AGREGADOS

Muy divertido conversatorio girando en torno a los agregados. Las compras, los sueldos, la vida más libre que la de las numerarias, pros y contras de cada una de las dos situaciones. Las numeraritas recién salidas del centro de estudios en la luna respecto a la vida y la muerte, las agregadas al no vivir en el centro y hacerlo con sus familias, eran mujeres con los pies un poco más en la tierra. Aunque la "entrega" de la agregada que se sustanciaba en la entrega del sueldo íntegro por decir algo ilícito, tenía sus bemoles.

Pero aquí Angel nos hace partícipes de que los agregados se permitían libertades y planes pirata fuera de los centros, liberadores y sin consultar.

Me alegro de que le haya gustado mi intervención, añade datos históricos muy interesantes, en el principio de los tiempos eclesiales solo hacía falta confesar individualmente las "enormidades" . Pero así se escapan los penitentes, pocos recurrirían al cura, no todos los días el cristiano corriente asesina a alguien. Y hubo que inventar la confesión frecuente, asegurando el dominio del clero sobre las ovejitas. 

Trae a colación el tema del sexto en el que no había pensado pero es elemental. No hay novelista, escritor, autor, filósofo o teólogo español de cierta época y edad que no se refiera  a la tortura que se traían los curas en época franquista con las preguntas sobre caídas y recaídas al pequeño adolescente que fueron. Se evidencia que las escrivarianeces no salieron de su magín en exclusiva ni cayeron de lo alto, son desarrollos, excrecencias de tendencias que existían en la realidad.

Los herejes que entrevistaron a Claudia llaman al "opus dei", "Iglesia de Franco", no está mal, hallazgo. El catolicismo recalentado que surgió tras la guerra civil en el que la escrib/vanía resultaba hasta moderna frente a otros que llevaban más tiempo y veía como el recién llegado curita les quitaba la clientela.

Pero lo que aquello no era de ningún modo era dirección espiritual, si acaso dirigismo poco espiritual. Investigación, control, recogida de datos, comparar lo que decías a la directora y al confesor, no te fueras a callar algo. Charla y confesión semanal a la que se unía en determinados momentos charla con el cura director espiritual del centro que no era el confesor. En el centro de estudios me parece que cada 15 días o mensual. No recuerdo. 

El resultado es que te pasabas la vida contando y recontándola, siempre bajo el prisma de lo que a la institución le interesaba: cumplimiento de normas y costumbres, y sobre todo apostolado y proselitismo. Una lata, nos tenían atadas por el ronzal con el asunto de nuestras amigas y lo que teníamos que hacer para lograr que pisaran el centro una vez en su vida.

Se nos olvida que durante siglos mientras España fue un país eminentemente rural, el cura junto con médico y si había, el boticario, eran los únicos que tenían estudios. Se podían permitir la superioridad cultural y moral sobre el resto de labriegos muchos analfabetos. Depende de la región. Era una autoridad indiscutible, sabía latín y otras materias. En sus manos el bien y el mal y las conciencias de los rústicos. El confesonario de la parroquia, el santo tribunal.

Pero cuando llegamos nosotros ese panorama estaba quedando atrás,  este tipo tenía nostalgias clericales evidentes. Creó un catolicismo a su manera, que coincidía con lo más arcaico, recogiendo reliquias y costumbres en desuso de conventos, imitando a figuras egregias como Loyola.  O a contemporáneos como el padre Poveda. 


Al final de su escrito el propio Gervasio trae un ejemplo de cómo todo se acababa mezclando: el cura que recibe su charla "le pide permiso" para traer a colación algo que Gervasio le había contando en confesión: Un sinvergüenza institucional. En el centro de estudios al menos disimulaban y te decían que el confesor era uno y el director espiritual otro. 

