FALSOS PADRES

 Releyendo el anterior post es curioso que habiendo pertenecido a la "madre de todas" combata  una pequeña, pudiendo dedicarse al paradigma. Porque el modelo carismático caído del cielo que impone culto a la personalidad a la vez que se forra con todo tu ser y es católico a machamartillo se inventó en la España de Franco. No me cabe duda, se lucró de esa España, construyó inmuebles, y enloqueció cabezas desviándolas de sus objetivos "naturales", además de encasquetar a muchos enfermedad psi de por vida y quitar el gusto por la ídem también disfrutando de un sistema político que fue el de ese sr. de Ferrol del que ud me habla. Y más que nada él perteneció a esta modalidad importada a la República francesa de la que es ciudadano.

En fin, entre cosa curiosa y cosa curiosa, va y suelta perlas y las declara en documento público frente a Comisión reveladora de delitos cometidos por eclesiásticos durante 70 años. Nos saca un poco de las sombras. Solo un poco. 

El modelo cundió y los investigadores de la CIASE han descubierto que la Iglesia católica está muy mal gobernada, que el obispo en su diócesis es una especie de rey que hace y deshace, y que no tiene tiempo, ganas ni disposición de vigilar a los tocaniños ni a los founders iluminados con mensajes de la Virgen. 

Se lo creen todo desde el momento en que se trata de un cura o persona religiosa. No excavan ni piden cuentas ante las quejas. Porque hubo quejas y "se sabía", tanto lo de los niños, como lo de los sectarios. 

Que ahora digan que sienten vergüenza por lo de los niños a las víctimas les sabe a poco. Había un sistema de encubrimiento y desplazamiento, y a estas alturas determinadas personas que en su infancia sufrieron tocamientos y algo más tienen que ver en puesto de relevancia eclesiástica a su agresor. La veneración del cura por principio y definición hizo el resto.

En nuestro país ni siquiera hemos llegado a que se desaten las lenguas en el tema. O no se desatarán nunca o el clero español es de otro tipo, ¿se aliviaba con adultos/as? si es así me alegro, pero nadamos en la ignorancia.

Mientras llegan más testimonios de gente rota por la vida, enferma físicamente y psi, pero sobreviviendo a pesar de la machacada:  

Parole d'Auteur] Anne Mardon- Quand l'Église Détruit - YouTube

Audiencia de la Sra. Anne MARDON,
Ex miembro de las fraternidades monásticas de Jerusalén

Jueves 22 de Octubre de 2020
"La Barouillère" - 14, rue Saint Jean-Baptiste de La Salle - París,6º

La audiencia comienza a las 2:15 p.m.
Sr. Jean-Marc Sauvé, presidente de la comisión. Escuchamos a la Sra. Anne Mardon, comouna ex miembro de las fraternidades monásticas de Jerusalén, experiencia sobre la que escribió dos
libros, Cuando la Iglesia destruye (L'Harmattan, 2019) y, más recientemente, Silencios en la Iglesia por
acción y omisión
(L’Harmattan, 2020), en la que denuncia los abusos cometidos por el p.
Pierre-Marie Delfieux, fundador de las Fraternidades, así como sus consecuencias. 

 

Sra. Anne Mardon. Desde el lanzamiento de mi primer libro, siempre me han hecho preguntas sobre Saint-Gervais (la iglesia donde estan las Fraternidades).
Pero a pesar de que es una parte importante de mi historia, porque allí fue donde más sufrí, toda mi trayectoria en la Iglesia fue  catastrófica. La Iglesia constituye el gran
fracaso de mi vida. No tengo palabras para decir qué decepción fue para mí, es un pozo
sin fondo. Se supone que debemos ser acogidos en la Iglesia con amor y respeto, para encontrar apoyo. Pero nunca lo encontré, nunca me acogieron como soy sino según una representación que se hicieron de mí. Fue imposible para mi buscar  y menos ejercitar la libertad interior que promete la Iglesia, todo lo contrario.


