UNA EPIDEMIA EN CONDICIONES

Hacéis unas preguntas que carecen de interés.

Por el contrario he estado escuchando al médico de Marsella, reconocido epidemidiólogo, microbiólogo que trabaja en el Centro Hospital Universitario Mediterranée, que está usando la cloroquina añadido a un antibiótico (azitromicina) en la fase primera de la enfermedad obteniendo resultados aceptables. Cuando todavía no ha llegado el ahogo. Se han metido con él porque hoy en día antes de patentar un medicamento,
ponerlo en blisters y cajitas y hacer millones se procede probando en miles de casos. Pero en la guerra como en la guerra, dice Raoult.




También los chinos han publicado otra comparación cloroquina - placebo donde obtienen curas.

La azitromicina se prescribe en general en infecciones respiratorias, buenos resultados en cultivos en laboratorio y en pacientes. El estudio publicado se basa en 80 pacientes, mientras que en el hospital ya están tratando a más de 1000.
Se defiende de las críticas: soy un científico de la ciencia, un epistemólogo, y la gente que dice que su método no vale ignora la historia de las ciencias. Dice que en enfermedades infecciosas es muy fácil saber si un microbio desaparece o no.
Los amplios estudios los hace la industria farmacéutica, Raoult dice que eso no es ciencia, es una costumbre y no hay evidencia de que sea más eficaz que el suyo.
Demasiados especialistas del trabajo ajeno, filosofantes en la tele que no han hecho nunca ciencia. Cuando era joven había otras modas científicas que se han pasado.
Con el SIDA cuando con 3 enfermos funcionó el medicamento no hizo falta probar más.

En medicina solo importa la eficacia, y el método ha de adaptarse a la eficacia.

Pero nuestra sociedad tiene sus pensamientos, y los que han trabajado de otra manera y están acostumbrados a lo que hacen las farmacéuticas.

Este médico dice que él no sabe de sociología ni de opiniones en la tele, y le parece absurdo predecir lo que pasará con el virus. Ni siquiera sabe predecir con la gripe de un año para otro, este año la gripe ha provocado muchos menos muertes. Y predecir sobre un virus desconocido, mejor dirigirse a los astrólogos.

Dice que es un hombre de saber científico, y el saber científico es temporal, qué humildad. No quiere dar opinión porque la opinión no tiene interés.

Está en los humanos el amor a la disputa, pero él no entra en eso.
Como médico intenta que la gente no se muera y no haya que reanimarla, es lo que importa.
Y se creen algunos que hay una ciencia de cada país, absurdo. La ciencia es la ciencia.

Hoy en día los científicos intercambian sus datos en el mundo entero, y cuando Raoult ve que alguien lo hace mejor, aprende. En la actualidad extremo oriente están 10 años por delante en medicina. Dice el experto. Antes los chinos venían a Occidente a formarse, hoy ya no lo necesitan. Lo dice él que ha visitado y ha visto como están equipados en Shangai (2005) después del Sar, con todo lo necesario y más.
 Interesados por la ciencia, el conocimiento y la curación. Los chinos publican ya más art. científicos que los norteamericanos, y tienen una estima por el saber.

Nuestros héroes en occidente son futbolistas, actores, cantantes, no los investigadores. En China los científicos tanta atención y estima como un deportista ganador en los Olimpic Games.

Pragmatismo y desarrollo tecnológico en Extremo Oriente. Europa perdida en reflexiones que no son de naturaleza científica.













La peste negra mató en la Pascua de 1349 a un tercio de la población europea

En Pascua de 1349 la peste se extendió por Centroeuropa. Hasta 1353 causó la muerte de miles de personas, muerte que provocó el nacimiento del hombre moderno.

UNA EPIDEMIA EN CONDICIONES

Der Heilige Bernardo Tolomei starb in Siena an der Pest. Bis zu seinem Tod hatte er sich um Infizierte gekümmert.
San Bernardo Tolomei, atendió a los moribundos de la peste hasta morir

Las procesiones de penitentes de la época intentaban alejar el mal. En vano. En Pascua de  1349 lamuerte negra llegaba a la principal ciudad de Alemania:  Frankfurt del Meno. Precisamente en el día en el que el Señor prometía la redención a la humanidad.

