ÓSCAR OSTERLING: SODALICIO: UNA CRISIS TERMINAL
La versión que da Juan Pablo Fusi (San Sebastián 1945) de la
guerra me ha gustado, otro historiador de fuste. No aficionado repentino ni
propagandista al servicio de un partido. Está en Breve historia del mundo contemporáneo, (2013).
La guerra española conmocionó al mundo. La guerra estalló el
18 de julio de 1936 parte del ejército español se sublevó contra la Segunda
República (1931-1936). Los militares, a cuyo frente apareció desde el 1 de
octubre de 1936 el general Franco, se sublevaron porque aducían que la
República era un régimen sin legitimidad política y contrario a la esencia
católica de España; porque entendían que la concesión de autonomía a las
regiones era una amenaza a la unidad nacional; y porque pensaban que las huelgas
y los desórdenes que se extendieron por todo el país en la primavera de 1936
revelaban la falta de autoridad de la democracia.
En una España, la España de 1936, en la que, contrariamente
a la tesis de los sublevados, no había amenaza comunista, aunque hubiera muy
graves problemas políticos, sociales y de orden público, la sublevación militar
desencadenó en la zona republicana, como reacción, un verdadero proceso
revolucionario de la clase trabajadora (colectivizaciones agrarias, control
sindical) bajo la dirección de los partidos obreros y de los sindicatos.
Los militares sublevados creyeron que el golpe de Estado
triunfaría de forma inmediata. Se equivocaron. La sublevación militar triunfó
sólo en una parte de España. Fracasó en Madrid, Cataluña, Levante, en
Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias, en el centro-sur del país y en gran
parte de Andalucía y de Aragón. De los 31.000 oficiales que el ejército español
tenía en 1935, se sublevaron unos 14.000; y unos 8.500 permanecieron leales a
la República (el resto sufrió distinta suerte), que retuvo además gran parte de
la aviación y de la marina. La guerra española se internacionalizó desde el
primer momento. Alemania e Italia reconocieron a Franco en noviembre de 1936.
Alemania envió ese mismo año la Legión Cóndor (un centenar
de aviones con pilotos y mandos alemanes) y unos 5.000 asesores a lo largo de
la guerra. Italia mandó unos 70.000 soldados, que entraron en combate a partir
de 1937. La URSS puso al servicio de la República unos 2.000 asesores (instructores,
aviadores, artilleros…); el total de alistados en las Brigadas Internacionales
que combatieron con la República fue de unos 60.000 hombres.
La guerra, que en el verano de 1936 era una guerra de
columnas y milicias, escaló a una guerra total entre dos ejércitos cada vez
mejor equipados y más numerosos –unos 500.000 soldados por cada bando en la
primavera de 1937-, en la que artillería y aviación, con bombardeos sobre
poblaciones civiles, terminaron por cobrar importancia decisiva. El objetivo
inicial de las tropas rebeldes fue Madrid, objeto de diversas ofensivas entre
octubre de 1936 y marzo de 1937 –la última, desde Guadalajar, a cargo de tropas
italianas-, objetivo fallido cuya resistencia reforzó la leyenda del
antifascismo español. Franco llevó luego la guerra al norte.
Primero, al País Vasco, al que la República concedió
autonomía en octubre de 1936 y donde desde esa fecha gobernaba el Partido
Nacional Vasco: Guernica fue bombardeaba por aviones alemanes el 26 de abril de
1937. Tras la caída de Euskadi en junio de 1937, y pese a un brillante
contraataque republicano en julio sobre Brunete, cerca de Madrid, Franco se
apoderó de Santander en agosto y de Asturias en octubre (tras contener otra
importante ofensiva republicana, esta vez en Belchite, en Aragón).
Franco, que tuvo desde octubre de 1936 una completa unidad
de mando militar, impuso ahora, en abril de 1937, la unidad política en su
zona. El contraste con la evolución política de la República, cuya presidencia
ocupaba Azaña desde mayo de 1936, era flagrante. Entre julio de 1936 y mayo de
1937 se formaron hasta cuatro gobiernos diferentes. El fraccionamiento político
y militar del norte –Euzkadi autónoma, Cantabria, Asturias- fue, precisamente,
una de las causas de su derrumbamiento.
