La verdad, alimento de la vida

He sacado esta frase y los párrafos que siguen de "Hacia un saber sobre el alma" y pongo una foto del reciente congreso sobre la Zambrano en Vélez Málaga al que tuve la suerte de asistir en abril. No se aprecia bien, pero en el ramo de flores hay unos limones, un recuerdo de la infancia de esta filósofa en Vélez Málaga.

"La pasión sola ahuyenta la verdad. La sola razón no acierta a sorprender la caza. Pero pasión y razón unidas pueden recoger la verdad...La verdad es el alimento de la vida..."

"Agarrándonos a la verdad, a la verdad nuestra, asociándonos a su descubrimiento por haberla acogido en nuestro interior, por haber conformado nuestra vida a ella, arraigándola en nuestro ser, sentimos que nuestro tiempo no pasa, al menos, en balde. Algo de su pasar queda como en el fluir del agua en el río, que pasa y queda. Todo pasa, corre el agua del río pero el cauce y el río mismo permanecen. Mas es menester que haya cauce y el cauce de la vida es la verdad..."

"Y el cauce es tan necesario al río que sin él no habría río sino pantano. La angustia del pasar se convierte en gozo de caminante".
Este libro zambraniano está compuesto de auténticas meditaciones que nacen de lo hondo de una persona que vivía y sentía. ¡Qué diferencia con las repetitivas meditaciones opus! aquellas meditaciones de "todo a 100", repetición de consignas en un oratorio a oscuras, ¿por qué a oscuras?, y la lectura de los fragmentos zambranianos, difíciles pero tan llenos de sugerencias para la vida. La verdad alimento de la vida...

Y leyendo esto me acuerdo de una felicitación navideña que recibí de una numeraria en mi primer diciembre liberada. Está en los anexos de mi libro, "¿qué tal la verdad?" me preguntaba la numeraria en cuestión. Esa felicitación no venía a cuento, es un ejemplo de estrategia para retener al que se va, mandan a una persona con la que se supone que hay puntos en común para que permanezcan unos falsos lazos afectivos.

"¿Qué tal la verdad?" vaya cinismo en la pregunta, como si la verdad fuera una cuestión personal mía, como a uno le gusta el fútbol, a otro el tenis, y a otro los toros, a Ana Azanza le gusta la verdad. "La verdad, alimento de la vida". Contraste terrible entre el cinismo opus, cinismo no el de Diógenes, que es un cinismo filosófico decente, sino el del diccionario de la real academia española. Del que se burla de todo, también de lo más sagrado.

Para ellos no hay más que una verdad, el poder, la opresión de las conciencias, la fuerza no de las palabras ni de la razón, sino la pura fuerza bruta que destroza las vidas ajenas como quien pisa una hormiga, con saña. Schopenhauer o Nietzsche se habrían quedado asustados de ver hecha realidad la voluntad de poder ciega en una institución humana, que no en la naturaleza. "No tenemos argumentos ni razón, pero podemos joderte la existencia hasta donde ni te imaginas". Ojalá me lo estuviera inventando.

Esa es la fe del opus. Por eso ¿cómo puede esa gente pretender en sus páginas panfletarias que están defendiendo la iglesia católica de sus enemigos? ¿qué enemigos tiene hoy la iglesia católica? los principales enemigos de la fe no están fuera sino dentro. En ese mismo programa de la Sexta sale un cura párroco en un pueblecito de Teruel, nada que ver con ese catolicismo trasnochado, guerrillero, de cruzada contra la modernidad, contra sus propios fantasmas que exhibe el opus. Su defensa no es de la fe, sino del poder.

Ana Azanza
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