EL PERFIL DEL "FUNDADOR" ABUSIVO

Historiador y sociólogo de la religión católica que ha investigado sobre el asunto "teoría de género en la iglesia católica" significado y evolución. Otro libro interesante, "La traición de los Padres", de Céline Hoyau, periodista en revista católica La croix, que se ocupa en el libro de las manipulaciones y abusos de los padres fundadores de las llamadas "nuevas comunidades". Sí, esas que llenaban estadios de jóvenes entusiasmados en las JMJs de los 80, 90 y 2000.

Eran personalidades carismáticas, adoradas por los fieles que habrían perdido el rumbo. Fueron los fundadores de nuevas comunidades, desde la década de 1970,  crearon un sistema de control y abuso. Céline Hoyeau investiga. Periodista del servicio religioso del diario La Croix, publica "La Trahison des pères. Control y abuso de los fundadores de nuevas comunidades" ediciones Bayard. 

 

Nuevas comunidades en un contexto de crisis 

Céline Hoyeau comenzó a interesarse por varios casos de abuso. A la investigación se unían cuestiones personales. “Como cristiana, mi camino de fe estuvo marcado por estas nuevas comunidades, compartí la incomprensión de muchos cristianos para quienes estas figuras pueden haber sido fundamentales”, dice la periodista. 

 Según Céline Hoyeau, la influencia y  excesos pueden haber surgido en un contexto particular. "Es un contexto de crisis, la Iglesia parece estar perdiendo velocidad en los años 1980-1990 y los fundadores tienen éxito. Aparecen como salvadores de los cristianos desorientados, capaces de re-evangelizar. Proponemos un ideal, una vida en común" explica la periodista. 

"Los fundadores se vieron como los amos del barco, sin contrapoder", dice.

 Es difícil trazar un perfil típico de estos fundadores de comunidades. "Algunos reúnen las características de una personalidad perversa que disfrutará explotando y destruyendo al otro. Otros tienen un fuerte defecto narcisista", explica Céline Hoyeau. "La Iglesia no ejerció vigilancia ni control" Debido a este contexto de crisis y al éxito de estas comunidades, "la Iglesia no vigiló, no controló, cerró los ojos", dice Céline Hoyeau. Los obispos dejaron pasar. Si algunos se alejaron de esta línea, "otros se dejaron fascinar por estas comunidades que les trajeron fieles". 

Posteriormente, "todas las denuncias que llegaban a Roma eran desacreditadas, se veían como  crítica de los enemigos de la Iglesia. No hubo escucha. Después del Concilio, se llevaba más acompañar que sancionar. Hubo un conjunto de factores que provocaron este desastre", 

Céline se arrepiente:

 “Hubo una forma de ingenuidad, de incapacidad para concebir que detrás de un bien se puede esconder el mal. Había una gran sed espiritual en esos años y estos abusos florecieron sobre este idealismo”, concluye Céline Hoyeau.