SOMEBODY TO SHARE

Esta canción expresa bien la necesidad de sentirse comprendido y escuchado. Particularmente en la adolescencia, período favorito de captación de los diversos pescadores sectarios mundo adelante, educadores de la juventud, embaucadores que aprovechan bien ese período de la vida, esa apertura a lo nuevo, tendencia a huir de los padres mezclada con inseguridad e inmadurez propia de los teenagers.

 

I want somebody to share, share the rest of my life
Share my innermost thoughts, know my intimate details
Someone who'll stand by my side and give me support
And in return she'll get my support
She will listen to me when I want to speak
About the world we live in and life in general
Though my views may be wrong, they may even be perverted
She'll hear me out, and won't easily be converted
To my way of thinking in fact she'll often disagree
But at the end of it all she will understand me

 

 

Miro por la ventana como hacía Descartes, el filósofo se preguntaba si había autómatas bajo las capas y sombreros de ala ancha que lucían los paseantes. Lo mismo me pregunto frente a los conciudadanos enmascarados. Qué tristeza en el ambiente, qué silencio y qué vacías las calles.

Recuerdo una tradición carnavalesca que nos contaba mi padre hace una pila de tiempo. Lleva más de 30 años bajo tierra, y sin embargo es como si lo oyera "contar cosas de sus tiempos". Las "michilargas", los mozos del pueblo se disfrazaban y tapaban la cara el martes de carnes tolendas, y la gracia era perseguir a los críos que disfrutaban huyendo por las calles y contando a los colegas: "he visto una michilarga en la era de la tía Emilia." 

Con qué entusiasmo nos lo contaría que a pesar de las décadas es como si lo estuviera escuchando.  Pasaba en un pueblo de Navarra hace un siglo. No creo que haya mozos para mantener la tradición hoy en día. Por si acaso compruebo y efectivamente en la entrada correspondiente a dicho pueblo en la wiki se habla de esa tradición.

Luego me uno al río de los enmascarados, los vecinos no quieren comentar, "adiós Ana". Circulamos como autómatas por la calle, corriendo a "apagar un fuego". Paseo por cierto lugar semicampestre y recuerdos otra vez de cuando llegué a esta ciudad hace más de 20 años. Con las opusinas simpáticas capaces de salir al campo hacíamos algún que otro recorrido. Solíamos ir en coche al pie del sendero. Hoy he ido a pie a ese sitio y me he acordado de una compatriota. Eramos "navarras en Jaén". Más cosas nos unían además de la numerariez y la tendencia andariega. 

Me daba lástima. Era un pedazo de pan y a la vez un manojo de nervios. Estaba rota. No sé porqué ni cómo, pero así la conocí a sus casi 40, tras juventud en opus. Me parece que integró siendo estudiante. Sufría por nimiedades. Las nimiedades de la convivencia con las numes que a mí me sacaban de quicio, a ella la trastornaban, le quitaban el sueño. No sé si estaba medicada. Pero evidentemente era una enferma más del opus a pesar de su juventud. Nunca me dieron el diagnóstico si es que lo había. 

Podían haberlo hecho pues en aquella época yo formaba parte del llamado "consejo local". Es decir, de las que "mandaba" en el centro. En este caso y en otros muchos me puenteaban y es cierto que yo tampoco preguntaba. En otro centro en Pamplona como miembro de otro "consejo local" descubrí en un armario bajo llave en el propio dormitorio de la directora, los informes médicos de algunas de la casa. Adultas que ni siquiera disponían de sus informes. En algún fichero estarían nuestros respectivos informes médicos. 

Hoy me he acordado de esta creo hoy ex nume, me parece que la mandaron de vuelta a Navarra, con su familia. Cuando toman este tipo de decisiones es porque te echan. Después de 30 años en el opus, tras aprovechar y absorber su juventud, salud, dinero, "paquetito con lazo" y te depositamos en casa "de tus padres". O al menos cerca. No estoy segura pero buscando su nombre me pareció entender que algo así le había pasado. Lo ví con numes jiennenses que trajeron a la ciudad natal a "sacarlas", al menos 2, una Maria José y una Maria Dolores.

Todo mentira, ni fraternidad tan predicada, ni mera amistad, ni sinceridad ninguna en las relaciones con las demás numes.  Cuando me fui de esa casa de locos si preguntó le dieron el diagnóstico. Y hasta hoy. Nunca más se supo en 20 años. 

El recuerdo queda, quise ayudarla, serenarla, aliviarla, echarle una mano en unas opos que se estaba preparando, al menos ofreciéndole compañía, escucha, estando ahí

En el infierno no se puede querer a nadie. 

Cuando las dires vieron que me interesaba sinceramente por ella, nos separaron. Me hubiera encantado acompañarla en los exámenes, me dijeron que no. Había cariño real sin más, y eso no puede ser. Y muchas veces como hoy la recuerdo y me doy cuenta de que las 2 pedazo de tontas numes que estábamos hechas no teníamos ni idea de cuáles son los caminos más bonitos que rodean esta ciudad. Me habría encantado contárselo y compartir. 

Así es la vida dentro y fuera,  pura conveniencia. Natural que acabe todo el mundo mal de la cabeza.


Comentarios

Ricardo Pérez ha dicho que…
Puedo afirmar con conocimiento de causa, que en algunas Instituciones de la Iglesia la piedad brilla por su ausencia. Ahora bien te sorprendes cuando esas propias Instituciones o sus poderosos amigos, se dan cuenta, de que has perdido por completo la fe en ellos, incluso en la Institución como tal. Entonces ves su hipocresía, su mezquindad, su mala fe. Porque hasta la fecha que yo sepa, hacer la vida imposible a una persona, ni es un acto de piedad, ni es un acto de caridad y mucho menos es una actitud cristiana.

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