Vengo de una familia atea y anticlerical. Mi padre murió cuando yo tenía doce años. "Conocí" a Dios en los jesuitas de Chantilly en 1976, a la edad de veinte años. Mi trauma
interior era tal que me dejé la escuela. Durante un año vivía en la residencia de los jesuitas parte de la semana. Iba a misa todos los días, recibía la Comunión aunque no estaba bautizada. Nadie se ofreció para escucharme, ayudarme, darme una formación. Sin embargo, enseguida entablé una relación
con un padre jesuita, que me llevaba treinta y ocho años. Una vez me prestó el Evangelio de Juan, luego me llevó a la comunidad del Arca, en Trosly-Breuil, con la esperanza de  "que allí (yo) encontraría lo que estaba buscando".

Llevaba unos días en L'Arche, cuando el P. Thomas Philippe se me acercó después de la misa.
Al enterarse de que no estaba bautizada, escribió al obispo pidiendo permiso para impartirme este sacramento, en una semana se lo concedieron. Hacía cuatro meses que había descubierto seguía recibiendo la comunión y todavía no había recibido ninguna catequesis. A pesar de las objeciones que tenía contra la resurrección (no creía en la resurrección, ni que Jesús es  hijo de Dios ...), el
P. Thomas hizo un gesto de la mano rechazando mis dudas ("El buen Dios tiene prisa", respondió), confié en él.
Así que me bautizó y me confirmó la semana siguiente. Ese mismo obispo, cinco meses después, cuando me quedé embarazada del Jesuita, me dió a elegir entre dar al niño al nacer o realizar un aborto. “En principio, no tenemos derecho a quitar la vida, pero ... "me dijo. Antes de agregar: "Pero ni se te ocurra que vaya a dejar de ser jesuita para irse contigo, nos faltan  sacerdotes ". El aborto tuvo que adelantarse dos días porque, el Viernes Santo, cuando inicialmente estaba programado, el jesuita no podría haberme acompañado ya que iba a celebrar los oficios y predicar.

El día antes del aborto, bautizó al feto en mi vientre y lo llamó "María", convencido de que era una niña. Me esperó en el coche mientras la intervención y luego me llevó a la residencia Les Fontaines. Estoy convencida de que algunos hermanos sospechaban de nuestra relación pero nadie soltó prenda.


El hecho de que a ese jesuita, como a todos los demás se les llamara "padres", no era trivial para mí consciente como inconscientemente. Estaba en un bosque de "padres", todos bastante mayores,  con quienes obviamente buscaba tranquilidad. Hoy después de lo que pasé en la Iglesia, me parece que Padre que este es un nombre falso, que juega con un inconsciente colectivo y que es una trampa para los mismos sacerdotes. La mayoría, si no todos los que he conocido, eran incapaces de comportarse como padres, ni siquiera sabían lo que realmente significaba el término.

A pesar del bautismo, todavía no era cristiana. Incluso ahora pienso que nunca he perteneico verdaderamente a la religión católica, ni a ninguna otra. No tenía antecedentes culturales religiosos.

Antes de mi estancia con los jesuitas, nunca había abierto una Biblia ni había pisado una iglesia prácticamente.

Volvamos al P. Thomas Philippe. Hoy sabemos que fue juzgado en Roma en la década de 1950,y, sin embargo, siguió su camino como si tal cosa participando en la fundación del Arca L'Arche, con su fiel amigo y admirador Jean Vanier. Hace 50 años ya estaba sin embargo bastante claro que su comportamiento era cuando menos ambiguo. Pero era imposible la más mínima crítica, el más mínimo juicio al padre Philippe. Te hubieran mirado como si fueras el diablo en persona. Sobre  la espiritualidad del Padre Thomas muy mariana, diré que no me gustaba en absoluto. Me sentía especialmente incómoda con este hombre particularmente táctil, y tampoco me agradaba la atmósfera "pegajosa" de L'Arche.

Recientemente supe que mi padrino también había fue acusado hace unos años de abuso sexual. Cuando yo tenía veinte años,  consideraba a los dos hermanos Philippe como santos y les tenía una especie de veneración. Los citaba  muy a menudo, había copiado las expresiones faciales y hasta la forma de hablar del padre Thomas. Cuando se le pidió que explicara los abusos que había cometido, respondió que sólo había seguido las enseñanzas de su padre espiritual, Thomas Philippe y que, si había un responsable solo podía ser él.

