ARTE DE LA REVUELTA

He salido a cierto comercio y no vuelvo más hasta que pase esta ola de chaladura nacional que nos invade. Que paranoia, casi te sientes culpable de no ponerte la mascarilla y no lavarte las manos al entrar. Insisto en que ni un vecino ingresado, ni medio ataúd por la calle, ni un solo cortejo fúnebre,
ni colas ni en farmacias ni en dispensarios médicos. Insisto: en el siglo XIV no daba tiempo a enterrar, no había sitio para enterrar, los muertos se quedaban en sus casas muertos sin confesión.

Me sabe mal que no sean los que están a pie de obra quienes digan, sí hay camas libres en los hospitales, sí se está cuantificando corona todo lo que se muere, sí estamos haciendo lo que nos dicen porque cualquiera se atreve a cuestionar, porque es imposible cuestionar. En España nunca lo hacemos, lo vamos a hacer ahora que te miran mal hasta por sacar la basura al contenedor. Y que los vecinos se entretienen en contabilizar cuántas veces sacan al perro los que tienen la excusa del perro para salir.

¿Os dáis cuenta a dónde estamos llegando?

Censuro porque aquí no se insulta, es mi distintivo,  se evitan expresiones soeces y degradantes. Se dan argumentos y se razona, se muestra desacuerdo pero no hay insultos.

El Crèvecoeur belga canadiense enseña el documento en el que EEUU dispensa a las farmacéuticas fabricantes de vacuna de toda responsabilidad en caso de que no funcione o haya efectos secundarios como pasó con la gripe A.

Este sociólogo filósofo me ha dado más pistas de reflexión.



El entrevistador admirado parece Drácula, no ha tenido "mano" con el maquillaje.

Es un estudioso del arte de la revuelta. Lo nunca visto, confinar a medio planeta, todos en casa metidos y sin posibilidad si quiera de plantear preguntas o cuestionar.

Por una parte porque al no haberse previsto y hecho pruebas, llegan las medidas represivas. No queremos matar, absurdo. Las cosas bien hechas como los taiwaneses que están al lado del origen: pruebas y confinamiento y seguimiento de las personas infectadas. Dejando en paz al resto hacer su vida.

Asistimos a una especie de culpablización y generalización de le penitencia. De dolorismo universal. D. sabe si nos gusta en España celebrar el dolorismo y la estación de penitencia, forma parte de nuestro folklore. Además de lo injusto que es culpabilizar y responsabilizar, andar mirando mal a todo el mundo como sospechoso de ser agente de contagio.

Como unos sufren, todos hemos de sufrir y vestir el sayal. En este caso quédate en casa nacional como si fuera el único posible remedio.

Por no decir las pulsiones  más profundas y abyectas que todo ser humano lleva dentro de dedicarse a la inquisición y policía del vecino.

Pensábamos que esto de tener a la gente vigililada y encerrada, aislada era cosa de película de terror y ha llegado con suma facilidad.

¿Quién nos protege de la violencia del Estado? acostumbrados en nuestro país a que la violencia se ejerza injustamente contra los propios españoles, en eso se basó el franquismo del que nadie ha abjurado. A las pruebas me remito: vuelve a salir en gobernantes y gobernados, en las decisiones que se toman por puro seguidismo. Hace años que los españoles nos limitamos a seguir lo que nos dictan desde fuera. Falta de carácter, pensamiento y juicio propio. No tiene por qué ser un destino insuperable.

Pero nos han enseñado a que hay que estar con el consenso, como decía Trevijano, aunque él perteneciera al consenso desde fuera del consenso. Ya que nunca criticó el verdadero poder de España. Fue amigo y se enriqueció gracias a él. Con toda la admiración que le tengo a este personaje al que no se le ha hecho justicia fuera de su grupo de seguidores.

Así empezaron las dictaduras más atroces, por el miedo de la población a salirse del recuadro que te marcan. Y que estamos en una situación precaria en el orden de los derechos cuando todos se ponen de acuerdo para quitárnoslos por una epidemia que no se ha demostrado esté diezmando la población española, como si se demuestra que va a diezmar la economía.



La enfermedad y la muerte, los virus, las bacterias forman parte de la vida. No podemos vivir en una obsesión continua de infección e infectarnos.

Los médicos tienen su importancia pero no son la única instancia desde la que ver las cosas. Este muchacho cuenta la anécdota que le ocurrió con un médico de urgencias. "Qué bonita la primavera" le dijo al médico.
"Mala época, la gente abre la ventana, los niños se asoman y es la época del año en que más caídas de infantes se producen."

No se ha hecho el confinamiento de manera "fina": detectar quién está enfermo y confinarlo, no por decreto a toda la población.
En Taiwan 23 millones de hab. solo 6 muertos. A 200 km de China.

Y por una vez Foucault en "Vigilar y castigar" hace notar que la gestión de las epidemias no es meramente sanitaria, los gobiernos se toman sus libertades para dictar la ley fuera de la ley, es una cuestión de gobernabilidad.

En Suecia se ha optado por la inmunización colectiva.
Hay otras opciones.
El coronacentrismo va a provocar muertes colaterales de otras enfermedades que se desatienden. O que la gente por no molestar no va al médico.

Además del familiarismo, herejía en nuestros opusinos oídos. Puedes ir a buscar a tus hijos en caso de divorcio, pero se prohíben todo contacto con aquellas relaciones no estrictamente familiares, amigos, enamorados, copain, copine....relaciones superfluas y prescindibles.
Por no hablar de que el confinamiento no es estricto cuando cajeras, empleados de Amazon, repartidores, obreros y agricultores siguen trabajando.
En Singapur hacen la prueba y aislan al infectado, el smartphone sirve para el seguimiento de los infectados. Transparencia por justicia, sin culpabilización general de la población.

No una epidemia excepcional sino una reacción excepcional a una epidemia como muchas otras. No la única posible reacción.