ESQUIZOFRENIA CONTROLADA
Sigo con mis lecturas veraniegas que me ilustran sobre cómo hacen los seres humanos obsesionados con el poder. En todas partes es lo mismo y lo reconozco
Koestler que fue comunista entre 1932 y 1938 explica el funcionamiento de los intelectuales al servicio del poder soviético. El fue uno de ellos. Era un comunista "tapado", tanto más eficaz cuánto más tapado. "El partido dispuso que la mejor manera en que podía servir a la causa consistía en conservar mi empleo, mantener en secreto mi afiliación y trabajar, con nombre falso, en su servicio de espionaje. Al finalizar nuestra entrevista, mi futuro jefe me pidió que eligiera un nombre falso..."
Se trataba de hacer implosionar la sociedad burguesa desde dentro.
Todas estas utopías de aquella época cayeron por su propio peso, menos la nuestra, que también data de entonces, recuerdo.
Por una parte tenemos el pensamiento dual dentro de la organización férrea que era el comunismo de los años 30. De manera que una persona culta como él aceptaba los disparates. Como cuando un conferenciante ruso dijo que la moda de los poemas largos en Alemania era un reflejo ideológico de la inflación monetaria. No importaba: era un conmovedor síntoma de la euforia y el entusiasmo de un pueblo atrasado que despertaba después de siglos de apatía y opresión.
Me interesa la evolución de su fe en el partido.
"Tras unos meses en el partido, mi fe comenzó a asumir una forma más flexible y duradera. Todo cuanto me desagradaba me lo explicaba como la herencia del pasado capitalista, o como el inevitable sarampión de la revolución o como expediente transitorio. Los elevados intereses de la estrategia revolucionaria necesitaban a menudo de medidas tácticas que parecían crueles, absurdas o directamente despóticas. Pero los marxistas no debían juzgar de forma mecanicista por las apariencias como hacía la prensa burguesa: su deber era discernir el significado dialéctico oculto; y sus manifestaciones públicas debían mantenerse al nivel de las masas atrasadas.
Así pues mi ingenua fe de los comienzos fue convirtiéndose poco a poco en un credo privado y esotérico, cada vez más maleable y a prueba de cualquier choque con la realidad. Si alguien de fuera preguntaba cómo era posible que personas inteligentes admitieran los violentos zigzags de la línea del partido, había que responder que todo comunista cultivado, desde los miembros del Politburó ruso hasta los componentes de los corrillos literarios franceses tenían su filosofía privada y secreta, cuyo fin no era explicar los hechos, sino dejar de explicárselos. No importa qué nombre podría aplicarse a este proceso mental: pensamiento dual, esquizofrenia controlada, adicción al mito o perversión semántica: lo que importa es el patrón psicológico. Sin este, el retrato del autor como camarada resultaba incomprensible."
Cuenta sus límites para el pensamiento dual que le impedían utilizar la jerga con soltura al escribir artículos. Podía hablar pero no escribir.
Un rasgo esencial, en el cual coincidimos, fue el culto al proletariado y el desprecio por la ntelligentsia. Los intelectuales provenientes de la clase media estaban en el partido por sus sufrimientos, no por derecho propio. Se insistía en ello constantemente. A Escrivá le encantaba "humillar" a sus "hijos" "intelectuales".
Todos los que se merecían el distintivo "intelectual" acabaron marchándose o casi todos...
Hacer de marioneta aunque sea a tiempo parcial, no es nada equilibrado para la salud, ni siquiera para la salud de un intelectual.
"Los comunistas tenían que tolerar a los intelectuales porque durante el período de transición el partido necesitaba ingenieros, médicos, científicos y literatos. Pero no nos tenían más confianza ni nos respetaban más que a los llamados judíos útiles de la Alemania de Hitler....El origen social de los padres y los abuelos es tan determinante en un régimen comunista como lo fue el origen racial durante el régimen nazi. Por eso, los intelectuales comunistas procedentes de las clases medias procuraban por todos los medios darse aires de proletariado. Usaban suéteres de cuello alto, llevaban las uñas sucias y largas..."
Nosotros nos dábamos aires aristocráticos. Comunismo al revés.
