FUE TENDENCIA

Christophe Sobotika, hijo de alemanes emigrados a Francia. Alemanes procedentes de una región que fue Polonia hasta 1945. Tenía vocación de matemático, pero unos iluminados que lo captaron en su prestigioso liceo internacional de Saint Germain en Laye le descubrieron la vocación de monje benedictino a la salsa lefebvriana con un toque desviación sectaria, que fue trending topic en los 70 y 80.

 

Cerebrito en el liceo, los estudios estupendamente realizados. Lo negativo de su vida, sus padres que acabaron separándose tras años de disputas. De adolescente entró en los scouts de Europa, grupo parroquial en el que muchos se socializaban religiosamente hablando. Luego cambió a los de Francia que son más tradicionales, y ahí estaba el tradicionalista captador. Logró seguir estudiando hasta los 20 años, accediendo por oposición a una prestigiosa escuela parisina de telecomunicaciones: ¿qué mayor generosidad que abandonar un futuro prometedor como matemático y desarrollador de programas por meterse entre cuatro paredes de por vida?

Hizo vida monástica estricta, la comunidad había sido fundada por un viudo y su hijo, como en la edad media cuando pasaban estas cosas. Se inspiró de la regla de San Benito (s. VI), que yo sepa dicha regla ha sufrido diversas reformas desde entonces. Sería interesante preguntar a los benedictinos no contaminados de lefebvrismo cómo viven la Regla. Enumera los rezos que hacían, pues a eso se dedicaban: completas, nona, vísperas, ..... prohibido hablar de nada. Ni de fútbol ni de política ni de gatos. Muchos menos opinar o criticar. DE NA DA. Así que explica Christophe de no hablar perdió vocabulario.

Y también empezó a perder la cabeza, depresión. Se automedicó. Logró que 2 días en semana el prior le diera permiso para correr por la propiedad, eso sí, en hábito. La carrera atlética le salvó de tirarse por la ventana y le ha permitido ganar maratones y semi maratones una vez abandonado el monasterio.

Hoy trabaja en dos instituciones psi como consejero espiritual en la región de Estrasburgo.

Entró con 20 años y cuando llevaba casi 10 de esa vida de silencio y algo de trabajo en la cocina más algunas gotas de teología, estilo la nuestra, Tomás versión padre Astete con un poco de latín, el hermano mayor decidió que tenía que recibir la ordenación sacerdotal. Christophe dice que nunca quiso ser cura. 

No me suena: ¿obligar a personas que no quieren a recibir la ordenación y negársela a quienes estarían encantados de recibirla? ni ojo vió ni oído oyó. 

Entiendo que el obispo del lugar perfectamente en comunión con Roma no como otros, dio por bueno el hecho de la Ordenación en esta comunidad que contesta el concilio Vaticano II, estamos a mediados de los años 80. Me parece que antes de que se ordenaran 3 obispos en Ecône.

No da muchos detalles de porqué se fue, pero entiendo que salió trastornado. Pues no se le ocurrió nada mejor que entrar en otra comunidad, la de Jerusalén, también fundada por otro inspirado del Espíritu Santo, con sede en la parroquia Saint Gervais. Allí se practicaban unas hermosas ceremonias litúrgicas, con cantos angelicales. Pero poco de organización y dirección o acompañamiento espiritual en condiciones, Anne Mardon han dado testimonio

En esa comunidad en contacto con los parroquianos de saint Gervais y con la gente, se sintió útil, se sintió mejor, su papel de cura no se limitaba a celebrar la misa de san Pío V cara a la pared en latín y sin fieles como en el monasterio. Tenía dotes para escuchar y acompañar en el confesonario o fuera.

Pero en conclusión también salió disgustado por las "derivas sectarias" y la desorganización.

Total, otra vocación de matemático perdida por los reclutadores iluminados vocacionales. Otro que se queja de que no hubo cotización ninguna por sus años en el monasterio, años en blanco. Ahora tiene humilde trabajo, a vivir como monje en el mundo, tú que te podías haber hecho millonario de ejecutivo en Microsoft....o similar.

Y nosotros con nuestras historias que nos creíamos originales, incomprendidos e incomprensibles, cuando "ser captado" fue una moda entre adolescentes católicos de aquella época.

Ni siquiera podemos presumir "lo que me ha pasado a mí no le ha pasado a nadie".