Cataluña quedó paralizado por la dualidad de poder que existió desde julio de 1936 entre el
gobierno autónomo catalán presidido por Luis Companys y el poder de hecho
ejercido por el Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña bajo control de la
CNT y la FAI, la Federación Anarquista Ibérica, dualidad que culminó en mayo de
1937 con el estallido en Barcelona de una guerra civil dentro de la guerra
civil, cuando milicias de la CNT-FAI y del POUM (el Partido Obrero de
Unificación Marxista, un pequeño partido filotrotskista) se enfrentaron con las
fuerzas del gobierno central que, ante la situación, trataban de imponer su
autoridad y recuperar los puntos y edificios estratégicos controlados por las
milicias (crisis que se saldó con la reafirmación de la autoridad del gobierno
pero que provocó la dimisión del primer ministro, Largo Caballero, sustituido
por un gobierno por un gobierno presidido por Juan Negrín, en el que los
comunistas eran ya la clave del poder. Andrés Nin, el líder del POUM, fue
secuestrado y asesinado por policías comunistas).
Tomado Teruel tras duros combates (diciembre de 1937-febrero
de 1938) el ejército rebelde avanzó luego, en la primavera de 1938, por el Ebro
hacia el Mediterráneo, operación que partió en dos el territorio republicano.
Fracasado el contraataque republicano (22 divisiones, 250.000 hombres) en el
río Ebro, ya en julio de 1938, en la batalla más larga y dura de la guerra,
Franco ocupó Cataluña (enero de 1939).
Aunque la República aún retenía Madrid, la Mancha, Valencia
y el sudeste del país, la guerra estaba decidida. 500.000 personas, Azaña entre
ellas, habían salido para el exilio tras la caída de Cataluña: solo Negrín y
sus asesores comunistas creían posible la resistencia. El 4 de marzo de 1939,
el teniente coronel Casado, jefe del Ejército del Centro, se sublevó contra
Negrín y formó un Consejo Nacional de Defensa –el Consejo que presidió el
general Miaja y en el que Besteiro figuró como consejero de Estado- para negociar la paz con Franco. Madrid fue
escenario durante varios días de violentos combates entre fuerzas de Casado y
fuerzas de Negrín, en los que murieron 2000 personas.
Franco no quiso negociación alguna. Exigió la rendición
incondicional: sus tropas entraron en Madrid el 28 de marzo de 1939. Había
ganado la guerra. Murieron en ella unas 300.000 personas (en torno a 175.000 en
el frente; unas 60.000 en la zona “nacional”; otras 30.000 en la represión en
la zona republicana), devastó numerosos núcleos urbanos y miles de edificios, y
destruyó el 50% del material ferroviario y una tercera parte de la ganadería y
de la marina mercante. Franco ejecutó a otras 50.000 personas en la inmediata
posguerra.
La guerra, como era inevitable, condicionó decisiva y
dramáticamente la experiencia colectiva de los españoles. La complejidad moral
del conflicto no escapó a nadie: al revés fue captada, consciente o
inconscientemente, al hilo mismo de acontecimientos, en el fuego del combate.
Picasso, por ejemplo, empezó a pintar el Guernica el 1 de mayo, unos días después
del bombardeo y lo terminó en 5 semanas de creatividad frenética. La operación
preparatoria de la ofensiva sobre Brunete en mayo de 1937 antes referida sirvió
de marco a Hemingway para Por quien
doblan las campanas.
La revolución obrera de Barcelona y su liquidación en mayo
de 1937 propiciaron el tema del libro de Orwell, Homenaje a Cataluña.
Azaña, el presidente de la República española, dictó la
versión definitiva de La velada en
Benicarló, su novela sobre la guerra, que aparecería en 1939, mientras
permanecía aislado, y tal vez en peligro, precisamente en Barcelona y durante
aquellos mismos días, 3 a 7 de mayo de 1937.
Malraux estuvo trabajando en La esperanza, que salió en diciembre de ese año, igualmente desde
el mes de mayo, un mes, pues, prodigioso para la creación literaria y
artística, el mes en que Picasso empezó el Guernica
y Malraux la Esperanza, Azaña terminó
La velada en Benicarló, y Orwell y
Hemingway encontraron las experiencias decisivas para construir sus respectivos
testimonios sobre la guerra.
Comentarios