OBEDIENCIA NO ES VIRTUD CÍVICA

No tienes ni idea de Assange y su sufrimiento, la injusticia que se está cebando sobre él, cuando ha revelado acciones inmorales del presunto gendarme del mundo. Y la poca misericordia que están teniendo sus carceleros incluso en tiempos de epidemia. Se ceban con el lanzador de alerta.

 El encarcelamiento que lo agotó durante 7 años en un espacio super reducido  nos lo están imponieno al resto de la población.
Por otra parte te recuerdo que aquí no se insulta a nadie, ni a la izquierda ni a la derecha. Se dan argumentos y se presentan fundamentos y reflexiones con base. Dejo un momento tus comentarios, pero no me da la gana de que me trolees el blog con expresiones de mal gusto.


En la medida en que estos políticos son personas sin virtudes solo astutos y atentos a su beneficio personal única y exclusivamente son el reflejo de la población. Y no hay diferencia entre ellos más que de coloración del cartel electoral. Todos unidos en su propio favor.


Claro que hay voces discordantes en otros países que aquí no se escuchan porque somos el país del consenso y no salirse de la fila. Se paga caro salirse de la fila. No tan caro si hubiera un puñado de Aussenseiter...

Cuando todos piensan lo mismo es que alguien no está pensando.

Dice Idriss Aberkan, de él lo tomo y me parece que es la frase que le pega bien a España.

Otra voz alemana esta vez discordante, que se da cuenta de que se están eliminando viejos y estableciendo una obediencia al cien por cien que ni mucho menos es la primera de las virtudes cívicas. Los que estuvimos en la obra escrivariana lo llevamos grabado en nuestras carnes.


Los alemanes, españoles, franceses, italianos obedientes al 150%.

El debate que aquí ni siquiera estamos teniendo sobre lo que es preciso hacer para gestionar la crisis del virus divide a otras sociedades más todavía que otros debates, como el de los refugiados ¿por qué de pronto nos vemos dominados por una infección perfectamente dominable?


En marzo de 2016, Nikolaus von Bomhard, entonces director ejecutivo de Munich Re, la reaseguradora más grande del mundo, escribió un artículo en "Frankfurter Allgemeine Zeitung". Trataba del análisis de riesgos en sociedades modernas complejas. Bomhard abordaba la probabilidad de una pandemia: "Es solo cuestión de tiempo de que coincidan virus y circunstancias adecuadas". Si las medidas de precaución fueron suficientes se verá después de la crisis.

Bomhard formuló una idea importante: para algunos riesgos, el virus es el mejor ejemplo, hay poca información disponible. Por eso los responsables políticos tienen que tomar decisiones en medio de la incertidumbre,  apoyándose en expertos, pero, según Bomhard, y siguiendo su intuición: «El sentimiento que viene de las tripas es una habilidad fundamental y bien puede ser parte de la gestión profesional de riesgos. El sentido común es capaz de ofrecer un rendimiento sorprendente en lo que respecta a la evaluación de riesgos ».

¿Qué sociedad queremos ser?

Sin embargo, el "sentido común" no tiene buena prensa estos días. Cualquiera que sugiera la cuestión de si el desmantelamiento de toda la vida pública y económica es apropiado mostrando desacuerdo con los gobiernos, los Institutos de investigación como el Robert Koch y y los  medios de comunicación se convierte en sospechoso. Ya se ha inventado la etiqueta del "negacionista del Corona". El debate sobre cómo lidiar adecuadamente con el virus divide a nuestra sociedad más que la cuestión de los refugiados. Los amigos ya no se hablan. Incluso los periódicos que tienden a criticar al gobierno hoy en día preguntan "¿qué sociedad queremos ser: una sociedad que proteja a los viejos y los débiles? ¿O una en la que solo sobrevivan los más fuertes?”

Dicho así, por supuesto, nadie quiere ser uno de esos horribles darwinistas sociales. Pero, ¿están bien planteada la pregunta? Por desgracia, una de las desventajas del aumento de esperanza de vida son las enfermedades graves, ya nadie muere en la mina o en el campo de agotamiento. Es un regalo vivir más y tiene un precio: cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes, Alzheimer , depresión y soledad.

Se  agrega un nuevo riesgo: un virus hostil que ataca principalmente a los muy viejos, gravemente enfermos e inmunodeprimidos. Y de pronto ignoramos todos los demás aspectos del envejecimiento. De pronto nos dejamos dominar por la ficción de que se puede superar este virus al precio que sea. Pero esta esperanza ya es engañosa. Los demás riesgos para la vida humana siguen ahí.

