Ciudadanía

Estoy leyendo uno de los libros que han sacado para impartir la nueva asignatura de ciudadanía en 3º de ESO y no encuentro nada que justifique el jaleo que se está armando en contra de ella. Desde luego nada que justifique una pretendida objeción de conciencia. Se habla de realidades actuales que pertenecen a la sociedad española y mundial de 2007. La globalización, la pobreza, los derechos humanos, los valores de la democracia, libertad, igualdad, tolerancia... ¿a quién puede molestar todo ello? yo pienso que los que promulgan la llamada objeción ni siquiera se han leído el temario.

Por supuesto que la educación no se puede quedar en estos valores, porque hace falta que como ciudadanos responsables tengamos siempre un "ojo crítico" para que no nos den gato por liebre. Es decir que yo veo imprescindible no sólo el "catecismo" democrático que sería la base común para todos los que convivimos en un estado de derecho, sino además enseñar a tener la mente despierta pues las bellas palabras pueden ocultar aviesas intenciones, como por desgracia cualquiera puede comprobar.

No veo, y creo que no es verdad que esta asignatura vaya en contra de ninguna religión ni de ninguna convicción moral. La única palabra que puede molestar en el libro de Ciudadanía es que se reconozca que hay familias de diversos tipos, ¿acaso no es verdad? ¿es que se es menos católico por reconocerlo? conozco familias monoparentales y si hay amor es una familia. No conozco familias de dos madres o de dos padres, y probablemente no sea mi opción, pero si esas personas se quieren y se respetan ¿a mí que en qué me puede molestar eso?

Mientras no venga nadie a mi casa a decirme lo que tengo que hacer cuando cierro mi puerta, pienso que cada cual se organiza su vida, siempre que no estorbe los derechos de los demás ciudadanos. Lamento muchísimo que ciertos representantes de la iglesia católica no hayan evolucionado todavía en ese respeto de lo que es la vida de cada cual. Porque además es que no tiene nada que ver con la fe esta cuestión, por mucho que se empeñen, no está relacionado.

Sin embargo sí tiene que ver con la fe la cuestión del opus. Y eso duele, porque como bautizados los católicos que hemos sido coaccionados a formar parte de esta organización en nuestra adolescencia, sí tenemos derecho a que se nos oiga y se nos haga caso. Tenemos derecho a que los pastores de la iglesia católica dejen de mirar para otro lado o den consejos en un confesonario y con miedo cuando se saca el tema.

A estas alturas tengo la certeza de que muchos curas han conocido los problemas de conciencia artificialmente creados por el opus. Esto sí es un problema que pilla de lleno en la jurisdicción de los obispos españoles. Y por ahora no han hecho absolutamente nada.

Yo fui captada en nombre de mi fe, pasé a formar parte sin que se me diera un resguardo de cuáles eran mis derechos y deberes, tanto que dicen que la pertenencia es un contrato. Mentira. En los contratos civiles cada una de las partes posee un papel con la firma y el compromiso de la otra. En este caso sólo ellos tienen mi firma, yo no puedo presentar nada firmado por un representante legal de la llamada prelatura reconociendo el compromiso de ellos.

Así que pienso que en este tema la jerarquía española se equivoca de medio a medio. Y no creo que por mucho que recen el Veni Creator en latín antes de cada sesión el Espíritu Santo esté con la conferencia episcopal. Menos liturgias y menos historias y más atacar los problemas reales.

Ana Azanza

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