EVENTO HISTÓRICO.RESISTIR

 

Evento histórico, en cámara de diputados nacional y están previstas más reuniones de parlamentarios sobre el asunto. En la madre patria, ni dos se han unido y buscado abogado común. Testimonios esporádicos, cada una por su lado y predomina el anonimato. Y es que están por todas partes también en las nuevas generaciones: no hay modo de que alguien mire este asunto desde fuera, sea parlamentaria, periodista o "científica social". De cara a lo que no se cotizó entre nosotros cada uno se ha buscado la vida llegando a acuerdos unilaterales con la prela, caso de Antonio Esquivias.

Y es que estamos ocupadísimos con la guerra y las plandemias. Desde 2004 se hace lo que alguien dice, alguien que no sabemos quièn es.


Una que es tonta se pregunta ¿a qué se dedica el feminismo español que no se preocupó de las esclavas del Señor? ya sabemos que últimamente le ponen mucho empeño a reivindicaciones cuanto más estrafalarias y salidas del tiesto mejor, así se animan los debates. 

También entre los que han hecho el documental de referencia que estoy viendo poco a poco, por pasos y a cucharadas, de pronto, entre tanto joven dinámico investigador que mete las narices donde oficialmente se ha prohibido meterlas, "va y salta uno" con aquello del "tono humano". Opusina expresión por él o ellos inventada, de modo que dan ganas de preguntar al muchacho ¿de dónde saliste: Tajamar, Retamar o el club Jara? curiosamente   están en la oposición al PSOE,porque como siempre en España todo se politiza y este caso es un ejemplo más. Versión oficial, PSOE, "es cosa juzgada". Versión "no nos lo creemos, vamos a mirar un poco más", PP y medios afines, hasta que llega un momento en que empezando por ABC y siguiendo por el PP de Rajoy en el poder, todos solidarios del carpetazo o cierre de archivo.

En la primera hora de tertulia con un poco de paciencia, se localiza al del "tono humano". 

Sangrante el caso de la juez Coro Cillàn que lleva 11 años encerrada en un manicomio por tirar del hilo y hacer las preguntas incòmodas y pertinentes que cualquiera que se trague las sesiones del macrojuicio se hace. ¿No tiene abogado ni familia que la saque de tan injusto encierro después de una década? ¿han puesto un policía en la puerta? si esto es asi, no hay método más franquista y opusino, para el establishment de izquierdas que tanto dió que hablar con el entierro y desentierro y la memoria, ¡estáis aplicando la misma  moral de aquellos aciagos días: que el sistema se mantenga por encima de nuestro cadáver, o mejor dicho, del de esta juez que admitió a trámite la querella de quienes no tragaban, la asociaciòn de vìctimas. A   partir del min. 48. En ese mismo video la que fuera o sigue siendo, lo ignoro, presidenta del Foro de Ermua, también de ilustre familia escrivariana, con hermana nume pensadora, ella misma médico, ignoro si super, se manifiesta  a propósito del juez del 11M, señalando que ese señor en petit comité consideró que los españoles no estábamos preparados para saber la verdad.

Una de las conclusiones de toda la maratòn de horas de vídeo de los ignotos, quien vivió la no virtud de la obediencia fue ascendido y disfruta de cómoda vejez, quien puso el dedo en la llaga fue expulsado de la carrera judicial y mereció encierro. 

Si fuera una ciudadana que no las ha visto de todos los colores por asuntos que no tenían ni la mitad de la trascendencia nacional de estas explosiones y muertes, me costaría creer, pero "opus dei" y sus persecuciones al disidente me educaron mal.

 

