntaron si hubo manipulación del sistema de proclamación de santos y cuál era el objetivo final que se perseguía con la canonización exprés. Entre los antecedentes polémicos se puede resaltar que si normalmente se suelen escuchar los testimonios de personas de la tierra natal de los candidatos, en este caso era evidente que la Congregación para las Causas de los Santos evitó el concurso de teólogos españoles, muchos de ellos no estaban de acuerdo con la forma y fondo de la causa. Se sabe que hubo dos teólogos que dieron su voto en contra en el proceso de demostrar las virtudes heroicas del founder.

Según Jaime Escobar, los disidentes fueron Luigi De Magistris y Justo Fernández Alonso, rector de la Iglesia nacional española en Roma. Ambos no aprobaron la causa y uno de ellos escribió que "beatificar a EdB podría causar a la Iglesia grave escándalo público".