SANTIFICAR LA GUERRA

La ventaja de la dictadura es que se sabía que era una dictadura, llevaba el nombre de lo que era. La desventaja, cárcel, tortura, persecución para quien discrepara. Hoy tenemos libertades formales reconocidas en la constitución, esa es la ventaja. La desventaja que estamos dominados
dictatorialmente por una oligarquía de parásitos a la que el pueblo español le importa un bledo. Es difícil tener que elegir entre lo malo y lo peor.

Sobrevivamos a pesar de osar llamar a las cosas por su nombre. Ya es mucho.

Si al menos hubiera sido un buen militar merecedor de un mausoleo por haber luchado en buena lid, haber santificado la profesión poniendo por obra la estrategia y la táctica aprendida en la Academia. Pero ni eso. Ganó a lo bruto, por los casi 200.000 extranjeros entre moros, alemanes, italianos, portugueses, irlandeses que metió en España, más las ingentes cantidades de armamento alemán último modelo, en especial aviones, la famosa Legión Cóndor, que machacó población civil. Ganó por la crueldad de sus tropas moras y legionarios que aplicaron contra los pobres jornaleros andaluces y extremeños la política del terror haciendo razzias por el campo ante gente que les salía al paso sin formación militar y con la escopeta de perdigones.

No fue una guerra ganada en buena lid. Un señor que veía las batallas desde lejos, que se dedicó a procurarse ascensos con falsas acciones de combate en una guerra colonial absurda que ni nos iba ni nos venía a España, pero que la mentalidad militarista siglo XIX del rey y de los chapados a la antigua apreciaba.

Recomiendo este libro para valorar


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  la diferencia entre llevar una guerra regular, de academia militar en la que se estudia y piensa y planea antes de actuar, y una guerra a lo bruto  y a lo bestia, sin perdón. Y sin tener ni idea de cómo se planea una batalla porque en Africa no se aprendían esas cosas, sólo fáciles ascensos, crueldad con los moros crueles y francachelas en el bar. Así que ni siquiera es cierta la fama militar de Franco. De hecho picó todos los anzuelos que precisamente le puso Vicente Rojo para distraer: Belchite, Brunete, Teruel, el Ebro. Y a la República la ahogaron entre todas las democracias occidentales, que temerosas de Hitler, dejaron que interviniera en España a pesar de estar en el Comité de No intervención.

Y de allí todas las demás mentiras que nos han contado y todo lo que se ha barrido debajo de la alfombra porque no interesa que se sepa. Así que lo que hoy tenemos: "bendita sea la rama que al tronco sale", panda de salteadores del pueblo, que sólo piensan en colocarse y vivir de lujo a nuestra costa. Haciendo como que se pelean para luego tomarse un café, y los periódicos haciendo como que "pasa algo" porque este o el otro ha dicho en Twiter una majadería más que no aporta nada.

No nos queda más que seguir trabajando y haciendo lo posible para ilustrarnos e ilustrar.

Carlos Blanco Escolá es un militar de caballería que narra la historia del ejército español en el siglo XIX y principios del XX, elemento tan fundamental en nuestra historia como la Iglesia. La otra pata justificadora de nuestras desgracias pasadas y presentes. Un libro para  instruirse y disfrutar.

Sigo con extractos del programa:

"Hoy los jóvenes disponen Facebook, Instagramm, Twitter y todo eso, están conectados con el mundo entero en las redes sociales, también intentan pescar gente ahí, los métodos han cambiado", suspira Lola, "pero el engaño es el mismo".

Lola entró en el Opus en los tiempos de la dictadura de Franco, cuando estaban en el zénit de su poder. Los ministros del Opus abrieron el amojamado sistema franquista al exterior, el turismo aumentó, liberalizaron la economía. A principios de los años 60 el ministro de Hacienda comprometió todo el crédito del país al banco de España, luego dimitió de ministro y fue nombrado jefe de dicho banco. Inmediatamente los créditos estatales empezaron a beneficiar a todas las empresas en las que el opus participaba de modo notorio o sin que se supiera. Fue suficiente para que los críticos denominaran “santa mafia” a dicha organización.
Por su parte la iglesia católica poco protestó por estos manejos, era un pilar del franquismo. Sin la sinergia Estado- Iglesia el franquismo no hubiera podido durar hasta 1975.
De entonces acá las cosas no son tan brillantes para la obra de Dios, sin embargo aunque no se hable tanto como en el pasado siguen presentes. En particular en la Justicia, la Educación y también en la Banca españolas. Son los sectores que supuestamente reciben su mayor influjo. Intentaré averiguar lo que ello significa concretamente a través de investigación minuciosa. 
 