Era básico llevar a tu amiga a los pies del sacerdote, el primer paso y un triunfo del apostolado personal de confidencia. No era un detalle, era la esencia del apostolado que se nos pedía. Eso sí, si la mujer se dejaba enganchar y volvía, el peligro estaba en que la dire se quedaba con esta alma, te la "quitaba". La de veces que vimos estos "robos".... pero ese es otro tema. 

En conclusión: la política dominaba sobre la ética, no se trataba de la mejora personal sino de quien mandaba en quién porque dirigía su alma y conocía sus entresijos. De eso iba la cuestión y de eso presumían las mandamasas. Estaba a la vista que lo principal era el mando.

LOS DIFAMADORES

D. Benito Badrinas volvió a repetirme entonces que les habíamos hecho daño, y yo me reafirmé en mi  postura de que decir la verdad nunca es hacer daño a nadie. Me insistió en que lo pensáramos bien. Respondí que pensado estaba, que la carta no era una improvisación, sino una cosa muy meditada. Se refirió entonces a las posturas de las personas firmantes, y dijo que era dudoso que todas pensáremos del mismo modo. Le hice ver que él mismo podría comprobar, si hablaba con ellas, que ninguna firmó con inconsciencia, engaño o desconocimiento. Ante esa respuesta me contestó que él no iba a preguntar a las personas por qué habían firmado, y que esto tampoco le interesaba. He de decir que sus palabras entrecortadas y deshilvanadas me iban dejando cada vez más sorprendida. Daba la impresión de estar muy nervioso.

Seguidamente me dijo que en la carta había una serie de cosas evidentemente peyorativas, y que si él supiera algo de mi vida, "que no sé nada", se apresuró a añadir, no andaría publicándolo. Y dijo textualmente esta frase: "Sí, sabemos de otras personas, o sea, quiero decir, sabemos, pero vamos, sin entrar en detalles, por ejemplo, que M. Angustias pues no tuvo, es decir, una actuación ¡hombre! moralmente.... y los motivos de salida, es decir, que como pueden ser los tuyos, es decir un problema que esto no es mío y me voy".

Le pregunté qué pretendía decirme con eso. Respondió "¡Hombre! quiere decir... ya te puedes imaginar...bueno, moralmente quiere decir que ella, a pesar de que después en el libro, eh, con una exageración a que se guarden unas precauciones en una serie de cosas en las que ella cayó. ¿Comprendes?".

Le confesé que no entendía nada; que me dijera a qué página del libro se refería. Me contestó que no se refería al libro, sino a la vida suya; que ella en el libro hablaba de la guarda de la castidad de manera que a los ojos del público quedaba como algo peyorativo, siendo así que a los ojos del público quedaba como algo peyorativo, siendo así que era natural que se guardaran una serie de precauciones- Y que, además de eso, lo escribía "una persona que a pesar de estas, estas precauciones, no ha vivido bien la castidad".

Le interrogué sobre qué quería decir no vivir bien la castidad. Me contestó: "Bueno, pues que ha tenido relaciones con otras chicas". 
Dirigiéndome entonces a d. Benito Badrinas y  a d. Severino Monzó les pregunté: "¿Esto les consta?". D. Benito Badrinas dijo: "Sï". D. Severino Monzó añadió: "Hay una documentación bastante abundante...". D. Benito Badrinas concluyó: "¡Hombre! no todo debía ser acostarse con otras chicas".

Ante la gravedad de estas palabras les pedí si podían asegurarme lo que acababan de decirme bajo juramento. D. Benito Badrinas pronunció un "Sí" en voz bastante baja, pero perfectamente audible. Seguí insistiendo: "Aquí delante, ahora mismo". Entonces ambos se pusieron muy nerviosos y empezaron a hablar al mismo tiempo, quitándose las palabras el uno al otro. Dijeron que no lo decían en sentido de acusación, sino sólo por información.