Un molesto ejemplo práctico, un  anciano que se rompió el brazo unos días antes de la crisis. Lo operan y lo cuidan bien en el hospital (que aún no ha sido privatizado), a los cuatro días lo envían a casa: es mejor que  la ola de corona no lo pille en el hospital,  es mejor que no ocupe una cama de un infectado. Así que lo devuelven a su casa donde la herida se infecta.  Su mujer tuvo que rogar al médico de familia que revisara el brazo inflamado varios días antes de ser atendida. Es poco probable que este hombre de 81 años muera del virus. Pero ya está padeciendo las medidas anti-virus.
Los pacientes, especialmente los ancianos, ya no se atreven a acudir a las consultas, ya no van a fisioterapia, no acuden al hospital, en parte por miedo a la infección, en parte por vergüenza y amabilidad que todavía existe en esta generación: no quieren molestar . El número de víctimas que esta actitud provocará en última instancia solo se contará si es que se hace después de la crisis.

El buen alemán

Los alemanes, en particular, están satisfechos con su 150 por ciento de obediencia al gobierno; probablemente todavía nos queda mucho de la mentalidad de sí-no, blanco y negro, bueno-malo, amigo-enemigo de Carl Schmitt. Solo eres un buen ciudadano si las medidas son duras y la sumisión total, solo si te abstienes de toda pregunta crítica.

Recoge tu carrito de compra desinfectado en el super, pero luego pon el ticket de estacionamiento en la máquina no desinfectada. Vas al parque y la policía te obliga a dispersarte por el criminal intento de comer dos rollos en el parque (los picnics no están prohibidos en el Decreto General de la Corona de Berlín, pero la policía vigila). Es sorprendente notar que los organismos oficiales desaconsejaron usar la máscara durante meses ¿porque de todos modos no había?, y se acepta que atar piezas de tela cosidas con asas es el primer deber cívico.



La crisis decide muchos procesos sociales que antes eran polémicos: ir a misa o a un servicio religioso cualquiera es un riesgo para la salud. Ya no es necesario discutir la apertura de tiendas los domingos. Los toques de queda reducen el consumo de CO2. La vigilancia total a través del rastreo de los móviles ya no se considera una restricción de los derechos básicos, sino como una promesa de libertad. ¿Oficinas? Ya no hacen falta, el tele trabajo funciona. La escuela por internet no funciona en absoluto, pero ya se encargan las madres, que ahora se quedan en casa como en la década de 1950, haciendo pasteles, cosiendo máscaras y haciendo la compra.

La Ley Alemana de Protección contra Infecciones se convirtió en la Ley de Empoderamiento sin más preámbulos: solo la izquierda, los Verdes y el FDP no han cedido en el Parlamento .

Gracias a Dios, no vivimos en China, aunque muchas personas parecen pensar que este imperio totalitario y hambriento de poder es un modelo a seguir, y menos mal que la controversia ni siquiera puede ser suprimida por la autoalienación de los medios.

Totalitarismo

Hans-Jürgen Papier, el ex presidente de la Corte Constitucional Federal, dice que si las restricciones de la vida cotidiana se prolongan durante mucho tiempo, "la libertad está en riesgo". Julian Nida-Rümelin, filósofo, físico y ex Comisionado Federal de Cultura, defiende que los grupos de riesgo reciban protección especial, pero que los jóvenes y los sanos deben volver a realizar su trabajo y actividades. El virólogo Hendrik Streeck, que investiga el virus y critica duramente al instituto del gobierno Robert Koch, dice que "no necesitamos restricciones extremas a largo plazo". Es malo si la gente muere. "Pero la pregunta es si las medidas ponen en peligro otros medios de vida y, por lo tanto, ponen en peligro la vida".

Pero esas voces aún son pocas. El gobierno federal está satisfecho con el modo paternalista hasta nuevo aviso y querría suprimir cualquier discusión sobre estrategias de "salida", aunque el "ahora" debe ir siempre seguido por un "más adelante".

Luego vendrán las quejas y las consecuencias económicas e interpersonales del totalitarismo. Sin embargo por el momento, una gran parte de la población es leal al gobierno, tal vez con la secreta esperanza de que la obediencia a las medidas sea un hechizo  efectivo contra el virus.






Comentarios

Magí Ribas Alegret ha dicho que…
Según informa TV24, Juan Cotino, E.P.D. Declaró en la Audiencia Nacional el pasado marzo en uno de los casos Gürtel y comenzó a sentirse mal, permaneciendo tres semanas en la UCI.

Pregunta, ¿cuántos "ancianos" Opus en la UCI?

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