RESISTENCIA Y SUPERVIVENCIA EN LA POSTGUERRA MUNDIAL

El término de la guerra mundial y el comienzo del ostracismo del régimen franquista permitieron que el Caudillo demostrara nuevamente sus habilidades políticas en una situación difícil. El 19 de marzo de 1945, don Juan de Borbón (bisabuelo de Leonor) publicaba su Manifiesto de Lausana, solicitando a Franco su retirada a favor de una monarquía abierta a la reconciliación nacional y a la transición democrática. Poco después, el 2 de agosto, la conferencia de los aliados victoriosos en Postdam (Alemania) emitía su declaración vetando el ingreso de la España franquista en la ONU “en razón de sus orígenes, su naturaleza, su historial y su asociación estrecha con los Estados agresores”. Acosado tanto por la condena internacional como la por la presión interna monárquica a favor de la restauración, Franco libró su último gran combate por la supervivencia reavivando los odios de la guerra civil y el espectro de la conjura masónico-bolchevique contra la católica España. Tenía la convicción de que muy pronto habría de desencadenarse en Europa el antagonismo entre la Unión Soviética y los EEUU y que éstos habrían de recurrir a  los servicios de España por su inapreciable valor estratégico y firmeza política anticomunista. Mientras esta ruptura llegaba, no cabía otra opción que seguir la recomendación confidencial que le daba su alter ego político desde la defenestración del Cuñadísimo, el almirante Luis Carrero Blanco:

“La única fórmula para nosotros no puede ser otra que: orden, unidad y aguantar (…) Porque los anglosajones aceptarán lo que sea de España si no nos dejamos avasallar, porque en modo alguno quieren desórdenes que puedan abocar a una situación filocomunista en la Península Ibérica.”

Ante los generales y políticos monárquicos, Franco dejó bien claro su volutnad de permancer en el poder sin ceder la Jefatura del Estado al pretendiente. No pudo ser más claro y explicito: “Mientras viva, yo no seré nunca una reina Madre”; “Yo no haré la tontería que hizo Primo de Rivera. Yo no dimito; de aquí al cementerio”. Al más significado y peligroso de los militares monárquicos, el general Varela, alto comisario en Marruecos, le previno fríamente a finales de 1945 sobre los riesgos de romper la unidad de los vencedores en la guerra civil: “Si lograran derribar al portero, iríamos cayendo todos uno a uno; si nos encuentran unidos no llevarán los ataques al último extremo”. Enfrentados al dilema de aguantarle sine die o echarle por la fuerza a riesgo de una guerra y del hipotético regreso de la República, los monárquicos acabaron mayoritariamente por resignarse ante su pomposo reinado sin corona.

Otro tanto similar sucedió con las potencias democráticas vencedoras; en la alternativa de soportar a un Franco inofensivo o provocar en España una desestabilización política de incierto desenlace, tanto el nuevo gobierno laborista británico como la administración demócrata norteamericana resolvieron aguantar su presencia como mal menor y preferible a una nueva guerra civil o un régimen comunista en la Península Ibérica. Y ello a pesar del profundo desagrado personal y político que provocaba en esos medios oficiales. UN algo funcionario del Foreign Office resumía confidencialmente en junio de 1946 las razones que excluían toda presión efectiva aliada, económica o militar, para lograr la caída de Franco:

“Odioso como es su régimen, el hecho sigue siendo que Franco no representa una amenaza para nadie fuera de España. Sin embargo, una guerra civil en España generaría problemas en todas las democracias occidentales, que es lo que desean el gobierno soviético y sus satélites”.

El triunfo de la estrategia de resistencia numantina desplegada por el Caudillo fue evidente a la altura de 1948, cuando el gobierno francés ordenó (10 de febrero) la reapertura de su frontera española que había cerrado dos años y cuando don Juan se entrevistó con Franco (28 de agosto) y cedió a su demanda de que el príncipe Juan Carlos fuera educado en España bajo su tutela. Dicho triunfo se formalizó definitivamente en el año 1953, con la firma del Concordato con el Vaticano (28 de agosto) y de los acuerdos hispano-norteamericanos para la instalación de bases militares de los EEUU en España (26 de septiembre). La Guerra Fría entre los antiguos aliados contra el nazismo oficializada en 1947 había llegado a tiempo para salvarle de su “pecado original” porque acentuó en Washington y Londres el valor político y estratégico de una España anticomunista en caso de conflicto en Europa de la Unión Soviética.

Desde entonces, ningún peligro esencial pondría en cuestión su mando omnímodo en España ni su reconocimiento diplomático en el ámbito occidental, aunque fuera como socio menor y despreciado por su estructura política y pasado reciente. En este sentido, la supervivencia del régimen se logró a costa de un alto precio político y económico para España: la exclusión en 1947 de los beneficios del Plan Marshall norteamericano para España para la ayuda a la reconstrucción europea y el veto de las democracias continentales al ingreso en el Consejo de Europa, la Alianza Atlántica y el incipiente Mercado Común.

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