REPÚBLICA E IGLESIA

Henri Buckley, corresponsal inglés en la guerra civil española, de religión católica, "humano muy humano" me ha enseñado que deberíamos los españoles estar orgullosos de aquellos ancestros que dieron su vida por la democracia, por las libertades, por una sociedad moderna, mejor que la "feudal"
España que había y mil veces mejor que lo que vino después a base de bombardeos sobre población civil, a base de moros que los "mucho españoles" se trajeron para masacrar y sembrar el terror. No sólo desconocemos una de las mejores páginas, sino que fruto de esa ignorancia no somos conscientes de los héroes que dieron la vida en la primera guerra contra el totalitarismo.

Era un católico con aguda conciencia social y frente a la persecución religiosa de la que tanto se nos habló para que agradeciéramos al "salvador" su "victoria" dijo: "Del mismo modo que me disgusta la violencia de las turbas y la quema de iglesias, creo que la gente de España que proclamaba a voz en grito su fe católica era la que más culpa tenía de la existencia de masas analfabetas y una economía nacional en ruinas". Su humanidad entró en pugna con su fe religiosa, particularmente frente a los braceros hambrientos del sur de España-

Resultado de imagen de vida y muerte de la republica española

Le enfureció la hipocresía británica y francesa frente a los miles de refugiados que llegaban a la frontera francesa en marzo de 1939.  El mundo entero estuvo pendiente de que se salvaran las obras de arte del Prado, los Goya, Zurbarán, Velázquez, pero nuestros vecinos del norte  no fueron capaces de acoger a los refugiados que llegaban heridos, hambrientos, harapientos, bajo la lluvia por miles y perseguidos por las tropas "salvadoras" que se portaron sin piedad con todo el que quiso escapar. Hubo acciones puntuales, un cura aquí abrió su iglesia a los españoles, las mujeres de otro pueblo dieron una sopa popular, un obispo de Perpiñán se preocupó....pero no acción conjunta.

Buckley no compartía la histeria anticomunista que tanto aquí como en Gran Bretaña tanto se usó y abusó para justificar a Franco. Rusia estaba muy lejos como para hacer de España un satélite.
Era tal su conocimiento de la guerra civil que H. Thomas confesó que había escarbado en su cerebro sin piedad para escribir su libro.

El libro Vida y muerte de la República española lo escribe en 1939 cuando ya ha empezado la segunda guerra mundial. Y se da cuenta de que el abandono que sufrió la República española frente a Hitler, Franco, Mussolini fue un preludio del ataque fascista posterior que está en el origen de la segunda guerra. El periodista escribió el libro para averiguar las causas del fracaso de la democracia en aquellos años 30. No basta tener un régimen democrático y una constitución, un sistema político tiene que ser capaz de resolver los problemas políticos y económicos a los que se enfrenta el país.

Había buena voluntad entre los españoles que quisieron sacar a España del atraso, de la economía feudal y la ideología feudal. Era precisa mecanización, innovación en el campo, mejora de la industria, de la educación. No son fáciles los cambios, hace falta tiempo. Y no hubo tiempo para la construcción de la joven democracia española sobre la que luego cayeron 40 años de improperios.

En mayo de 1931 ardieron iglesias en Madrid y Málaga. Lo peor fue que los republicanos aprendieron poco de aquellos días de mayo. No comprendieron que la única forma de impedir esas acciones era destituir a todos los que ejercían el poder de forma feudal y provocaban las iras de la multitud. La iglesia sí aprendió, se dió cuenta de que si quería defender su patrimonio debía hacerlo desde dentro de la República, y a partir de esos sucesos se puso a reconquistar el poder dentro del sistema republicano.

Buckley dice que por un lado le horrorizaba presenciar la quema de iglesias y conventos y sobre todo la indiferencia de la gente de la calle ante esos sucesos. Pero le horrorizaba todavía más oír a los católicos criticar a la República  y todo lo que ella significaba. El periodista que estaba en España desde 1929  había celebrado su llegada porque estaba convencido de que iba a mejorar las condiciones de vida de la clase obrera. Había viajado a lo largo y ancho de la geografía española y le horrorizaba la miseria en la que vivían los campesinos y la brutalidad con que los trataba la policía y la guardia civil. La proclamación de la República era un primer paso para poner remedio a aquella situación desesperada. Los católicos que más protestaban eran según él, los responsables de que aquellas masas de obreros y campesinos vivieran en la miseria.