En aquel año no paraban de llegar malas noticias de todos los países europeos. Nadie recordaba una situación parecida, Dios estaba castigando al mundo. Sólo en el Nuevo Testamento se leían terrores similares. (Apocalipsis). A pesar de todo aquel invierno había muerto menos gente.
  
Pero con la primavera y la esperanza se desató el horror. También en Frankfurt: toses con sangre, ganglios linfáticos hinchados, fiebre, alucinaciones, la muerte el mismo día en que empezaban los síntomas. Y por todas partes la misma imagen: las madres dejaban a sus hijos moribundos, los maridos  a sus esposas, y en las casas quedaban los muertos sin que nadie los enterrara.

No era navidad sino Pascua la fiesta principal de los cristianos y por muchos siglos. La muerte y Resurrección del Señor. Era la promesa de Cristo: no hay muerte sin resurrección. Resurrección no solo prometida a los héroes como en el panteón germánico. ¿Cómo si no fuera por esa promesa se hubieran abandonado los viejos dioses paganos?  Pero un Viernes santo sin Resurrección, ¿un Viernes Santo eterno? ¿Se había olvidado Dios del mundo?

EL Papa predica en una vacía plaza de san Pedro

Que los bancos de las iglesias se hayan quedado vacíos en Pascua este año tiene precedentes en la historia de la cristiandad. Y que no haya procesiones de Semana Santa en España, de Resurrección en Italia. El Papa predica en una vacía plaza de San Pedro, qué desolación. Aunque las comunidades digitales se han reactivado más que nunca. Las misas se han retransmitido por Internet. El espíritu santo y el espíritu digital coinciden, ambos son invisibles y efectivos sobre las masas.

 El papa reza por el mundo ante una plaza San Pedro vacía

El virus no debería perturbar indebidamente a los cristianos. Ni punto de comparación con el bacilo de la peste que se expandió en el siglo XIV. Hay quien piensa que tienen algo en común: que el mundo no será el mismo tras la pandemia. También la peste cambió la superficie de la tierra. ¿Pasará lo mismo en la Europa de hoy?


Peste, de latín pestis, significa plaga. Cada época tiene su propia economía. En la edad media dominaba la economía de la fe sobre todas las demás. Podía hundirse el mundo pero la fe quedaba en pie pasara lo que pasara.

¿Comportamiento no cristiano o higiene epidémica instintiva?

Mala señal desde el primer momento. Como de costumbre en octubre de 1347 varios barcos procedentes de Caffa, la ciudad genovesa de Crimea, echaron el ancla en el puerto de Mesina. El franciscano Michele da Piazza vió como el pueblo acudía en tropel a recibir a los barcos. Y entonces ocurrió lo inimaginable. Los primeros que hablaron con los marineros morirían a los pocos días. Y los que primero hablaron con esos también. Y sus familias, amigos y vecinos incluidos sus animales domésticos. Así que los habitantes de Mesina dedujeron que la enigmática muerte provenía de los barcos y los hicieron alejarse de sus costas.


Los barcos que volvieron al mar distribuyeron la peste por toda la costa italiana. Primero Venecia luego Génova, dos ciudades enemigas que luchaban por el dominio del mediterráneo. La noticia de la carga mortífera se les adelantó, porque Génova disparó antorchas encendidas desde sus galeras para evitar que atracaran. Qué comportamiento más poco cristiano ¿o era más bien una medida instintiva de higiene frente a la peste?


Los supervivientes de  Mesina huyeron a la ciudad vecina de Catania. Pero los vecinos se negaron a recibirlos.¡Por lo menos dadnos la imagen de santa Agata!, imploraron los de Messina. Hubiera sido un acto de solidaridad elemental. Pero los de Catania se negaron a romper un solo hueso de la santa. No era un buen principio para lo que Europa tenía por delante.  

Los hombres de la edad media no sabían de virus ni bacterias

Los genoveses que disparaban a sus propios vecinos antorchas encendidas conocían el reciente invento de la pólvora, un invento poco piadoso. Como los relojes de las torres ¿Pretendían los hombres contar el tiempo del Señor? ¿Se había enojado tanto Dios por tantos ataques a su competencia original de creador de la nada que quería aniquilar la creación?
Nadie en la edad media hubiera entendido los discursos sobre virus y bacterias. El covid es un virus, la causante de la peste una bacteria, Yersinia pestis,  identificada en el siglo XIX. Virus y bacterias ya estaban aquí cuando todavía no había otros seres vivos en el planeta. Mucho menos una forma de vida capaz de dar semejantes descripciones. Aparentemente el orgullo de virus y bacterias es demostrar de vez en cuando que pueden desintegrar a todos los que se desarrollaron más tarde que ellos.