Con veintidós años me alejé de ese ambiente y dejé de practicar.Volví a mi ateísmo, estaba totalmente perdida.

Un año más tarde entré en la iglesia de Saint-Gervais, cuya dirección me habían dado los jesuitas, cuando entendieron que me gustaba la liturgia, que descubrí durante una visita a Tamié. En esta iglesia el padre Pierre-Marie Delfieux cayó sobre mí y no hay mejor modo de decirlo. Más tarde me di cuenta de que reclutaba principalmente a chicas jóvenes usando el mismo método.Tras la misa  se acercaba a ellas para hablar, usando todo la seducción posible, sonrisa coqueta, voz y mirada profunda, y fijaba una cita. Le gustaba repetir: "Si Dios es, es todo. Si es todo, le das todo". Después de algunas conversaciones no tardó en decirme: "viniste a la misa, te encontraste conmigo, deberías de pensar en una vocación monástica en nuestra Fraternidad". 

Este cura sentía un gran desprecio por el matrimonio y la vida secular. Para él, solo había un camino: la vida religiosa. En cuanto a los hombres, todos estaban llamados a la ordenación sacerdotal. Cuando un sacerdote revestido de capa blanca hasta los pies, en medio de cánticos e incienso, te explica que
eres especialmente amada por Dios y que no puedes escapar de este amor sin ser
infiel, aunque nunca se te haya ocurrido la idea de una vocación religiosa, te dices a ti misma que sí, que
has encontrado tu camino. Es aterrador y estimulante al mismo tiempo, te deja sin aliento.


La iglesia siempre estaba llena, estábamos en el corazón de París. Entonces no me di cuenta de que había que en la comunidad de  Jerusalén había problemas considerables. Hermanos que se habían ido, sin previo aviso, en grupo, a menudo de forma violenta. Una comunidad de hermanas de la que el obispo Lustiger ratificaría la disolución después de muchos sufrimientos. El propio Pierre-Marie, que pronto sería expulsado de la fraternidad masculina. Y la locura por el reclutamiento que fue su distintivo. "Quiero 60 capas en el coro, dijo un día, no importa quién esté en la parte de abajo de la iglesia ”.


Una vez más, como si no hubiera aprendido nada de mi anterior experiencia, me vi envuelta en el problema de " padre ". Le conté a Pierre-Marie mi aventura con el jesuita. "Conmigo, no hay riesgo
de que pase algo así, me dijo, puedes confiar  totalmente en mí". Y es cierto que
no pasó nada a nivel genital. Pero la relación iba "por la pendiente resbaladiza". Me llamaba "mi niña",Yo le llamaba "querido papá". Tenía un vínculo emocional extremadamente fuerte, se había convertido desde el primer momento en mi todo. Era una especie de adicción, una droga, que  borraba en mí la capacidad de analizar y de juzgar, me privó de mi libre albedrío, tan grande era mi miedo a perderlo.


Terminé vistiendo el manto litúrgico para el canto, luego el hábito, muy presionada por él. En
en el fondo sabía que no tenía aptitud para vivir los tres votos, e incluso, esta perspectiva me
aterrorizaba. Pierre-Marie, por su parte, no relajaba su vigilancia, pasando del chantaje a las caricias, de la ira y amenazas de indiferencia: luego me ignoraba durante días, mirando como a través de mí
cuando pasaba a mi lado, como si fuera transparente. Estas grandes crisis siempre terminaron con
abrazos habituales: en cuanto nos encontramos solos, su cuerpo pegado al mío, las caricias en
mi espalda, mis hombros, mi cuello, los besos, susurrándome al oído versículos de la Biblia.


El día antes del hábito,  a pesar de mi temor a que ser rechazada, acabé por decirle que no podía ni quiería vivir los votos religiosos, pensando así que así se terminarían las discusiones. El voltaje había caído, como si de repente se sintiera aliviado al descubrir que era solo eso. Y me dijo:
"No importa porque la pobreza, la vivirás conmigo, la obediencia
también, la castidad también ”. Agregando, para terminar de convencerme, que una vez que hubiera dado el salto estaría segura de que era lo correcto. Repitió este último argumento.


