España era una ruina y ser religioso un lujo

Ruiz Mateos es una víctima más del Opus, lo tiraron para salvarse ellos. Así que hace bien en quejarse, sería una pena que se fuera de este mundo sin soltar toda la indignación que lleva dentro. Se lo quitaron todo después de aprovecharse de él.

Sobre el conflicto de la PUCP mírese la etiqueta correspondiente. Este video de los estudiantes para mi gusto es el mejor, el más atrevido. Los curas tienen miedo de meterse con la autoridad eclesiástica.


Sigo con la maravilla de España en la que vino a nacer el Opus, Opus que hoy va haciendo la ley en la iglesia, con esas imposiciones que parecen salidas de una reencarnación de Torquemada. Como Cipriani, que no admitía demandas por derechos humanos como obispo, y va exigiendo a los demás que se atengan a la Ex corde Eclesiae. Opus nació y creció en los tiempos más negros de Franco. Ese ambiente se está expandiendo en todos los asuntos eclesiásticos en que se cuestiona el autoritarismo. La fe en todo esto, missing.

Gerald Brenan

Un tendero de Priego de Córdoba vino a decir a Gerald Brenan que era muy fácil llevar a los extranjeros a los sitios “visibles”, pero que mirara por si mismo:

“Entonces podrá explicar a sus compatriotas que la vida aquí es imposible y que los trabajadores se mueren de hambre. Sólo tiene que ver la paga que reciben y la cantidad de lo que comen. Ni el que puede trabajar cada día del año puede alimentar a su familia.”

La ración establecida consistía en un poco de pan cada día, un cuarto de litro de aceite de oliva y tres onzas de azúcar por semana, con algunas pequeñas cantidades de garbanzos y arroz muy irregularmente distribuidas. En el mercado negro el pan vale 12 pts el kg, es decir la paga diaria de un jornalero. Cuando se ve que la comida base de un jornalero es un poco de pan y aceite, con un poco de lechuga, vinagre y algo de pescado barato, se comprende las estrecheces en las que vive la gente.

LA RELIGION ERA UN LUJO

Muchas mujeres no van a misa porque la ropa que llevan de tan andrajosa no les tapa lo requerido por la iglesia, le cuenta la santera de Araceli en Lucena. En esta población cordobesa sufrió casi depresión por la pobreza. Las mujeres en particular, en todas las calles se veían mujeres vestidas con sacos de patatas, trozos de mantas del ejército, restos de los uniformes de los soldados. Piernas y caras sucias de no lavarse desde hacía tiempo. Los bebés que llevaban flacos y con mala cara, ni siquiera las chicas jóvenes estaban algo mejor, andaban por la calle con los mismos andrajos sujetos por imperdibles como las mujeres casadas. ¿Eran españoles? ¿Pertenecían todos ellos a esa orgullosa raza para la que hace sólo doce años una pierna sin medias era vista como una iniquidad?

Eran la clase de los parias, de los jornaleros, una gente que nunca pisaba una iglesia ni se casaba ni bautizaba a sus hijos porque ni siquiera podían pagar al cura ni tampoco podían cubrir suficientemente su cuerpo.

Le recordó tanto un campo de concentración como el de Belsen que se fueron para Málaga al día siguiente.

En esta ciudad encontró mujeres que dependían de su ingenio para sobrevivir. Que tampoco podían enterrar a sus muertos con un digno funeral, ninguna ceremonia era posible, costaba 500 pts. Morían como perros e iban a la fosa común. El cura no puede decir oraciones gratis, tiene que vivir de eso, como el periodista que no escribe gratis. Tampoco se casaban porque costaba un mínimo de 200 pts. Una mujer que debía mantener un marido enfermo y tres chicos pidiendo limosna contestó cuando le preguntó si iba a misa: “¿cómo voy a ir con esta ropa?” La religión se ha convertido en un lujo que sólo puede pagar un buen empleo.

Jose Antonio Girón (1911-1955) vestido de falangista

Ejemplo de la oratoria del ministro de trabajo José Antonio Girón inaugurando un monumento en honor de Onésimo Redondo, muerto en la guerra:

“Toda su vida fue una austera lección de intransigencia, de íntima disciplina, y voluntad de hierro. Lo que es más, esta actitud intransigente era proyectada hacia fuera lo mismo que en su vida privada, contra todas las mentiras y medias verdades, con el ardiente fanatismo con el que defendía sus convicciones, con su implacable conducta contra los importadores de ideas y los cultivadores de técnicas liberaloides.”

¿La santa intransigencia, la santa coacción, la santa desvergüenza?

 El paralelismo que hace Ugarteche del Opus con Falange no está mal traído

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Gerald Brenan dice que los dirigentes falangistas se habían hecho ricos tras la guerra, pero eran temidos no por lo que en ese momento hacían, sino por lo que habían hecho en el pasado.

España le recordó Rusia antes de 1917. En cierto sentido el ambiente era incluso más revolucionario que en 1936, porque estaba corrupto y podrido y las condiciones eran tan malas que todo el mundo soñaba con un cambio exceptuando los pocos que se beneficiaban del estraperlo. Pero no podía haber revolución. La policía y el ejército velaban para que no ocurriera: eran lo único sólido y fiable en este régimen destartalado, en el que la interferencia de la burocracia con el comercio legítimo se combinaba de la peor manera posible con la economía del “laissez faire” del mercado negro. Tenían todo el apoyo necesario, por el miedo que cualquiera que tiene algo que perder siente ante otra guerra civil.