CINISMO Y TONTERÍA

 Ahora me entero de que el Papa les dijo que le sacaran brillo al carisma, sí que froten, froten y froten hasta que se convierta en el polvo que realmente es. En realidad el polvo es algo y este carisma es nada. Siguen instalados en palabritas monas alejadas de la realidad. Lo que  hacen nada tiene que ver con el sermón que dirige esta señora neofeminista a la que no voy a linkear de pura vergüenza ajena.

Si te cortaran el suministro como se lo cortáis a quienes se van con una mano delante y otra detrás, se acabaría el rollito.

Hay que ser sinver para decir que les viene de miedo informar anualmente en vez de informar quinquenalmente, dadle la vuelta a la tortilla: si tan bien os viene ¿por qué habéis esperado casi un siglo a hacerlo así? nos pasábamos la vida "informado" a la autoridad de cada confesión, cada charla, cada super, cada cooperadora, cada retiro....informes mensuales de cada centro, mientras que la prela como tal "informa" al Vaticano cada 5 años, dicen, pero ni siquiera, porque la realidad de miembros y dineros las saben los altos jefes y es top secret.

Es desvelo principal de las hipócritas:   cómo apagar los fuegos que van prendiendo y poniendo al descubierto su realidad. Es interesante porque en medio de la plática el subconsciente se confiesa: allí donde las supernumes están solas sin numes que den la vara, el apostolado florece (Luxemburgo, Vietnam), mientras la finalidad apostólica se reduzca a bendecir la mesa, aprender el catecismo ... is a wonderful world.   Pero el fin corporativo no se queda en bautismos y nuevos cristianos bendiciendo la mesa o aprendiendo el Catecismo de la Iglesia católica de 1992. 

Otra traición del subconsciente consciente: ¿cómo es que el obispo español no se escandaliza ante las supernumes que pedían una parroquia llevada por Opus para poder confesar? "Señoras, la eficacia del sacramento de la penitencia no depende de quien lo imparta". 

Se va sabiendo que el sacramento importa poco, el fundamento es tener a las personas amarradas por ese lado en el que una católica practicante se pone de rodillas ante un cura. Como al pollo, aprovechan para asestarte fuerte y noquearte.

Apostolado en un paraíso fiscal, ¿dónde mejor para un café con Dios? lo que se deben aburrir banqueras, diplomáticas, diputadas europeas... dispuestas a acudir a semejante típica e imaginativa propuesta. Me viene a la mente un suceso que precipitó mi salida a propósito de la palabra Dios....cómo se burlaron los de la izquierda y los de la derecha... todavía colea el tema.

"Somos personas que cometemos errores" dice, sí, sois personas que tenéis manicomios especializados para numerarias trastornadas mediante la supuesta dirección y los supuestos medios de deformación. 

 Habría que oir en la intimidad de los despachos, lo dicho por estas traficantes de conciencias, con esa cara de no haber roto un plato. Me hace meditar sobre la capacidad humana para esconder las verdaderas intenciones y sentimientos o su falta total de los mismos.

 Mezcla de cinismo y bondadosidad tan característica. Lo que hubo que pasar para superar el estado comatoso de quien se cree el discurso aparente y de fachada.... Esa dire tan mona, que viene de Roma y predica "angelicales" propuestas, que no toca el suelo y parece va a salir volando...es la misma o son las mismas que deciden las medidas duras de represión, de psiquiatrización, de persecución, de aniquilación. Increíble y nadie lo diría. Pero así es, solo que la parte "capo" de la dirección,   parte sucia represiva no la implementan las señoritas de delegaciones y asesorías, ellas deciden y la que lleva la carga del marrón es la dire local o la charlista de la susodicha: "necesitas ir al médico". Porque sí, por las buenas, porque lo digo yo y a tí te toca obedecer.

 Así queman a las "consejeras locales", no debe ser plato de gusto para la conciencia  andar decretando enfermedades y soberbias, viendo y juzgando que poco tiene que ver con la realidad de esa persona, y captando que el problema es la institución y su sistema de culto rendido al superior.

 

Como dijo Alberto Moncada en su momento: "el secretismo es una característica que el od tiene en común con las demás sectas, más interesadas en la propaganda, en la apologética, que en la información y temerosas de que las malas noticias asusten al fiel rebaño. La estrategia al respecto es muy sencilla.

Por una parte se explica a los socios que las cosas de la Obra, las buenas y las malas, no deben salir del recinto de la familia, usando "sloganes" como "que los trapos sucios se lavan en casa", "que no hay que dar perlas a los cerdos", etc...Los socios que practican bien esa discreción no explican en público la naturaleza de sus lazos, no los datos sobre su apostolado personal y colectivo, ni siquiera, si pueden evitarlo, reconocen que son miembros del Opus Dei. 

La pretendida intimidad de la vocación convierte en privados, sectores de la vida que las demás personas no dudan en considerar públicos, o al menos no secretos, desarrollando la mayoría de los socios una personalidad extraña y una enfermiza desconfianza hacia quienes no son de los suyos.

Esta mentalidad es antigua. Viene de la época fundacional, cuando Escrivá pidió y consiguió del obispo de Madrid, en 1941, que el Reglamento de la O fuese considerado secreto, por razones tanto de humildad como de eficacia. Y aún cuando aquello podía explicarse en el clima político de la posguerra española, en la mentalidad de un clérigo joven, lleno de temores hacia sus enemigos potenciales, el secretismo ha acompañado a la Obra a lo largo de su historia, y le ha proporcionado uno de sus peores perfiles.

Tras la primera aprobación del od, son constantes las peticiones de sus autoridades a la Santa Sede para preservar el secreto. Para no informar a los obispos sobre sus actividades y reglamentos, para no tener que da nombres ni domicilios. Las Constituciones de 1950, documentos complementarios, como la Instrucción de San Gabriel, y tantas notas y avisos internos, rizan el rizo sobre el secreto en que debe mantenerse la actividad opusdeísta, el celo con que deben custodiarse los papeles, los juramentos de silencio que deben hacer los miembros de la burocracia interna, etc...