Por supuesto que no sirvió de nada. Sufrí en esta congregación tanto como es posible sufrir, creo.
Físicamente: frío, hambre, falta total de las comodidades y cuidados médicos más básicos;
psicológicamente: aislamiento, dependencia, relación apasionada oculta, sentimiento molesto de
ser una impostora; espiritualmente: pérdida del libre albedrío e incapacidad para escuchar la propia conciencia.


Acabo de darme cuenta de que, de hecho, no estaba en absoluto vinculada a Pierre-Marie ni a Saint-
Gervais. Tengo que explicar cuál era mi posición especial allí, que compartí con
varias mujeres jóvenes. Después de la disolución de la comunidad femenina, solo quedaron hermanas
viviendo en soledad, llamados "laures" , yo era una de ellas. Viviamos en las llamadas habitaciones para criadas típicas de París, en cuartos debajo del tejado o trasteros, en edificios cercanos a la iglesia de saint Gervais. No hacíamos vida en comunidad, excepto la cena del sábado por la noche, con
Pierre-Marie y los oficios compartidos con los hermanos. 

 No tenía conciencia de que llevábamos el hábito "clandestinamente", ya que  el obispo había prohibido  que hubiera nuevas hermanas  en Saint-Gervais así como la ordenación de sacerdotes. No sabía
ni que solo cuatro "laures", que habían entrado al principio estaban autorizadas a seguir con su "vocación", y que no podían entrar más.

 Tampoco me di cuenta de que Pierre-Marie  pretendía reconstituir la comunidad disuelta saltándose la prohibición episcopal. Pero no tardé en  entender porque, poco después de que tomara el hábito, empezó la  presión implacable para que me uniera a un grupo de 3 o 4 "laures", formando lo que Pierre-Marie  "gran laure": mujeres jóvenes que se reúnen alrededor de una priora, nombrada por él que le estuviera totalmente sometida.


Las Pequeñas Laures nunca tuvieron un estatus canónico. Solo éramos laicas
disfrazadas. Fue el delegado del Obispo en las Fraternidades, Dom Gérard, quien una vez nos
descubrió en el coro, en hábito monástico. Para nosotros, en ese momento, este hábito, incluso si
sabíamos que no tenía nada oficial, estaba cargado de un simbolismo muy fuerte, significaba
realmente algo, ya que hasta hacía muy poco tiempo se asociaba con los votos
religiosos. Pero incluso si uno pudiera haberlo pensado, ya que esto es lo que sucede en un
estructura religiosa, con noviciado, no estaba obligada a obedecer a Pierre-Marie. Un hombre no
puede ser superior a las mujeres. Debería haberse limitado a su papel de consejero espiritual, al que por cierto le dedicaba poco, tan ocupado como estaba con el reclutamiento y la fundación. Le di un poder que no tenía y me até por mi cuenta.


Terminé renunciando casi por completo a obedecer a Pierre-Marie, al menos cada vez que me era posible esquivarlo, lo que terminó por hundirme en un aislamiento total. Todo iba
 de mal en peor. Era al mismo tiempo mi prior, mi maestro de novicias, mi padre espiritual, mi
confesor, mi novio - aunque esta relación se iba debilitando para acabar por extinguirse. 

Durante mucho tiempo me pregunté de dónde procedía mi odio visceral a
obedecer - y no podía soportar la idea de que tuviera que obedecer a una mujer  - hasta que
escribiendo mi primer libro, la evidencia saltó a la vista: ¡nunca tuve la menor vocación religiosa!Acabar de entenderlo  fue un gran alivio, casi un júbilo.De pronto me sentí aliviada de una carga, al mismo tiempo que sentía una gran tristeza por todo este lío.