Los rusos tenían un servicio diplomático, la AOP comunista, llamado Comisariado del pueblo para asuntos exteriores. El supremo jefe del mismo mantenía excelentes relaciones con los corresponsales extranjeros en Moscú. Encanto personal, ingenio cínico y aparente franqueza. El perfecto peón para el puesto. Con esas cualidades sólo se podía durar gozando del favor personal del supremo jefe, Stalin. Fue nombrado cónsul en NY y más tarde murió en un misterioso accidente aéreo.
El comité duro, ascético, exigente, que veía demasiado románticos y demaiados críticos los artículos de Koestler se llamaba la Komitern. Ellos supervisaban todo lo que los escritores al servicio del partido producían.
Ambos organismos se llevaban mal, unos eran los simpáticos para el mundo y otros los exigentes de la ortodoxia de puertas para adentro del comunismo.
Siempre me llamó la atención la simpatía y buenas formas que gastaban las dires y el supremo dire con los "muy alejados", ateos, comunistas, agnósticos, increyentes, judíos que así se presentaban en algunas de las célebres tertulias filmadas. Mientras de puertas para adentro, las exigencias, las correcciones, los reproches, la vigilancia, la vida estricta, era eso, estricta e inmisericorde con cualquier pelusa fuera de sitio. Le entraban a una ganas de hacerse judía. Era una duda grande en el fondo de mi "felicidad de la inopia" numeraril.
Y he aquí un párrafo para el que nos bastaría cambiar el apellido ruso por alguno italiano, español o mejicano:
"Umanski no sólo se mostraba despreciativo con los fanáticos de la Komitern; también era un inteligente propagandista que sabía que una propaganda efectiva debía camuflarse mediante una acitutd de objetividad crítica. Los escritores comunistas y compañeros de viaje cuya afiliación al partido era desconocida por la sociedad (como era mi caso) resultaban tanto más útiles cuanto más lograban persuadir a sus lectores de su neutralidad desinteresada. El Comisariado del Pueblo para Asuntos Exteriores no ponía objeciones a las críticas hechas a algunos defectos menores del régimen, siempre que sirvieran como cebo para atraer la atención sobre algún punto clave de la propaganda soviética."
Me pregunto porqué no ha salido un Koestler del Opus Dei, ha habido notables intelectuales españoles que pertenecieron y podían haber hecho el mismo tipo de confesión. Pero ocultan con vergüenza su pasado.
No sé qué reflexión se puede hacer útil a la sociedad si uno no es capaz de reflexionar en voz alta sobre sí mismo.
Koestler que fue comunista entre 1932 y 1938 explica el funcionamiento de los intelectuales al servicio del poder soviético. El fue uno de ellos. Era un comunista "tapado", tanto más eficaz cuánto más tapado. "El partido dispuso que la mejor manera en que podía servir a la causa consistía en conservar mi empleo, mantener en secreto mi afiliación y trabajar, con nombre falso, en su servicio de espionaje. Al finalizar nuestra entrevista, mi futuro jefe me pidió que eligiera un nombre falso..."
Se trataba de hacer implosionar la sociedad burguesa desde dentro.
Todas estas utopías de aquella época cayeron por su propio peso, menos la nuestra, que también data de entonces, recuerdo.
Por una parte tenemos el pensamiento dual dentro de la organización férrea que era el comunismo de los años 30. De manera que una persona culta como él aceptaba los disparates. Como cuando un conferenciante ruso dijo que la moda de los poemas largos en Alemania era un reflejo ideológico de la inflación monetaria. No importaba: era un conmovedor síntoma de la euforia y el entusiasmo de un pueblo atrasado que despertaba después de siglos de apatía y opresión.
Me interesa la evolución de su fe en el partido.
"Tras unos meses en el partido, mi fe comenzó a asumir una forma más flexible y duradera. Todo cuanto me desagradaba me lo explicaba como la herencia del pasado capitalista, o como el inevitable sarampión de la revolución o como expediente transitorio. Los elevados intereses de la estrategia revolucionaria necesitaban a menudo de medidas tácticas que parecían crueles, absurdas o directamente despóticas. Pero los marxistas no debían juzgar de forma mecanicista por las apariencias como hacía la prensa burguesa: su deber era discernir el significado dialéctico oculto; y sus manifestaciones públicas debían mantenerse al nivel de las masas atrasadas.
