TESTIMONIOS DESGARRADORES

que miedo dan estos founders encorbatados, enamorados de niños jóvenes, ojos azules, buena familia, con plata. Interesantes las declaraciones de Salinas, así es como lo conoce el Papa Francisco, sobre las ceremonias de iniciación, cuasi novatada mas bien.
A pesar de todo, a punto estuvo de ser beatificado uno de los depredadores fundacionales, era "el mejor entre nosotros". El Saxum, el modelo de seguidor. Como Alvaro para otros. Siempre el personalismo, el elegido del elegido. Hasta que en 2011 le salió un acusador de que abusó.


Dijo Enrique Miret Magdalena con motivo del superacontecimiento opus 1992: ¿Para qué beatificarlo?

Muchos se preguntan eso. Las opiniones en la Iglesia están divididas. Algunos, como nuestro cardenal Tarancón, se hacen cuestión de la rapidez del proceso, a diferencia del de personajes mucho más populares, como el Papa Juan XXIII que los obispos reunidos en el concilio Vaticano II  quisieron canonizar por aclamación, dado el sentir favorable de los fieles. La Curia arregló las cosas para que no se hiciera. Lo que había sido el mejor refrendo de la santidad durante siglos, el sentido de los fieles, no se aceptó entonces por la burocracia romana, a pesar de que el Concilio reconoció que esa intuición de los creyentes es la más segura credencial en las cosas de la fe.

El hecho está ahí: el 17 de mayo en que Escrivá será beatificado. Algunos demasiado maliciosos, creo yo, piensan que esta beatificación, se encuentra en consonancia con la política de Juan Pablo II de elevar a la veneración de los fieles personas que están relacionadas con nuestra Guerra Civil, considerada como una cruzada religiosa, palabra utilizada por Escrivá. Porque don Josemaría (como a él le gustaba que lo llamaran) escribió Camino durante nuestra Guerra Civil y algunos analistas lo encuentran impactado por  el fervor patriótico de aquella media España nacionalista. Creen verlo sobre todo en la máxima 905, y en la introducción de la primera edición del libro, suprimida después. 

Yo no doy demasiada importancia a ninguna canonización y menos a una beatificación. Esta no es sino una medida provisional y aquella es solo una sentencia pía. La Iglesia ha dado por santos a personajes inexistentes, como Santa Feliciana, que hacía milagros, o el milagrero San Expedito, que sólo estaba en la imaginación de antiguos hagiógrafos.

En último extremo ¿a qué compromete una declaración de este tipo? a decir que el canonizado o beatificado está en el cielo, y que quienes quieran pueden venerarlo. Pero nadie está obligado a ello. Que sus partidarios lo hagan, ése es su problema. Yo incluso hubiera preferido que se beatificase a algún seglar, como Federico Ozanam, porque ya tenemos demasiados curas, monjas y frailes elevados en este siglo a los altares.

Cambio 16, marzo 1992

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