Leonardo Boff y la visita del Papa a Brasil





Pongo esta entrevista después de volver a ver este programa de tv3 en el que salen varios opusinos ya mencionados defendiendo la monarquía. Curiosamente no hay ni uno sólo entre los defensores de la república que también salen. Ni uno. Llamativo el contraste, entre estas personas que se afanan por decirnos a los españoles que sin rey esto sería un desastre. Es su preocupación para España y la justifican abundantemente. Entiendo que es un ex nume y de familia bien el impulsor del concurso que promueve la monarquía entre los escolares. Y entiendo que es un Opus político medianamente famoso ¿quién promueve lo de la fundación Príncipe de Girona? planes apostólicos de cuerpo entero. Para España y los españoles.

Frente a la ranciedad y apolillamiento traigo a alguien que tiene pinta de profeta y habla como tal. De manera sencilla, clara, al alcance de todos los públicos y a la vez profunda.

Normal que la iglesia influida por los monárquicos de Escrivá hiciera por no tardar en ponerlo fuera de órbita. Y se nota el aire fresco de otros pueblos y otra forma de fe, más fresca, que no se pierde en vericuetos doctrinales que a nadie importan. Como no sea a la inquisición.

De momento el pontífice se quiere inclusivo de las distintas formas de fe. No sé si lo conseguirá. Mi recomendación ya se la hice, los aires australes convienen más a su estilo. Pero Roma es un museo y no le pega nada vivir allí. Lo va a tener difícil con tanto tiburón suelto.

"No tengo nada más que decirle a Ratzinger"


El teólogo de la liberación espera que el papa Francisco haga reformas. Tras sus escritos sobre la crisis en la iglesia el Vaticano lo suspendió en 1985 y le prohibió enseñar.


Die Presse: El papa Francisco está desde el lunes en Brasil. Ha dicho que le recibiría con gusto.
Leonardo Boff: Sí, pero primero tiene que reformar la curia. En Río ha pedido mi libro. Acaba de salir y se titula "Francisco de Asís  Francisco de Roma: ¿una nueva primavera para la iglesia?". El arzobispo de Río se lo ha entregado. 
El título expresa la esperanza que usted tiene en Francisco. ¿Qué le diría? 
Le pediría que pusiera a los pobres en el centro de su pontificado, entre esos pobres se cuenta este planeta sobre explotado. El nombre de Francisco representa otra iglesia, una iglesia sencilla y pobre, abierta a todos y defensora de la naturaleza. 

¿Cómo valora usted desde ese punto de vista el efecto que ha tenido hasta ahora? 
El Papa no ha tenido tiempo suficiente para realizar todas sus ideas. Pero ya ha dado un impulso definitivo. No ha empezado con la reforma de la curia, sino con la renovación del Pontificado. Quiere mostrar que el Papa tiene que dar buen ejemplo. Es humilde, directo, y libre de los símbolos del poder. SU gran reto está en restablecer la credibilidad de la iglesia después de tantos escándalos. 
La JMJ parece más bien un espectáculo alrededor de una estrella del Pop. 
Pero este Papa es más político que su predecesor. NO se comporta como una autoridad eclesiástica o como un enseñante de la doctrina sino como pastor. En Río hizo gestos decisivos visitó una favela y bendijo una clínica para drogadictos. Va en un coche pequeño y ha rechazado usar una suite. Ha elegido una habitación sencilla. En Roma vive en un apartamento pequeño, va en tranvía y bus. No es populismo sino profundo y sentido amor a los pobres y una nueva forma de entender el rol del Papa. Creo que Francisco tiene el viento a favor en Latinoamérica de los que luchan por la justicia social. 

Usted exige una iglesia que se meta con fuerza en cuestiones políticas. ¿Es esa la tarea de la iglesia? 
No hay ningún continente en el que el bienestar esté tan injustamente repartido como en Latinoamérica. En Brasil viven casi 200 millones de personas, pero sólo 5000 familias poseen 43% de la riqueza. Esta desigualdad debilita la democracia que necesita un mínimo de igualdad y transparencia. La iglesia tiene que ponerse al lado de los pobres, indígenas, negros, niños, mujeres y los que no tienen país. Con Juan Pablo II y Benedicto XVI se desatendió esta tarea. Los hombres de iglesia como yo que se dedicaron a ella, fuimos atacados. Los dos Papas nombraron a obispos conservadores que dejaron a un lado el diálogo con la sociedad. Los creyentes de América esperan que la iglesia se abra de nuevo y vuelva a la generosidad y la justicia de Jesús.  
¿Cómo explica usted el rápido crecimiento de las iglesias evangélicas en Brasil y en Latinoamérica? 
Estas iglesias se originan por el vacío institucional de la iglesia católica. Cerca del 65% de los brasileños se reconocen católicos. Para ocuparse de ellos harían falta 100.000 sacerdotes. Sólo hay 19.000, de los que 7.000 son extranjeros. La iglesia católica vive una ruptura institucional, particularmente en las periferias, donde vive la masa de los pobres y de la gente sencilla. Los brasileños son muy religiosos. Cuando una iglesia cristiana se dirige a ellos, se unen rápidamente. Las gentes se orientan poco por las doctrinas, anhelan acogida y comunidad. No me parece mal la pluralidad de iglesias. Representan la riqueza espiritual de Brasil. Nadie puede pretender monopolizar la belleza de la enseñanza y obras de Jesús. 
¿Qué pueden aprender los creyentes en Europa de los latinoamericanos? 
Creo que los europeos han perdido el carácter comunitario de la fe. También la capacidad de llenar los símbolos religiosos de vida. El sincretismo entre la religión y la cultura popular falla. Así se entumece la fe. En latinoamérica es por el contrario más alegre y festiva. Protege a llas gentes de la pesadez de la vida cotidiana. Particularmente los brasileños son un pueblo profundamente religioso, y casi místico. Experimentan a Dios en su vida cotidiana. Los europeos son más fríos y racionales.  
¿Ha recibido una señal de reconciliación con Ratzinger desde su dimisión? 
No, tampoco lo espero. Cuando fui sancionado y se me prohibió enseñar, Ratzinger hizo lo que pensaba que era correcto. Y yo mantengo mi teología de la liberación, porque me parece una irresponsabilidad que la iglesia no pueda expresarse contra la injusticia y la represión. No tengo nada más que decirle a Ratzinger, respeto su valiente decisión de dimitir. Era consciente de sus límites físicos, psíquicos y espirituales. Espero que vaya con confianza al encuentro de Dios.




Leonardo Boff (74) es uno de los fundadores de la teología de la liberación. En 1985 el Vaticano le prohibió enseñar. Dejó la orden franciscana  y hoy vive en Río de Janeiro con su mujer y 6 hijos.  

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Discúlpenme ya que no voy a opinar sobre esta entrada.
Me presentaré simplemente como un antiguo alumno, el cuál tras multitud de conocimientos adquiridos por esta PROFESORA, y a pesar de que ya han pasado 10 años desde entonces, aún mi memoria no olvida cosas tales como esta, «Aquél a quién los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco.» ¿Por qué esta precisamente? Porque así empieza uno de mis libros favoritos, y casi como en el título de éste, me alegra saber que no eras un renglón torcido de Dios.
Un abrazo grande desde Ibiza. Víctor Acosta
Anónimo ha dicho que…
Impresionante. Ojalá tenga fuerzas y la caverna de Vía Corso no pueda con él.

http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=30453

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