Hablemos del Opus Dei

Versión centroamericana. Recojo la nueva definición del grupo: picadora de carne que necesita siempre más y más. 

Impresionante supernume de cervecería al que seguro incluían en las listas de 90.000 miembros. 

 Se confirma: vigilancia y chivateo de irrelevancias son el modo de progresar y llegar a lo alto, por ejemplo a "jefe regional".


La desobediencia ya es semioficial. Y las incongruencias en boca del propio founder se dieron desde la primera hora.

Reconocido el poder de esta institución, todo les estaba permitido, como por ejemplo vociferar  públicamente "no somos un instituto secular", siéndolo. Los tiempos han cambiado y estos pasajes de las tertulias filmadas ya no se pueden proyectar. Ejemplo de las patas cortas que tienen las mentiras. 

Prevén el futuro de las demandas e invierten en ladrillo, buen punto. Poner a salvo el capital del que viven sin trabajar.

Torrente que se les viene encima... casi un siglo de estafas y mentiras, el karma se dirige hacia ellos. 

MANUAL DEL ÉXITO

Para su apostólico fin, los socios del Opus cuentan ya una preciosa guía que el founder ha escrito en sus ratos libres: Camino. Una colección de frases, un libro de reflexiones pías, que aún es sustento espiritual para 100.000 personas. El teólogo von Balthasar lo definió como "manual para boy scouts". El escritor Luis Carandell lo considera "un remedo mediocre de los Ejercicios de San Ignacio".

Es más que eso. Escrito en lenguaje de confesionario, el librito encierra claves que permiten entender mejor el fenómeno Escrivá y su imparable marcha hacia el altar: con el picante adobo de la fe, Camino es un manual para triunfadores, un evangelio del éxito. Los trucos de Dale Carnegie y demás expertos en relaciones sociales que florecieron años después (Cómo tener éxito en los negocios, Cómo dirigir una empresa...) no mejoran los consejos de Escrivá, que en esto fue, decidadamente, un hombre adelantado a su tiempo.

Camino no solo permite alcanzar el cielo también ayuda a vencer en las empresas terrenales, incluidas las de carácter apostólico. El hombre que diseña E. anuncia al triunfador de los años 80: duro, juvenil, dinámico, resuelto, paciente, discreto...Trabaja mucho y sabe guardar las distancias: no se permite amistades íntimas ni familiaridades. Frío y calculador, practica el autocontrol, tiene el corazón cerrado "con siete cerrojos" y hace un uso interesado de los afectos: "La caridad... su eficacia os maravillará". Sabe disimular su orgullo, sonreír sin ganas y aún siendo superior a los demás , va para santo y está en posesión de la verdad: ambas cosas dan mucha seguridad, evita los aires de suficiencia. Si hay que fumar, se fuma y si hay que decir tacos, se dicen.

Escrivá recomienda mostrarse humilde, la humildad siempre da buen resultado, no flaquear ante el inferior, no dar muchas explicaciones ni intentar convencer ("no pretendas que te comprendan"), no discutir ("de la discusión no suele salir la luz"), no dejarse apabullar por las caídas...

Un montón de consejos prácticos, empapados de devoción, que aún hoy pueden resultar utilísimos para quien tenga que batir el cobre en una empresa, una redacción, una oficina o un ministerio. Lo fueron, desde luego, para aquellos jóvenes profesionales, de santa ambición que guiados por E. participaron activamente en la reconstrucción de la España de posguerra.

Mientras ellos iban escalando puestos, como obligaba el divino plan de apostolado, el Founder hacía pasillos en las proximidades del poder. En 1947 dirigió un retiro espiritual al general Franco, en el Pardo. Ricardo de la Cierva ha asegurado a la revista Tiempo que encandiló al caudillo, que "incluso pensó en hacerlo vicario general castrense".

Poco después, la providencia colocó a sus hijos en el ámbito del futuro Rey de España. Algunos participaron en una histórica reunión donde se sentaron bases para la educación del Príncipe. Tuvo lugar en Molinoviejo, una finca que el Opus tenía en Segovia. Desde su fundación, la expansión inmobiliaria: una casa de retiro por aquí, un colegio mayor por allá, un palacete, una residencia, un santuario...

En la posguerra, los negocios de enseñanza empezaron a despegar: las residencias se llenaron. La inversión había sido mínima. Los estudiantes pagaban incluso por adelantado para que les preparara la cama. El Opus pudo pronto abrir casas en los núcleos universitarios más importantes y en algunas ciudades extranjeras.

En 1951, por primera vez, un hijo de Escrivá comenzó a santificar la Administración Pública del franquismo: Florentino Pérez Embid, director general de Turismo. Seis años después, otro conseguiría la primera cartera ministerial. A partir de ahí durante más de 15 años, Franco tuvo en el OD una importante cantera de altos cargos. 

Fue el almirante Carrero, hombre fuerte del régimen, quien les permitió buscar la santidad desde sus gobiernos, en los que no sólo podían firmar penas de muerte y dar sustento espiritual al régimen: también contribuyeron a su modernización.

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