Pleito contra Pedro Jota

Desde que nos pusieron en diálogo en rtve play, algo nos une, además de ese sentimiento de traición de tus supuestos hermanos. Ignoro lo de Justo Fernández, lo de que Ruizma tuvo una hija con una mejicana sale en Ruiz Mateos el primer fenómeno viral, la madre y la hija, menuda gracia les hizo a los hijos del legítimo matrimonio por aquello de repartir herencia con más.

Además relación con mujer secretaria y esposa de su socia, eso es nuevo, anterior a la mejicana y tiene pinta verídica. La clase de tropa pasándolo en grande, mientras el estado mayor de Cristo llevaba dura y sacrificada vida, en la que no había tiempo para solaz ninguno. Pensar en el solaz estaba mal hecho: dedicación exclusiva a pescar y capturar. 

EL PROSELITISMO ERA FEROZ

Yo he pertenecido al Opus 20 años. Fundamentalmente siempre en obras corporativas, y me dediqué a las llamadas Escuelas Hogar. Mi trabajo consistía en tratar a las chicas de la más alta sociedad. En estas escuelas se impartían clases de cocina, plancha, economía doméstica, etc...temas muy familiares. Posteriormente se dieron clase de literatura, historia, pero fundamentalmente se trataba de hacer proselitismo con las chicas de las familias más importantes de la ciudad donde se establecían. Recuerdo que una vez me dijo un sacerdote de la Obra: "A ver saca esas fichas de esas 500 familias importantes que tenemos".

Yo conocí al Opus a través de una compañera de la Facultad que me llevó a unos Ejericios Espirituales. La nume que dirigía los Ejercicios habló largo tiempo conmigo y me preguntó sobre el enfoque que quería dar a mi vida; y a raíz de esto me llamaban con mucha frecuencia por teléfono y me dijeron que asistiera a unos círculos semanales en una casa de la Obra. Yo conocí la Obra en invierno y pedí la admisión en Mayo. No me sentí especialmente presionada, sí seguida muy de cerca. Yo tenía unos ideales religiosos y aquello me pareció una espiritualidad nueva y me admiró la aparente naturalidad, en no vestir hábito, etc. Me atrajeron una serie de cosas que luego, posteriormente, no fueron lo que yo creí en principio, porque en realidad ni éramos "cristianos corrientes" ni existía la llamada secularidad. El ambiente era opresivo y las normas y costumbres había que cumplirlas a rajatabla.

Mi carta de dimisión fue brevísima porque yo solo quería manifestar que en esos años mi espíritu había evolucionado completamente, que al principio me pareció que la Obra me iba a llevar a Dios y me estaba dando cuenta de que no era así. Y por eso me fui.

Una cosa que me escandalizaba mucho era el proselitismo feroz que se hace con la gente joven, donde se destrozan muchas vidas, forzándoles a optar por un camino que como seres adultos nunca hubieran elegido.

Se buscaban las personas más influyentes. Me contaron una vez que el P. Escrivá se enteró de que iba por una de las casas de la Obra una sobrina de la Reina Fabiola (¡mi tía!) y dijo: "Usad todos los medios para que esa chica pida la admisión". O sea, que el que una persona tuviera vocación dependía de su posición social. Una vez más se carecía de espíritu evangélico. Los medios que se utilizaba para captar a la gente eran cursos de retiro, círculos semanales, convivencias internas, la novena de la Inmaculada y, sobre todo, la relación personal. Curiosamente a mí me hicieron una corrección diciéndome: "tú haces apostolado pero no llegas al proselitismo". Cada una de las numes teníamos asignado un grupo de chicas que teníamos que tratar, teníamos que rendir cuenta después en unas reuniones con un sacerdote que dirigía este trabajo. Cada una íbamos con nuestra lista de personas diciendo: "yo a esta la he llamado y he salido tres veces con ella". A veces nos regañaban porque no había sido suficiente. 

Hubo un sacerdote que inventó lo de chicas de primera y de segunda división. Las de primera eran las que estaban más cercanas y ya se les había hablado de la Obra y tenían vocación. La vocación, decíamos, no es sentir ningún síntoma, basta solo servir para desempeñar esta misión, después es producto de la gracia de Dios y de tu generosidad. Entonces les mostrábamos lo felices que éramos y la capacidad que tenía la Obra de transformar el mundo.

El ser cristianos corrientes con un trabajo profesional que les gustara hacer, que luego, normalmente, se convertía en sacar bolsas de ropa sucia y trabajos del hogar en Residencias masculinas, vamos, vulgares criadas de adictos a la Obra.

La que se decidía, escribía una carta al P. Escrviá pidiendo la admisión y una vez escrita la carta, se incorporaba a la vida de la obra en un curso de formación. La formación que se recibía era raquítica y pobre. Un sacerdote daba clases con un catecismo extractado de las Constituciones de la Obra, sin ninguna entidad. Siempre lo estaban corrigiendo porque cambiaban las Constituciones al no tener una idea clara de la Entidad Jurídica del OD, que cambió muchas veces en cosas fundamentales, por ejemplo, una vez interesaban los votos y otras veces no. Estos ejemplares con los que estudiábamos eran misteriosos, los guardaba la directora todas las noches después de verificar que se guardaba el mismo número que había dado por la mañana. Siempre observé que había un gran miedo a que cualquier documento de la obra cayera en manos ajenas...

Blanca Ortiz de las Heras

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