Viví como un zombi mis últimos años en Saint Gervais. Hasta el final, Pierre-Marie lo intentó todo
para retenerme: enviarme a un psiquiatra, cercano a las Fraternidades, a quien telefoneó, hacerme abrir los chakras con un magnetizador, exorcismos con un pseudodiácono ortodoxo, y al final procediendo el mismo a un exorcismo en mi celda.


Y al final en 1987, cuando tomó la decisión de enviarme a una ermita en el Sahara durante un año,
para que regresara siendo "obediente", según sus palabras, dos hermanos, ayudados por una "laure", me sacaron de allí.


Tenía 31 años, no tenía nada, en una bolsa cabían mis cosas. Lo había perdido todo, estaba
invadida por dolencias físicas, ya no era una persona. Ya no sabía cómo vivir. Me llevó veinte
años recuperarme, consumiendo neurolépticos, y repitiendo intentos de suicidio. He trabajado  a tiempo parcial, he gastado fortunas en atención psicológica y médica, y todo  en medio de una inmensa soledad. Todas las mañanas me levantaba y me esforzaba solo por sobrevivir hasta la noche, hora a hora.

Las autoridades eclesiástica fueron lo más nulo del mundo a lo largo de mi historia. Cuando yo era laure
Tuvimos una sola visita “canónica” , realizada por Dom Gérard. Todos habíamos sido instruidos encarecidamente el día anterior por el founder para  sonreír y guardar silencio durante el encuentro. Lo  hicimos al pie de la letra, sobre todo porque él estaba se paseaba vigilando por el pasillo durante ese tiempo. Dom Gérard  se fue y no pasó nada. Durante mi último año en Saint-Gervais, un hermano me llevó a ver un padre abad cercano a la comunidad masculina en los primeros días. Me recibió amablemente, me dioque corría el riesgo de "estrellarme" contra Pierre-Marie (esa es la palabra que usó) que era "Peligroso" porque era un "visionario". Me instó a dejar de obedecerle y concluyó con estas palabras:
 

"Solo un hombre ha de morir para que el pueblo se salve". Parece  ser que el hombre era yo. Al día siguiente, telefoneó a Pierre-Marie para informarle de que había ido a verle a escondidas. 

Poco después de irme, fui a ver al obispo. Le dije todo lo que había soportado. Me escuchó con seriedad, me dijo que tenía prejuicios contra Pierre-Marie. Delfieux, pero no podía "separar el trigo de la paja". Me dio lo suficiente para vivir durante unas semanas y nunca más se preocupó por mí. En 1996 dio un
reconocimiento oficial a las Fraternidades, sin que las cosas hubieran cambiado mucho.
 

A principios de la década de 1990, el obispo / X / quiso reunirse con antiguas "hermanas". Una laure, que se había ido en 1985, con quien mantuve contacto por un tiempo, estuvo con el obispo. Ella me contó de vuelta que Mons. / X / había criticado implícitamente a la jerarquía diciendo que no entendía por qué habían permitido que las cosas fueran  tan lejos, permitiendo que tanta mujeres tomaran el hábito, sin preocuparse por ellas. Se había dado cuenta de que necesitaban un estatuto canónico para protegerlas. De todos modos, las "laures" ya habían dejado de existir para convertirse en una nueva comunidad. El obispo se preguntaba si podrían ser contemplativas. A juicio de la ex laure y mío, no. 

 

En 2014, acudí al servicio instaurado por los obispos de Francia de acogida y mediación para religiosos.  Me recibió el Padre / C /, quien se mostró primero preocupado y atento, luego simplemente cortés, luego casi me cuelga. Otro sacerdote fue nombrado mediador y me sorprendió descubrir que apenas me escuchaba, estaba pensando en la forma de comprar mi silencio y cerrar este caso, uno más. Sonreía sin parar diciéndome que no era la única y que algún día perdonaría. 


