140 MILLONES

 Hay que esperar al min. 16, para la entrevista al pamplonés Fernando Vaquero, autor del libro "De Navarra a Nafarroa". Entrevistador y entrevistado citan a José Antonio Primo de Rivera, al que no considero padre de la Iglesia, y a Pío Moa, al que no considero historiador profesional, sino advenedizo al servicio del relato oficial renovado con el que se entretiene a determinada parte de la ciudadanía. 

Mejor leer a los que llevan su vida entera dedicados seriamente a la investigación de la historia contemporánea de España, no al propagandista y ex del GRAPO (¿quién es Pío Moa en realidad?), p.e. Julián Casanova o Enrique Moradiellos. He dedicado múltiples entradas a ambos.

No a la Historietografía.

Pero interesa la evolución política y social de Navarra en los últimos 50 años, a pesar de que no salgamos "nosotros": Cómo se ha pasado de una sociedad carlista superhiper tradicionalista a la actual situación de avance del separatismo nacionalista. Impresionante la capacidad "atrapatodo tipo de ideologías" de esa parte del espectro llamada "izquierda abertzale".

Vaticano II descolocó al carlismo al suprimir la teología política en la que se basaba este movimiento social: Dios, Patria, Rey. Unidad religiosa y política, régimen político confesional. 

Con la proclamación de la "libertad religiosa" y de "conciencia" por parte de los documentos conciliares, quedó fuera de juego la lucha por la religión católica oficial de los carlistas y el regreso del monarca "legítimo heredero".

 La misma disimulada queja del cura Zarraute expuesta aquí con frialdad y sin nostalgias por un falangista o filofalangista.

 

Había que apuntarse a otras "cosas", incluidos los LGTBismos y dice que hay un movimiento juvenil obrero que se ha desgajado de los abertzales y se las prometen felices presentándose a las próximas elecciones.

Un artículo más detallado sobre el cardenal encausado:

 

Los periodistas siguen en la sala de prensa del Vaticano el veredicto en el caso del cardenal Angelo Becciu el 16 de diciembre. Foto: Andrew Medichini/AP

 

Autor: Michael Braun para TAZ 

ROM taz | Cinco años y seis meses de prisión para el cardenal Angelo Becciu, impuesta por el Tribunal de la Ciudad del Vaticano: el veredicto emitido el sábado es histórico. Nunca antes en la historia de la Iglesia católica la justicia vaticana había juzgado a un cardenal y nunca antes había impuesto semejante castigo.

Becciu fue juzgado por malversación de fondos y fraude grave en relación con un negocio inmobiliario corrupto en Londres que, según la acusación, dejó un agujero de más de 140 millones de euros en las arcas del Vaticano. Desde 2011, el cardenal de 75 años,  nombrado por el Papa Ratzinger, era el número dos de la Secretaría de Estado y, por tanto, uno de los hombres más poderosos de la Curia. Estaba considerado como uno de los confidentes más cercanos del Papa Francisco, en el cargo desde 2013, e incluso se le tenía por posible futuro Papa.

Probablemente no saldrá nada de esto, porque la sentencia que acaba de emitirse le prohíbe asumir cargos públicos a largo plazo. La caída de Becciu se debió a que entre 2014 y 2018 inició la inversión de un total de 350 millones de euros de las arcas de la Secretaría de Estado en un fondo de cobertura, que a su vez utilizó estos fondos para adquirir unos antiguos grandes almacenes Harrods en el distrito londinense de Chelsea.

Se dice que alrededor de 100 millones de euros han ido a parar a distintos directivos sólo en concepto de honorarios de asesoramiento. Si bien hicieron una fortuna, la pérdida acabo recayendo en el Vaticano. Tras la salida de la propiedad, las pérdidas ascendieron a 140 y, según la acusación, posiblemente incluso a 190 millones de euros, financiados con cargo a las arcas del Vaticano, a las que también fluye el "Óbolo de San Pedro", es decir, las donaciones recogidas de los creyentes de todo el mundo y que en realidad están destinadas a fines caritativos.

Compras de  bolsos de lujo y muebles de diseño

Además de este acuerdo, Becciu también fue acusado de transferir 125.000 euros del tesoro que administraba a una cooperativa sin fines de lucro en Cerdeña, cuyo jefe era nada menos que su hermano Antonino.

 

El cardenal también liberó 570.000 euros para un coacusado que debía utilizar el dinero para comprar la libertad de una monja secuestrada en Mali, pero que lo gastó principalmente en compras de lujo en bolsos y muebles de diseño.

Cuando surgieron las acusaciones, el Papa Francisco inmediatamente demostró que hablaba en serio cuando hizo una llamada a la transparencia en la Curia. En 2020, despidió a Becciu, entonces jefe de la Congregación para las Causas de los Santos, y le despojó de todos sus poderes como cardenal, incluidos los de participar en un futuro cónclave. Becciu se quedó con el puro título de cardenal.
 

Francisco dio su consentimiento a la acusación contra Becciu ante el tribunal del Vaticano, que le ha conducido a ser condenado. Poco antes del inicio del proceso, el cardenal había explicado en una conversación telefónica con el Papa hace dos años que el propio Papa había autorizado a facilitar los fondos para comprar la libertad de la monja. A pesar de ello Francisco permitió que compareciera el cardenal y no mostró ninguna voluntad de exonerarlo.