La bacteria de la peste no toleraría que la pusiéramos en el mismo saco que el Coronavirus Sars-CoV-19. Entre una bacteria y un virus hay un mundo, es prácticamente la diferencia entre la tenia y los humanos. Las bacterias son mucho más grandes se pueden ver con el microscopio. Tienen su pared celular y una estructura interna, los virus son mucho más primitivos. Ni siquiera pueden reproducirse por sí mismos, necesitan un huésped. Así que los hombres y mujeres medievales murieron de una forma comparativamente más compleja.

También el Papa se quedó en casa para trabajar en 1349

Algunos barcos se dirigieron entonces a Marsella, aunque ya casi no quedaban seres vivos a bordo. Así fue como 2 de febrero de 1348 la peste negra llegó a Avignon. Avignon no era un sitio cualquiera, era la residencia del Papa. Clemente VI estaba en ese momento construyéndose un gran palacio cuando llegó la enfermedad. Su médico de cabecera sólo le dio un medicamento: ¡huya, rápido!



¿Huir? El Papa no era ningún cobarde, era conocido por sus banquetes no por sus creencias, las paredes de sus aposentos estaban decoradas con escenas nada cristianas caza y alegría de los sentidos. ¿Pero huir? Un papa que huye no es bueno para la economía de la salvación. Sobre todo ahora que la huida del Papa de la ciudad de Pedro, Pablo y los mártires era vista con otros ojos por los fieles.  
¿Era el Papa culpable de la peste? Petrarca llamó a Avignon “la Babilonia de Occidente”. Y  Clemente VI se quedó. Pero nadie tenía permiso para acercársele. Trabajó en cuarentena encerrado en su habitación,  rodeado de grandes cuencos de fuego que se suponía mantenían la peste alejada. Así que el Papa estaba permanentemente intoxicado por el humo, no por la peste.



También su médico Guy de Chauliac se quedó. “Por miedo a la vergüenza” como anotaría más tarde. El domingo de Pascua de 1349 cuando la gran muerte empezó en Alemania, el Papa celebraba la segunda fiesta de resurrección en una ciudad apestada. En solo 3 días la bacteria se llevó a 1800 víctimas. Y como en todas partes no había nadie para enterrarlos. Las campanas de las iglesias no repicarían durante mucho tiempo.  Y peor todavía, faltaban curas para impartir los sacramentos a los moribundos. Porque los que lo hacían se quedaban entre los muertos.

Murió un tercio de la población europea

No fue la muerte obligatoria la que hizo de la peste una catástrofe inimaginable para nuestros antepasados medievales, ya que en aquella época la existencia no era más que una miserable estación, una dura prueba en el camino a la vida eterna o en el peor de los casos, al castigo eterno. Lo más inimaginable de todo entonces era morir sin acompañamiento espiritual, sin confesión, sin la bendición de un cura. Clemente VI era un hombre de su tiempo.


Por eso impartió a todas las víctimas de la peste la absolución general. Los moribundos habrían de confesar sus pecados al último siervo de Dios, incluso a las mujeres, de las que no se sabía siquiera si tenían alma. Como los cementerios de Avignon no daban abasto, el Papa compró terreno delante de la ciudad y pagó a los campesinos que serían los sepultureros de su ataúd.



Los campesinos arrojaban los muertos al Ródano. Clemente bendijo el Ródano como si fuera un cementerio. Tras la Pascua de 1348 había perecido la mitad de la población de Avignon, 7000 casas que se quedaron vacías fueron precintadas. ¿Quién escuchó aquel año la bendición papal urbi et orbi?
Viernes Santo sin resurrección. Hasta 1353 la peste negra asoló Europa conmocionando los fundamentos de la sociedad medieval. Murió un tercio de la población. Era como si hoy en estos tiempos de pandemia murieran 250 millones. Cuando pasó la peste los humanos experimentaron una gran alegría de vivir.  Y el impulso de tomar las riendas de sus vidas. Se abrieron de par en par las puertas del Renacimiento. El año de concepción del hombre moderno fue 1348, año de la muerte negra, afirma Egon Friedell en su libro “Historia cultural de la modernidad”.

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