ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL

 El Washington Post por medio, son palabras mayores....40 mujeres del cono sur. Si viajáramos por pueblos y ciudades de España a recolectar ex numerarias auxiliares multiplicábamos la cifra por 1000, calculando a la baja. De todas las edades. 

Ni una sola en la madre patria para organizar esta movida comunitaria.  

Aunque todos los países nos ganan en enfrentar el monstruo no deja de ser una buena noticia. Harán como suelen: callar bocas con migajas. Migajas en su esquema, por supuesto. No en el esquema del común de los mortales. 

Además de la reparación están el presente y el futuro ¿van a seguir extorsionando y sacando la voluntad de Dios a cada punto y cada coma? ahí les duele y le duele a cualquiera con autoridad, dignidad y gobierno para "meter las narices" un poco más allá de la típica visita de obispo a centro opusino que es un ejercicio de adulación. Pero no es nuestro problema. No nos incumbe. 

Los sufrimientos de Catherine Tissier, más de 10 años de procedimiento judicial para una reparación dictada por los tribunales de la República, veremos que dan de sí los tribunales del Vaticano. En España se les sigue dando la razón en asuntos de dinero, acabas pagando dinerariamente  la osadía de enfrentarte, todo pasa, el azote escriv pasará.

 Ya no se lleva el término dirección espiritual, ahora es acompañamiento espiritual. Cómo hemos envejecido...

  

Isabelle Chartier Siben, experta en malos tratos y abusos dentro de las comunidades religiosas católicas

 5. ¿Cuál es su análisis de las representaciones de personas vulnerables en las estructuras de la Iglesia Católica? Y, ¿cuál es su análisis de las representaciones de las religiosas en su seno? ¿Podrían estas representaciones favorecer el desarrollo de fenómenos de dominación y control que facilitan el abuso sexual?

No estoy segura de haber entendido su pregunta, pero voy a decir algo al respecto de todos modos.

La Iglesia es, en la fe cristiana, el cuerpo de Cristo y, por tanto, existe la noción de cuerpo y por tanto de comunidad. No somos cristianos individuos, hay tradiciones de siglos atrás que, basándose principalmente en el Nuevo Testamento, se establecieron para
permitirnos avanzar juntos con respecto a cada uno y sus carismas (cf. cartas de san Pablo).

En el tema que nos ocupa, retendré dos nociones, la de acompañamiento espiritual y la de la obediencia, porque donde debe suceder lo mejor sucede lo peor.

El acompañamiento espiritual nos permite recibir una perspectiva externa en nuestro camino hacia
Dios, es una salvaguardia, precisamente para evitar las trampas del orgullo y la tentación; pero
implica confiar la privacidad a otra persona. Yo diría que lo mismo ocurre si hablamos de un terapeuta. Pero el trabajo del terapeuta es psicológico y no la relación con Dios. Si
el guía espiritual, en lugar de hacerse a un lado en el camino y limitarse a vigilar las posibles salidas de la vía, agarra el volante y se convierte en el conductor, estamos seguros de abocar a la catástrofe.

El acompañamiento espiritual es, por tanto, un lugar de gran vulnerabilidad para las personas
acompañadas; hay muchos acompañantes espirituales mal formados; si sufren delirios de  omnipotencia, si ellos mismos no tienen un buen acompañamiento espiritual e incluso son malintencionados, lamentablemente ya podemos ver el resultado. Se llega al punto en algunos casos de "coleccionar" mujeres  con el pretexto de que así  "se reparte más el amor  de Jesús".

La obediencia se da sobre todo en las comunidades religiosas y congregaciones cristianas. El libro  de Dom Dysmas de Lassus, Ministro general de los Cartujos, que
sale estos días, debería arrojar una buena luz sobre lo que es la obediencia buena, la obediencia que ofrece un dejar ir y, al mismo tiempo, la seguridad necesaria para el desarrollo de un
vida en Dios en total libertad. Pero  la obediencia adulterada, mal entendida, puede convertirse en el lugar de la esclavitud, ya sea psicológica, física, sexual o espiritual.
 
En relación a los religiosos, me he enfrentado en mi experiencia a tres tipos de situaciones:

-La cultura impone la relación sexual y luego las víctimas son las religiosas. La
monja no puede no aceptar el acto sexual que le impuso el que ella
considera su superior. Así he tenido pacientes a los que tuve que explicar
que no solo tenían el derecho, sino el deber de rechazar estos actos, que no eran el curso normal de las cosas, que su cuerpo y su compromiso les pertenecían.

- El religioso pertenece a una estructura que ha teorizado un concepto que autoriza,
incluso promueve la transición a los actos sexuales.

- Un hombre o una mujer abusará sexualmente de otra persona en una relación
particular y oculta.
 
En ninguna de estas tres situaciones la víctima es libre. ¿Y por qué no puede negarse a la relación sexual?
 
En el primer caso citado, la situación se presenta como normal, la monja es buena para el
sacerdote. Se crea una disociación interior para la víctima, por un lado su vida de oración y entrega a Dios y, por otro, lo que no comprende pero se le pide y no puede rechazar. La monja se ve habitada por su propia impotencia y la inevitabilidad de la agresión sexual.
 
En el segundo y tercer caso, se produce el fenómeno del dominio, un dominio que comienza
generalmente por seducción y en la que el apoyo u obediencia suscitada jugará un gran papel.
 
Todo este abuso está envuelto en mentiras atroces: "No importa lo que hagamos", "Vigilo
tu pureza "," Mientras no disfrutes, no es sexual ", o viceversa," El disfrute es un regalo
de Dios "," Dios está ahí, puedo sentirlo, confía en mí "," A medida que crecemos en el amor,
elevamos nuestras almas hacia Dios ", " Dios es infinito, no tiene límites "...
 
Todo es posible, el abusador puede llegar a ofrecer ropa interior, juguetes sexuales para avanzar
“como en el Cantar de los Cantares”.