AMOR NO CORRESPONDIDO

 

Durante los años que estuve en el Opus, yo arrastraba un malestar latente, interior, que hacía que gritara con frecuencia. A veces me indignaba con el sr. Escrivá y luego iba a pedirle perdón. El me contestaba quitándole importancia al asunto.

-Pero si no me has dicho nada, me replicaba, no te preocupes.

Yo creía que él y todos los demás me tenían un gran cariño y por eso me dolía coger la puerta y marcharme. Yo les quería de verdad y los sigo queriendo, aunque no he encontrado esa reciprocidad en ellos.

Pues para el que se va de allí, la norma es que no existe ya, se ha muerto o como si fuera enemigo al que hay que perseguir. Ahora he creído en conciencia que tenía la obligación de dar un testimonio y por eso lo doy. Lo paso muy mal escribiendo todo esto. Pero creo que tengo la obligación de hacerlo.

Cuando me planté y dije que me iba de la O yo estaba en Madrid, y el sr. Escrivá en Roma. Antonio Pérez me dijo:

-He hablado con el Padre y me ha dicho que te marches, pero que él quiere hablar contigo antes de que lo hagas.

Cogí el primer avión para Roma y me presenté allí. En el aeropuerto me estaban esperando y como eran las once de la noche me dijeron que me acostara, que durmiera tranquilamente y que al día siguiente oiría la misa del Padre y él hablaría conmigo.

Lo hicimos así, le expliqué que yo no podía continuar. No era nada nuevo para él, se lo había dicho muchas veces. El me dijo que hablara con Alvaro.

Lo primero que hizo Alvaro, fue comentarme que estaba indignado por la actitud incorrecta que había tenido Pepe Montañés esa última semana, respecto a un asunto de dinero con mi padre. Yo le contesté que eso que había hecho me había molestado mucho, pero que no tenía nada que ver con mi decisión de salirme. Después, él recordará cuando añadió:

-Miguel, quiero pedirte perdón por las coacciones a que te hemos sometido para que no te fueras, pero has actuado durante todos estos años de forma tan generosa que por eso, hemos creído que tenías vocación.

Hice la maleta y cuando me iba Alvaro me dijo: EL Padre tiene ahora que ir a Viena y me ha dicho que le haría ilusión que lo llevaras tú en coche.

-Alvaro, le contesté, muchas gracias por el ofrecimiento, pero a donde tengo que irme es a Madrid.

Ellos continuaban actuando con ese vicio que ahora quieren canonizar: la Santa Coacción.

Por fin me vi en la calle. Y Respiré. Ese ambiente de secretismo y ese mentir, durante todos los años que estuve en la Obra, siempre me habían agobiado. Hace unas semanas, yo veía en el programa la Clave a esos dos sacerdotes mintiendo. Yo sé que estaban mintiendo y ellos saben que estaban mintiendo. Por eso cuando ¡ya en la calle!, con una maletita, ligero de equipaje, sin un céntimo en el bolsillo, me ví camino de casa de mis padres pensé:

-Bueno, Miguel, aquí hay una cosa muy clara, primero vas a decir siempre la verdad que es lo tuyo. Y luego vas a ser bueno en vez de tanta monserga.

Porque ¿qué es ser bueno? Pues querer a los demás. Nada más. Desde entonces he procurado documentarme y reeducar mi formación religiosa. O mejor dicho, mi sentir profundo religioso. Y creo que ahora estoy en mejores condiciones que en las que estaba. En el Opus solo hay piedad. ¿Es mala la piedad? No, si sirve y ayuda a la fe. Sí es mala si se la presenta como solución para todo.

Los conocimientos sobre los que estaba fundada toda la estructura espiritual del Opus Dei se basan en la percepción, no aclarada nunca, del sr. Escrivá, de que un día y en un lugar determinado, Dios le había dado a conocer la labor que tenía que realizar, la santificación del trabajo ordinario, poner a Jesucristo en la cúspide de las actividades humanas, etc., etc. Esto se lo oí referir al sr. Escrivá muchas veces. Una de ellas cuando él y yo pasábamos por la acera de delante del convento de los P.P. Paúles de la calle García de Paredes, en donde él había tenido esta experiencia. Consideraba de la máxima trascendencia sobrenatural el fenómeno, pero no se aclaraba ni tampoco daba ninguna clase de detalles. Yo supongo que esta cuestión tiene que haber sido analizada por especialistas y debería darse a conocer a los fieles sin seguir dejándolo como un misterio, pues es la clave de la fundación del Opus Dei.

Esta actitud del sr. Escrivá de presentar el supuesto misterio, como sobrenatural, la fomentó él para que se hiciera extensiva a todo lo que él hacía y aunque en algunos casos lo que hacía y decía estuviera en contradicción. Y después todo lo que dice y lo que hace el Padre, aunque este decir y hacer estén en contradicción, será recibido por sus hijos como Palabra de Dios.

Cuando yo le escribí al cardenal Tarancón, diciéndolo que quería declarar en el Proceso que se estaba llevando a cabo le explicaba que no era fácil describir la figura de este señor. Pues era una persona muy compleja que jugaba con dos barajas. Es decir que corrientemente jugaba con la baraja con la que jugamos todos al realizar nuestros actos. Pero él tenía además la baraja sobrenatural y de vez en cuando echaba una carta de esa baraja y creaba una visión equivocada.  Por ejemplo, yo que, durante los últimos tiempos viví en la casa de Diego de León 14 con Alvaro Portillo, Antonio Pérez, Luis Valls, Florentino Pérez Embid y alguno más, recuerdo que el Padre comía y cenaba en el comedor principal con nosotros y no había ninguna fiesta importante en el Opus que él no aguara, ya fuera Nochebuena o cualquier otra. De pronto se enfadaba, no sabíamos por qué, y se metía en su cuarto dejándonos allí tirados. Eso era algo habitual en él. No sabíamos nunca cómo iba a reaccionar ni nos daba ninguna explicación. Supongo que él creía que tenía que hacerlo así por alguna razón de tipo ascético.

Lo mismo ocurría con las chicas. El las tenía muy lejanas y les hablaba siempre en plan padre. Pues bien, de repente echaba una carta de esas y a las pobres las descomponía. Por ejemplo, les obligaba a hacer una tortilla francesa una y otra vez, porque decía que no estaba en su punto.

Alguien se figurará que el sr. Escrivá tenía un paladar exquisito, pero yo creo que les provocaba para que ellas tuvieran paciencia, como ocurre en esas historias de conventos en donde el superior incordia e incordia para dar más lustre a esta virtud. Por eso querer conocerle a fondo resultaba dificilísimo porque nos enredaba sin saber por qué.

Miguel Fisac

Comentarios

Ricardo Pérez ha dicho que…
Ahora no cuelgan el sambenito, como en la Edad Media y la Inquisición. Pero lo que hicieron con Miguel Fisac en vida y ahora póstumamente. Se parece mucho al sambenito, la Inquisición y la persecución mas descarnada. Y todo ello con el silencio cómplice de la Iglesia Católica. Sigo pensando a pesar de todos los reveses que han sufrido últimamente, que siguen mandando dentro de la Iglesia Católica.

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