La iglesia española que había perdido fuerza en el XIX con la desamortización se había recuperado y al iniciarse la República contaba con 30.000 curas, 80.000 monjas y frailes y miles de edificios en propiedad. Volvía a ser una institución importante pero una institución sin vida, sin un mensaje espiritual claro que llegara a las masas. Se ocupaba de la enseñanza pero solo de las clases medias y altas que tenía el suficiente dinero para los colegios de pago católicos.

En los colegios públicos donde se hacinaban los niños de las clases bajas no se veía ningún sacerdote, pero no porque no se enseñara religión, sino porque a los sacerdotes no les interesaba....Hablaba Buckley en términos generales, ya que había órdenes religiosas con escuelas para niños pobres. Pero el espectáculo que ofrecía la Iglesia de España cuando él llegó era desolador.


Luego habla del tiempo que se perdió en interminables debates parlamentarios sin ir al grano mientras la fuerzas de la reacción se organizaban. Y que en realidad lo único que cambió el 14 de abril es que el rey se había ido, pero los terratenientes en su sitio, la guardia civil aterrorizando campesinos igual, los 400 generales del ejército, demasiados y demasiados reaccionarios, seguían, la Iglesia igual.
Además la República cometió el error de expropiar al Rey y hubo de correr con los gastos de los edificios, si no lo hubieran hecho habría salido más barato.

Y como supuestamante Escrivá "inventó" un sistema para que las propiedades del opus pasaran desapercibidas, y como me parece que fue el biógrafo alemán quien señalaba que su gran inventiva se debió a la laicista república española que le enseñó que había que protegerse....me han llamado la atención los párrafos en los que se desvela que una vez más, no tampoco, eso de poner a nombre de otro lo que era propiedad eclesiástica fue un invento escrivariano para defenderse de la pobrecita república española a la que en la España opusfranquista de ayer y hoy se nos pintaba de rojo y con el tenedor del demonio en la mano.

La enseñanza, un caballo de batalla eclesiástico y opusino.

¡Qué decir de la utopía de un Estado laico en el que la enseñanza estaría en manos de aquel! ¡Fue el caos total! porque efectivamente, la lye que prohibía la enseñanza a las órdenes religiosas se aprobó antes del verano, pero, como no se confiscaron sus propiedades, el Estado se enfrentó a la imposible tarea de conseguir profesores y colegios para medio millón de niños que se habían quedado en la calle..¡El nuevo curso a la vuelta de la esquina! Las únicas escuelas que la República podía confiscar eran las de la disuelta orden de los jesuitas...

Hecha la ley, hecha la trampa. Recuerda el caso de una iglesia y convento de los jesuitas en la Gran Vía que habían resultado dañados en los sucesos de mayor de 1931. Cuando el Estado trató de hacerse con la propiedad de los edificios y del terreno, resultó que pertenecían a un ciudadano americano que vivía en NY y que presentó los papeles que así lo acreditaban en regla....Y lo mismo sucedía con muchas otras escuelas que pertenecían a la Iglesia, aunque se emplearan otras argucias: Gil Robles y Martínez de Velasco se habían puesto al frente de empresas que controlaban las antiguas esculas religiosas, laicas sobre el papel, pero religiosas en todo lo demás.

Así fue como ¡paradoja de las paradojas! las antiguas escuelas religiosas se convirtieron en floreciente negocio para la propia Iglesia: los nuevos directores eran laicos, pero la enseñanza estaba en manos de frailes, curas y monjas que actuaban a "título personal" y además cobraban una miseria, mientras que las clases media y alta seguían pagando elevadas matrículas por enviar a sus hijos a aquellas escuelas....¡El negocio para la Iglesia no podía ser más provechoso!

Y para acabar de rematar las elecciones de noviembre de 1933 en las que ganó la derecha se encargaron de asegurar que aquella bella utopía de una enseñanza laica no se llevara a cabo.

Todo estaba inventado cuando llegó él.

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