Yo estaba muy indignada por dentro, pues no entendía cómo dos sacerdotes, demostrando a las claras su condición de tales, y de los que me constaba su pertenencia al "Opus Dei", podían pronunciar las palabras que yo acababa de escuchar. Por eso insistí que les pedía como sacerdotes, que se comprometieran bajo su palabra delante de Dios de que lo que acababan de decirme de M. Angustias Moreno era cierto. D. Benito Badrinas pronunció nuevamente "Sí" con voz baja, pero audible. Repetí nuevamente "¿se comprometen bajo juramento?". D. Severino Monzó insistió en que no se trataba de ninguna acusación.

Les pedía pruebas, les pedí detalles. Muy nerviosos, repitieron que no se trataba de ninguna acusación, que no querían entrar en detalles, que era exclusivamente para que yo lo supiera.

Seguidamente D. Benito Badrinas dijo: "Este tema, en el momento preciso, pues se comentará". Yo exclamé: "Entonces ustedes están dispuestos a..." D. Benito Badrinas acabó la frase diciendo: "Utilizarlo".

Le pregunté si iban a utilizarlo públicamente, y me contestó que públicamente no. Le interrogué entonces si lo iban a decir "privadamente" a mil, a dos mil, a sesenta mil personas. Me contestó que no, que, de momento, sólo lo iban a decir a las personas que nos habíamos solidarizado con esto. Les dije que me constaba que había cooperadoras que lo habían ido diciendo por ahí. Respondieron que no lo creían, que no dudaban de mi palabra, pero que se trataría de personas que se habrían enterado por su cuenta. Insistí: "¿Una cooperadora del Opus Dei?". D. Benito Badrinas me dijo que esto no podía ser, porque, entre otras cosas, la documentación a la que se refería se tenía desde hacía muy pocos días, porque había costado mucho reunirlo todo.

Refiriéndose a la documentación, le pregunté si tenía testigos, si tenía chicas que dijeran que se habían acostado con M. Angustias Moreno. Me dijo que no quería entrar en detalles. Insistí: "¿Tienen datos de hechos concretos? ¿O son deseos, o son suposiciones, o son imaginaciones?". Me contestó: "Hechos concretos".

¿Hechos concretos? ¿y la han tenido durante 14 años siempre en cargos de gobierno y de formación de otras personas? Me contestó d. Severino Monzó que no se sabía. Le manifesté mi extrañeza por tamaña "ignorancia", pues las tendencias homosex se pueden detectar con facilidad. Nuevamente d. Severino Monzó me respondió que en este caso no aparecieron hasta ahora. Les pregunté si las habían descubierto ahora (cuando hna pasado ya más de cuatro años de su salida del OD) porque espontáneamente la gente lo ha dicho o bien si es que se había fomentado que se dijera. D. Benito Badrinas me respondió entonces que eso él ya no lo sabía, que él no había hecho la investigación, que él había visto la documentación terminada, pero que no sabía cómo la habían realizado.

Finalmente, yo les contesté que conocía a M. Angustias Moreno y que me constaba su honradez, su espíritu cristiano, su veracidad, su sinceridad y deseo de llevar una vida entera cara a Dios. D. Benito Badrinas me dijo: "De acuerdo". Añadí: "Que quede constancia". "Bueno, que quede constancia de lo otro", replicó d. Benito Badrinas.

Así terminó la conversación. Inmediatamente después de la marcha de d. Benito Badrinas Amat y d. Severino Monzó Romualdo, entró en mi despacho mi hermano. En su presencia paré el magnetofón, desconecté el micro, rebobiné la cinta y, juntos ambos, escuchamos el resultado de la grabación, que ha quedado deficiente por las malas condiciones acústicas de mi despacho, pero perfectamente audible. Quisiera que se adjuntara como prueba de mi testimonio.
Así lo manifiesto en Barcelona, fecha ut antea

Ana M Calzada, Montserrat Passola. LEGITIMACIÓN. Salvador Martínez Díaz. notario del Ilustre Colegio de Barcelona, con residencia en la capital (......) 
Barcelona a siete de mayo de 1977


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