Cuando salió mi primer libro, concerté una cita en la CORREF (Religiosos de Francia) con Sor Véronique Margron, que me escuchó atentamente, pero que no tiene poder ninguno. Ella me envió al Padre Achille Mestre, jurista, conmovido por mi libro, no pudo hacer nada, ya que las "Laures" (excepto los 4 primeros) nunca había existido canónicamente, y por lo tanto eran desconocidas para la CORREF, que era de todos modos en ese momento el caso de muchas comunidades nuevas. Ambos me enviaron
al padre Thibault Verny, encargado de las derivas sectarias de París, que me recibió amablemente,
También expliqué que estaba desamparada y me envió al Padre / A /, encargado del sector donde Saint-
Gervais, y por tanto de las Fraternidades, que son de derecho diocesano. Tenía poco tiempo, me preguntó para ir al grano, pero como él no había leído mi libro, tuve que contárselo todo otra vez.
decir. No reaccionó en ningún momento. Cuando terminé y pregunté, como había
hecho al Padre Verny, sobre una indemnizadión eclesial, respondió: "La Iglesia no existe",
antes de decirme con bastante brusquedad que la solución era sencilla: me remitió a las Fraternidades,
diciéndome que si me sentía agraviada y los hechos eran ciertos, todo lo que tenía que hacer era presentar una demanda civil y que luego veríamos dónde estaban las responsabilidades. 

Por supuesto, nada es tan fácil, los hechos habían prescrito, de todos modos.
 

Estuve con el obispo Planet pero, aunque había leído mis libros y me respondió amablemente, me dijo que no tenía poder.


A veces me han preguntado si sigue habiendo abusos en la comunidad de Jerusalén. Contesto que no sé absolutamente nada al respecto. Y que, si venía a una entrevista, era en parte para que lo comprobaran: ¡ellos son los responsables!


Me pregunté, durante muchas de estas entrevistas (en el Conferencia Episcopal, en la archidiócesis ...), por qué no había ninguna reacción, salvo un pequeño susurro cortés a veces. Me estaba haciendo la siguiente pregunta:


"¿Dominan sus emociones? Y entonces son muy buenos, se han entrenado para ello. O están vacíos
de alguna emoción? Y de repente, se me ocurrió la evidencia: "¡Por supuesto! De hecho ellos saben
ya ! »Los legionarios de Cristo, Belén, San Juan, las Bienaventuranzas ... Durante décadas ...
La atención prestada a mi libro no ha sido tan grande. Los medios han dicho poco al respecto. Probablemente porque Saint-Gervais tiene un estatus en París. Las liturgias son retransmitidas por la cadena de televisión KTO (católica, especie de 13tv) desde hace años. Es una
vida más o menos monástica, con oficios muy bonitos, todo un decorado, siempre un cierto número
jóvenes, y está ubicado justo en medio de la ciudad. Desde siempre St Gervais atrae multitudes, como me pasó a mí....


Quien critica a Jerusalén es un estorbo. Además, me parece que si cuestionamos
una comunidad o un fundador, pasa. Pero si ponemos en cuestión a la jerarquía episcopal, por ahí no. 

Por ejemplo, el programa Le Jour du Seigneur se puso en contacto conmigo, pero
luego me llamaron para decirme que el jefe no quería que nadie hablara de mí, de mi libro.
Supongo que nunca me invitarán ni a KTO ni a Radio-Notre Dame. Céline Hoyeau  hizo
un artículo en la Croix. Sophie Lebrun, con quien tuve una conversación, pudo citar mis
libros, con motivo de la publicación del comunicado de prensa de Jean-Christophe Calmon, que lo vió todo el mundo. Los periodistas no son libres, eso me explicó alguien
de la revista Le Pélérin,  también muy comprensivo conmigo.


Pero al final mi testimonio se dió a conocer en el mundo Católico, porque se trataba de Jerusalén.
La reacción que más me llamó la atención fue la cobardía de
la jerarquía, que ya había encontrado años antes. Nadie se mueve hasta que se le empuja a sus límites. Y ahí los obispos no quieren saber nada como  dije antes. Nadie está dispuesto ni es capaz de asumir ninguna responsabilidad.

No  sé dónde encontrar en la Iglesia a un responsable de los excesos de las nuevas comunidades.
Finalmente, lo que quiero es una reparación económica y eclesial, por parte de la
diócesis, ya que fue la diócesis quien no cumplió sus obligaciones con respecto a Jerusalén. Por un lado sería un reconocimiento simbólico, tengo problemas muy concretos. Perdí un total de ocho o nueve años de aportes para mi jubilación: en nuevas comunidades, la persona no existe.


