Estética

Claro que no publico a quien llega aquí insultando. Pero no hago como el opus, llamar loco y fóbico a quien me lleva la contraria. He hecho un blog para contar mi experiencia y decir mis reflexiones, sé que es complicado porqué no hay punto medio en este tema. Yo al menos me hago eco de los argumentos de mis adversarios e intento rebatirlos, cosa que el opus no hace, ellos descalifican, persiguen, machacan y masacran hasta la muerte a quien se va como hay que irse de ahí: dando un buen portazo.

Tenía pendiente de hacer notar que hace una semana recibí un par de correos "pelotilleros", que si el talento o el no talento, pero al final lo que os importa es dejar claro el insulto.

Otra persona me hablaba del modo de vestir en el opus y después. Me llamó la atención en el libro de Veronique Duborgel que recomiendo encarecidamente a quien quiera saber qué es una supernumeraria, como ella el mismo día en que decidió marcharse llenó varias bolsas con ropa y cambió el vestuario de dentro afuera. Es muy divertido cuando cuenta cómo se quedaba extasiada en las tiendas con la ropa que antes era "pecaminosa" o poco decente.

En mi caso cuando yo me fui a vivir por mi cuenta estaba tan absorbida por las cuestiones digamos "de fondo" -mi relación con las directoras, mobbing en mi trabajo- que la verdad ni me daba cuenta del tema de la ropa. Me costó bastante más tiempo ir cambiando, no en vano se es numeraria durante 20 años. Y yo creo que es algo que va viniendo conforme te espabilas.

Al menos cuando veo algunas mujeres mayores por la calle me doy cuenta de que yo con 20 ó 30 años iba vestida como ellas. En mi caso al ser numeraria en lo bajo de la escala salir a comprar ropa era todo un acontecimiento que no sé si cumplía 4 veces al año. Tuve mucha ropa heredada, recuerdo particularmente la de una supernumeraria de unos 50 años fallecida, su hija estaba en mi centro, y me tocaron bastantes conjuntos de verano que llevé casi 6 ó 7 años más. Además solía comprarlo todo en las rebajas y como nunca me he preocupado en exceso por la moda, me acababa comprando lo que a la numeraria que me acompañaba le gustaba. Había muchas comparaciones entre las numerarias con la ropa, y sólo tiempo después de estar fuera fui capaz de razonar que era evidente que las numerarias de la delegación ni heredaban ropa ni esperaban a las rebajas, ni se compraban las cosas tan baratas.

La peluquería sí que era un lujo, ir a la peluquería hasta hace muy poco era para mí una cosa muy extraordinaria.
También era espantoso el tema de los "remilgos", todo era estrecho, corto, marcaba... por la mentalidad puritana cualquier cosa te parece que te sienta mal. Si no era tal allí estaban las directoras para censurar y quitarte el traje que más te gustaba. Hubo concretamente una falda pantalón que compré con mi madre, poco antes de pitar o poco después. Esa falda era cara, la compramos en una famosa boutique de Pamplona. En el centro de estudios la que llevaba mi charla me dijo que me marcaba muchísimo -mentira podrida- y se la tuve que regalar a una vecina. Porque en aquellos tiempos no se nos permitía ni pantalón ni falda pantalón.

Así que he llevado muchas faldas o faldones tipo mesa camilla de las que huyo como de la peste en estos momentos. Recuerdo particularmente una verde que me hizo una numeraria del centro de estudios en Francia que era un horror. Dado que la tela de esa falda era resistente la llevé con toda tranquilidad 6 largos inviernos.
Otro detalle es que a veces nuestras familias españolas nos mandaban ropa cuando vivíamos en París, me acuerdo de un conjunto amarillo de verano que también duró y duró, mientras que otro monísimo -a mí me lo parecía- que compré con mi madre en Pamplona se lo dieron a una que se fue a empezar en Finlandia. Aquello me dolió bastante, era el aprendizaje del desprendimiento, de la pobreza...
Lo peor es que todos estos sacrificios sí que eran absurdos, no estaba solucionando ningún problema de la humanidad con ellos, sólo sufriendo inútilmente. Cuando se renuncia a cosas legítimas por ayudar a los demás, bueno va, pero sufrir por sufrir es que no hay cosa más estúpida.

La libertad lleva consigo que me compro y me pongo lo que me da la gana. Si algo me gusta y estoy contenta con ello, ya no hay numerarias envidiosas para chafarme estas pequeñas ilusiones de la vida. ¡Soy feliz!

Ana Azanza
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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Estimada Ana,

Muy ciertas tus palabras! Aunque haya estado dentro mucho menos tiempo y en otra época y país, el sentimiento es el mismo.
Creo que el "desprendimiento" es una excusa que usan para ir desprendiendote (o anulandote) de tu propia personalidad, de tu manera de pensar, de hablar, de vestirte...y eso me fui dando cuenta cuando habian tantas cosas que no me cerraban! Y al hilo de tu final termmino: Yo elijo que ponerme, yo elijo quien y como ser!
Anónimo ha dicho que…
Hola Ana,
yo puedo añadir por mi experiencia personal que cuando era del opus e íbamos a la piscina, a una de las numerarias de autoridad más reconocida le encantaba meterse con mis piernas flacas, y cuando me salí y se lo conté a un compañero de trabajo él me dijo que mis piernas están de rechupete. ¡Abajo las humillaciones! Nos hacían sentir despreciables y somos de o más bonito del mundo.
Gracias de nuevo por tu blog y tu valentía
Salvador ha dicho que…
Cualquier persona que conozca mínimamente al Opus ve claramente desde fuera que les inducen a pensar, hablar, vestirse, actuar, gestualizar todos igual: en definitiva, despersonalizar al individuo y reducirlo a un ser actuante en función de la conveniencia de la institución.

Para conseguir que la víctima vea como deseable todo esto, hay que abusar de sus puntos flacos y debilidades, y los más débiles (por edad y no conocer otro ambiente) o los más inmaduros se dejan hacer.

Luego, claro está, todo esto repercute en la estabilidad emocional del individuo.

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