PROCESOS DE CANONIZACIÓN

Leo este testimonio de una mujer que conoció de cerca a la filósofa Simone Weil, relata sencilla y llanamente lo que ella vivió a su lado. Los encuentros y desencuentros que puede haber entre una mujer inteligente y de alta cultura y los mineros,
la sencillez, vida espartana y acompañamiento en una causa social que consideraba justa. Las privaciones a las que se sometió porqué quería ser una más de los deheredados, estos la trataban a veces rudamente y no entendían que pudiera ser que una mujer de su clase social viviera y sintiera como un minero o un parado. Pero todo era justo, auténtico, verdadero en ella. Impresión que tengo.

Entonces es cuando pienso en qué consiste un proceso de canonización de verdad, cuando la gente espontáneamente se da cuenta de la huella de un ser extraordinario que pasó por sus vidas y da testimonio de porqué ese ser era diferente a los demás. Cuenta lo bonito y lo no tan bonito. Y no inventa cuenta milagros o favores absurdos. Gente que señala y nos lleva con su vida hacia lo alto.

No es un montaje. No tiene que ver con la burocracia. No tiene que ver con la política eclesial. Mucho menos con sumas de vil metal. Sólo tiene que ver con seres humanos que iluminan por donde pasan, como Simone Weil. Más de uno pensaría que era una alienada. Nadie se acuerda de los que la criticaron. 23 de agosto, santa Simone Weil.

Que siga subiendo.

EJECUCIONES

En octubre de 1941 tuvo lugar un Consejo de Guerra contra republicanos entregados por los alemanes que estaban en Francia. El fiscal reconoció que no habían cometido delitos ero era evidente que habían inducido a la revolución, probado por los cargos que ocupaban antes de la guerra. Cualquiera que aceptara un puesto en un gobierno que organizara, tolerara o era impotente para evitar crímenes de sangre, era culpable por extensión de los mismos.
Varios franquistas de renombre intervinieron para que Zugazagoitia, uno de los detenidos no fuera ejecutado. Testificaron que Zugazagoitia lejos de participar en los crímenes había salvado muchas vidas, en especial de monjas y sacerdotes. Da nada sirvió, fue ejecutado con otros 14 el 9 de noviembre en el cementerio del Este. La misma suerte corrió el que había sido gobernador civil de Málaga hasta septiembre de 1936, José Antonio Fdez. Vega, lo mismo, otros dieron testimonio de que salvo vidas de derechistas, como no pudo contener los crímenes anarquistas locales pagó con su vida.

Extradiciones denegadas por la Francia de Vichy hubo muchas, la mayoría. Entre ellas la del Conseller de cultura de la Generalitat, Ventura Gassol o la de la ministra de Salud, Federica Montseny.
A Portela Valladares, antiguo jefe de gobierno republicano, lo acusaron para extraditarlo de haber robado cosas que eran suyas y había rescatado de su casa de Barcelona. Le pegaron para que entregara lo que era suyo. Viejo y enfermo contempló la posibilidad de suicidarse. El tribunal francés no vió motivo para la extradición, pese a la reiteración de la petición por parte de España.

Joan Peset, bacteriólogo, rector de la universidad de Valencia, diputado en el partido de Azaña. Cuando cayó Valencia no pudo huir. Estuvo en el campo de Albatera y luego en Portaceli. Había impedido muchos asesinatos por parte de los anarquistas. Aún así lo juzgaron y 3 rivales envidiosos dijeron que debía pagar por todos los asesinatos de Valencia y Castellón.
Joan Peset, ejectuado en 1941
Monjas y curas testificaron sus esfuerzos para impedir detenciones, asesinatos, quema de iglesias. En marzo de 1940 lo declararon sin embargo culpable, reo de muerte por adhesión a la rebelión, con la recomendación de conmutar la sentencia. Falange presentó un texto de Peset en el que éste de pasada era contrario al Alzamiento. Lo volvieron a juzgar y se reafirmó la pena de muerte sin conmutación posible. 28 personalidades religiosos, militares, falangistas pidieron clemencia. Mientras esperaba Peset estuvo 14 meses trabajando de médico en la cárcel modelo de Valencia. La confirmación de Franco llegó el 12 de mayo de 1941, 12 días después era fusilado. Otro para el santoral heterodoxo.

A Melchor Rodríguez lo acusaron de traidor los anarquistas de Madrid por salvar vidas de derechistas en Madrid. Su mujer lo abandonó por tal motivo. Entregó la capital a Franco cuando este entró en Madrid. Fue juzgado una vez y hallado inocente, pero el auditor militar exigió que se repitiera el juicio. El 11 de mayo de 1940 fue juzgado y acusado de un crimen en Madrid cuando él estaba en Valencia. El juicio estuvo plagado de falsos testimonios. El fiscal del caso, Leopoldo Huidobro era un carlista al que Melchor Rodríguez había salvado la vida refugiándolo en la embajada de Finlandia. Pero Huidobro tenía un hermano sacerdote muerto, no sabía él que por mano de legionario, no de izquierdista. El general Muñoz Grandes intervino presentando una lista de 2000 salvados por Melchor Rodríguez. Esta intervención le salvó la vida, y la sentencia de muerte fue conmutada por 20 años.
J. Besteiro, profesor de Lógica y político en la República, 1870-1940
Sobre Besteiro ya salió algo en el blog. Fue un ingenuo que creyó veraces las garantías de vida y libertad a los inocentes por parte de Franco. No quiso entregar recursos del gobierno para los que huían, iban a hacer falta en la paz franquista. Pensó que su contribución a acortar la guerra llevaría a los franquistas a utilizar sus servicios en la reconstrucción.
Con 69 años, tenía esperanzas de que su anticomunismo era una garantía con Franco y que podría ser instrumento de reconciliación. Arrestado y consejo de guerra el 8 de julio de 1939. Acusado de adheshión a la rebelión militar. Aunque el teniente coronel que lo juzgaba, Acedo Colunga, sabía que no se le podían atribuir delitos de sangre, pidió la pena de muerte. Al final le cayó cadena perpetua, que luego se redujo a 30 años. Enviado a la cárcel de Carmona, con la salud deteriorada, limpiando letrinas, sin atención médica, contrajo septicemia y murión el 27 de septiembre de 1940. Besteiro tuvo la desgracia de que los franquista no pudieron juzgar a los "grandes peces gordos" de la República, Azaña, Prieto, Negrín, Largo Caballero, y se ensañaron contra él.

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