FRENTE AL ISLAM
LA
BRIGADA DE LA
SOTANA Y EL CRUCIFIJO
Los asesores papales defensores de una vía intermedia
desaconsejaron vivamente el viaje de JPII a Khartúm en febrero de 1993. La
visita les parecía totalmente contraproducente. Argumentaban que la visita del
sano Padre en la capital de Sudán otorgaría cierto grado de legitimidad y
reconocimiento a uno de los sponsors del terrorismo internacional que
ciertamente no merecía.
Según el obispo de El Obeid, monseñor Macram Gassis, la
visita papal fue organizada por el nuncio en la capital del país, el arzobispo
Erwin Josef Ender, pro Opus, contra la opinión del episcopado sudanés. Gassis
informó de que el nuncio lo negaba y estaba enfadado con él por haberlo
desvelado. Los demás obispos apoyaban a Gassis. En el viaje del Papa a Kampala
le advirtieron: “recuerde que las manos que va a estrechar en Khartum está
manchadas de sangre”.Erwin Josef Ender |
Africa, continente en el que la inseguridad y la emigración
crecían por el aumento de la población, la disminución de los recursos y la
degradación el medio ambiente, era para los dirigente OD un campo de batalla de
primera línea en sus guerras espirituales. Desde Ceuta hasta el Cabo el Islam
iba cogiendo auge a marchas forzadas. Pensaban por ello que era necesario que
el Papa más político de los tiempos modernos, el guerrero espiritual que venció
el comunismo, se hiciese ver en Sudán, país desde el que se estaba exportando
el Islam radical al resto de Africa y al mundo entero.
Cuando llegó a la capital sudanesa JPII estaba pensando en
el tercer milenio, el Gran Jubileo de 2000 fue uno de los slogans del pontificado. Dijo que “era un evento profundamente
cargado de significado cristológico”. En sus escritos de la época se comprueba
la fascinación del Papa polaco por la visión milenarista de san Juan en el
Apocalipsis, libro lleno de simbolismo místico: las 7 copas de la ira divina,
el juicio de Babilonia, la derrota de la bestia y del falso profeta y la
fundación de la nueva Jerusalén. “El mundo necesita purificación, necesita
convertirse” escribió en Tertio Millennio
Adveniente, pero la única vía de salvación posible para JPII estaba en
Jesucristo, el Islam no era una religión redentora, según leemos en Cruzando el umbral de la esperanza.
Su intención con el milenio de la redención era llevar el
misterio de la salvación cristiana a toda la humanidad pero con ello estaba
fraguando una peligrosa fórmula. El objetivo del gran jubileo de la Redención estaba en
Tierra Santa, lugar tradicional común a las tres grandes religiones
monoteístas. Para los habitantes de la zona era evidente que los seguidores
devotos del Islam o de las sagradas enseñanzas del Talmud recibirían la
“purificación del mundo” predicada por el papa con hostilidad.
Uno de los hostiles era Hassan al Turabi que no era un
radical sino un hombre razonable licenciado en derecho internacional en
Khartum, Londres y París. Un orador carismático que hablaba con fluidez árabe,
inglés y francés y que rechazaba la salvación cristiana porque estaba seguro de
que sólo los que siguen las enseñanzas del Profeta podrán alcanzar al paraíso.
Con sus advertencias al régimen de Khartum de que dejaran de
matar a los cristianos JPII rozaba el límite del abismo en su enfrentamiento
con Islam. Gracias a la presión de los servicios de prensa vaticana, los líderes
sudaneses estaban preparados para mostrar al mundo que eran un régimen
tolerante. Tras reconstruir la ruinosa catedral católica de la ciudad,
acondicionaron la plaza delante de la fachada catedralicia para acoger una gran
misa a la que acudieron sobre todo refugiados del sur del país. Los sudaneses
del sur vivían precariamente alojados en los alrededores de la ciudad y sus
hijos eran amenazados diariamente con la conversión forzada al Islam.
Sólo 25 millones de habitantes en un país inmenso, Sudán era
un paso clave para la conquista espiritual del continente. Desplazando y
convirtiendo a los 7 millones de cristianos y animistas del sur del país, los
fundamentalistas islámicos habían conseguido introducir una cuña en el corazón
del Africa negra entre los cristianos del este y los del oeste además de
provocar una situación de gran vulnerabilidad en esa población ante cualquier
ataque político. Sólo había tres factores que frenaban a los islamistas: el
Ejército de Liberación del pueblo Sudanés (SPLA), el caos económico en el norte
y la hostilidad del medio natural en el sur.
El país más grande de Africa ofrece un interesante retrato
de un estado radical. La renta per capita
estaba alrededor de los 55 $, el la más baja del mundo. La inflación anual en
aquellos años 90 era del 120%. En un territorio regado por el Nilo Azul y en
Nilo Blanco, la hambruna era un mal crónico causado por el hombre, que servía
de arma de represión y genocidio. También España era rica y también se usó el
hambre como arma de represión y genocidio en los años 40.
Omar Hasán Ahmad al Bashir
|
La deuda externa de Sudán era tan elevada que todo lo ganado
por el cambio de divisas en Khartum se iba en pagarla. La respuesta del
mandatario Bashir consistió en reprimir toda forma de disenso, prohibiendo los
sindicatos y amordazando la prensa. En el primer año al frente del gobierno
ejecutó cinco veces más gente que la que murió en todo el tiempo posterior a la
independencia. Por insistencia de Turabi reintrodujo la Sharia, la ley islámica,
primero en el norte y luego en todo el país. La guerra santa se intensificó con
la inestimable colaboración militar iraní.
Comentarios
Pero ahora dudo, gracias al recordatorio del intrigante colectivo Stoner, si no fue el propio Escrivá el que mejor lo definió –si es que los textos póstumos fueron suyos. Esto dice Escrivá de sí mismo:
“ Pensé —y se lo dije a D. Pedro Poveda— que soy un hipócrita. Yo me veo bien y ¡cómo me veo!... ¡Cuánta villanía en mi conducta, y cuánta infidelidad a la gracia!”
(Catalina 1078 en el libro DYA de González Gullón).
http://www.opuslibros.org/html/Stoner8.htm
Cuánta hipocresía y cuánta villanía, eso es el Opus. Lo dice Escrivá.
Es una pena que Stoner no informe sobre ese Sebastián Cirac Estopañán, catedrático en Barcelona, que fue el censor domado de Escrivá, a la vez censor oficial y de los primeros socio del Opus, si es que lo fué. Quizás por las relaciones de Sebastián Cirac nos enteráramos del verdadero origen del Opus y sus obediencias.