Fue “profético” no contribuir a la Seguridad Social. Tuve grandes dificultades para reinsertarme después de mi salida, entre problemas de depresión y soledad. Luché mucho en mi profesión como logopeda para sobrevivir como autónoma. Tengo asma y estoy perdiendo la vista gradualmente debido a
enfermedad ocular. Me gustaría hacer de "gran señora" a la que nada falta,  pero necesito urgentemente una compensación, un poco más importante que la obtenida por la SAM. Pero a esta solicitud, me
responden que "¡la Iglesia no existe!" "Si no existe, ¿quién le paga al cura que me dice esto? ¿A quien dan su dinero los devotos?, ¿en quién confían? Luego me remiten a la comunidad. En conclusión, yo fui una monja que no existía, las "Laures" no tenían reconocimiento canónico y
siendo apenas toleradas, en una estructura aún no reconocida oficialmente, ¡en una Iglesia que
no existe !


Responderé a sus preguntas ... En mi opinión, el CIASE no debería posicionarse en
cuestiones de eclesiología o derecho canónico. Era mi esperanza venir aquí: salir del
 contexto teológico. Creo, espero que la CIASE se sitúe a nivel humano,
del sentido común que tanto falta en la Iglesia, donde se abusa del discurso espiritual. Y
que pudiera posicionarse en un nivel legal sería ideal, de derechos humanos.


No veo por qué deberíamos referirnos al derecho canónico o la teología. Una relectura de estos
es indudablemente necesario, ya que los abusos en la Iglesia se basan en una deriva de sentido, una
manipulación por lo espiritual, pero no sé si la institución es capaz de cuestionarse a sí misma

A decir verdad, no lo creo. Pero al menos CIASE podría presionar para que lo hiciera.
Especialmente en las nuevas comunidades, creo que hay un abuso de la debilidad, sobre todo hacia la
mujer joven. Se vuelven eminentemente vulnerables por la obediencia, que idealmente debería
orientarse hacia la voluntad de Dios, pero a menudo se utiliza para hacer la voluntad de los
superiores, que están lejos de ser perfectos. Hay juegos de seducción, poder y dominación. El founder necesitaba gente vestida de capas blancas en Saint-Gervais, niños bautizados en el Padre Thomas
Felipe. A nadie le importaba lo que había en lo profundo de mi corazón.


Yves Hamant, de AVREF, que tiene un miembro de su familia de una nueva comunidad, lleva luchandodiez años. Me explicó que el abuso de la debilidad era casi imposible de demostrar.
Desafortunadamente, probablemente sea lo mismo para la no asistencia a una persona en peligro, o
poner en peligro la vida de los demás. Sin embargo, sería el único medio por el cual acudir a la justicia civil, el abuso espiritual no constituye un delito.


En Jerusalén, como en todas estas comunidades, existía la noción de familia. Era imposible
traicionarla y traicionar a los hermanos y hermanas a los que estaba apegada como hermanas de sangre. Habría sido traicionarse a sí mismo. En cuanto a Pierre-Marie Delfieux, era
el pater familias de la comunidad, tenía todos los derechos sobre nosotros. Lo sentimos de esa manera, incluso si uno podría rebelarse en teoría. Todo se le perdonaba porque era el fundador, el que tenía el
famoso carisma fundacional. Es un funcionamiento arcaico, que paraliza todo, excusa todo y
hace posibles todas las aberraciones.


Sobre los abusos ... ¿Hay motivos propios de la Iglesia católica? El sacerdote es el padre. Toda la estructura de la Iglesia descansa sobre él, ya que es el representante de Cristo. Esta sacralización lo hace, quizás a pesar de sí mismo, todopoderoso. En las nuevas comunidades, existe una dificultad adicional:
fundador y, a menudo, los sucesores que lo sucedieron representan todos los papeles ...confunden fuero externo y fuero interno con lo que las ovejas están atadas de pies y manos (....)

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