Así pues mi ingenua fe de los comienzos fue convirtiéndose poco a poco en un credo privado y esotérico, cada vez más maleable y a prueba de cualquier choque con la realidad. Si alguien de fuera preguntaba cómo era posible que personas inteligentes admitieran los violentos zigzags de la línea del partido, había que responder que todo comunista cultivado, desde los miembros del Politburó ruso hasta los componentes de los corrillos literarios franceses tenían su filosofía privada y secreta, cuyo fin no era explicar los hechos, sino dejar de explicárselos. No importa qué nombre podría aplicarse a este proceso mental: pensamiento dual, esquizofrenia controlada, adicción al mito o perversión semántica: lo que importa es el patrón psicológico. Sin este, el retrato del autor como camarada resultaba incomprensible."
Cuenta sus límites para el pensamiento dual que le impedían utilizar la jerga con soltura al escribir artículos. Podía hablar pero no escribir.
Un rasgo esencial, en el cual coincidimos, fue el culto al proletariado y el desprecio por la ntelligentsia. Los intelectuales provenientes de la clase media estaban en el partido por sus sufrimientos, no por derecho propio. Se insistía en ello constantemente. A Escrivá le encantaba "humillar" a sus "hijos" "intelectuales".
Todos los que se merecían el distintivo "intelectual" acabaron marchándose o casi todos...
Hacer de marioneta aunque sea a tiempo parcial, no es nada equilibrado para la salud, ni siquiera para la salud de un intelectual.
"Los comunistas tenían que tolerar a los intelectuales porque durante el período de transición el partido necesitaba ingenieros, médicos, científicos y literatos. Pero no nos tenían más confianza ni nos respetaban más que a los llamados judíos útiles de la Alemania de Hitler....El origen social de los padres y los abuelos es tan determinante en un régimen comunista como lo fue el origen racial durante el régimen nazi. Por eso, los intelectuales comunistas procedentes de las clases medias procuraban por todos los medios darse aires de proletariado. Usaban suéteres de cuello alto, llevaban las uñas sucias y largas..."
Nosotros nos dábamos aires aristocráticos. Comunismo al revés.
Los rusos tenían un servicio diplomático, la AOP comunista, llamado Comisariado del pueblo para asuntos exteriores. El supremo jefe del mismo mantenía excelentes relaciones con los corresponsales extranjeros en Moscú. Encanto personal, ingenio cínico y aparente franqueza. El perfecto peón para el puesto. Con esas cualidades sólo se podía durar gozando del favor personal del supremo jefe, Stalin. Fue nombrado cónsul en NY y más tarde murió en un misterioso accidente aéreo.
El comité duro, ascético, exigente, que veía demasiado románticos y demaiados críticos los artículos de Koestler se llamaba la Komitern. Ellos supervisaban todo lo que los escritores al servicio del partido producían.
Ambos organismos se llevaban mal, unos eran los simpáticos para el mundo y otros los exigentes de la ortodoxia de puertas para adentro del comunismo.
Siempre me llamó la atención la simpatía y buenas formas que gastaban las dires y el supremo dire con los "muy alejados", ateos, comunistas, agnósticos, increyentes, judíos que así se presentaban en algunas de las célebres tertulias filmadas. Mientras de puertas para adentro, las exigencias, las correcciones, los reproches, la vigilancia, la vida estricta, era eso, estricta e inmisericorde con cualquier pelusa fuera de sitio. Le entraban a una ganas de hacerse judía. Era una duda grande en el fondo de mi "felicidad de la inopia" numeraril.
Y he aquí un párrafo para el que nos bastaría cambiar el apellido ruso por alguno italiano, español o mejicano:
"Umanski no sólo se mostraba despreciativo con los fanáticos de la Komitern; también era un inteligente propagandista que sabía que una propaganda efectiva debía camuflarse mediante una acitutd de objetividad crítica. Los escritores comunistas y compañeros de viaje cuya afiliación al partido era desconocida por la sociedad (como era mi caso) resultaban tanto más útiles cuanto más lograban persuadir a sus lectores de su neutralidad desinteresada. El Comisariado del Pueblo para Asuntos Exteriores no ponía objeciones a las críticas hechas a algunos defectos menores del régimen, siempre que sirvieran como cebo para atraer la atención sobre algún punto clave de la propaganda soviética."
Me pregunto porqué no ha salido un Koestler del Opus Dei, ha habido notables intelectuales españoles que pertenecieron y podían haber hecho el mismo tipo de confesión. Pero ocultan con vergüenza su pasado.
No sé qué reflexión se puede hacer útil a la sociedad si uno no es capaz de reflexionar en voz alta sobre sí mismo.
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