Narradora:
Voy de viaje al encuentro de otros ex miembros. Primero visito al ingeniero agrónomo Antonio Esquivias … también él integró la obra en su juventud sin saber lo que le esperaba. Llegó a ser cura numerario y después de 30 años de pertenencia abandonó. Después se casó e inició una nueva vida en Madrid. Le visito en su casa, está de mudanza, por todas partes hay cajas sin desembalar. ¿Una alegoría de su propia vida? “No”, me dice este hombre delgado y de semblante alegre, “he tenido que sufrir dos terapias para asimilar mi pasado...era necesario después de todo lo que pasé”

Antonio Esquivias:
Todos los numerarios hombres y mujeres tienen que llevar durante 2 horas un cinturón con pinchos de metal alrededor del muslo, y una vez por semana han de sacudirse con un látigo de cuerdas mientras recitan una oración vocal. Es la mortificación, hay que mantener el cuerpo a raya, lo que implica por ejemplo no picar entre horas, no poner azúcar en el café, dormir en el suelo una vez en semana...y sobre todo hacer las cosas que no tienes ganas de hacer. Todo por Dios, por el Opus hasta que acabas por no saber lo que te gusta y lo que no. Al final ya no podía sentir, estaba desensibilizado, como muerto …
Cita:
Donde no hay mortificación no hay virtud.


Antonio Esquivias: Si quieres leer un libro has de pedir permiso al director y hay cientos de libros que están en el Indice: Kant, Lessing, Brecht, Böll – ¡todos prohibidos! No se va al cine ni al teatro …Tampoco tienes libertad para ver un partido de fútbol si te apetece ni para ir en coche donde se te ocurra. Hay que dar explicaciones adónde vas y por qué y cuando estarás de vuelta. Las llaves del coche se dejan encima de la mesa del director. Todavía peor es que has de entregar todo el dinero que ganas, te dan un poco para lo básico, pagar el metro o el bus, y tienes que hacer una cuenta de gastos precisando lo que te has gastado en qué. Si necesitas unos pantalones has de consultar al director antes de pedir el dinero y salir a comprar.
Amigos y conocidos que no pertenecen al opus son sólo interesantes como miembros potenciales del opus, esto quiere decir que hay que andar todo el día detrás para conseguir meterlos en el saco. Están prohibidas las amistades entre los numerarios. En los centros viven entre 12 y 15 personas y no has de mostrar preferencias por nadie ni que se note que hablas más con unos que con otros. Si ves que dos se llevan demasiado bien has de advertir al director. Con este sistema al final te encuentras muy muy solo.





Narradora:
Pocas veces estaba sin compañía, pero siempre estaba sola”, recuerda Carmen Charo que perteneción durante 18 años. Esta mujer rubia de unos 60 es de las pocas que se atreve a contar públicamente su historia, quizás porque ya quedó todo bien atrás. En la web de los que dejaron el opus explica entre otras cosas que quizás el sentimiento de no ser suficientemente querida en su casa le llevó a caer en las garras del Opus Dei.

Carmen Charo:
Tenía 12 años cuando una compañera del colegio me invitó a una reunión en un centro de Pamplona, ofrecían diferentes actividades de tiempo libre, también había meditaciones, empecé a frecuentar el centro. Me sentía a gusto, en mi casa éramos cuatro hermanas, yo la mayor, mi padre era bastante autoritario y machista y siempre me hizo sentir que era un zoquete. Nos quería pero no lo demostraba, de modo que sin darme cuenta quería alejarme de mi casa.
En el centro del opus sin embargo se interesaban por mí, tocábamos la guitarra, nos lo pasábamos bien, me sentía aceptada y así a lo tonto con 15 años escribí la carta pidiendo la admisión en el opus, no sentía la llamada, pero de eso ya se encargaron de decirme que Dios me llamaba y al final sin convencimiento escribí.


Ya el primer año le hubiera gustado marcharse 

"pero me quedé por miedo a pecar contra Dios y contra el Opus Dei. Me quedé, dice, aunque me sentía insoportablemente sola. Y luego estaba el teatro de las charlas, esas conversaciones que suenan tan inofensivas pero de hecho son un striptease del alma en el que tienes que contar a la directora todos tus pensamientos más secretos, incluso cualquier fantasía sexual, para que a su vez esa persona reporte a la directiva del centro. Añádase el uso del cilicio un cinturón metálico con púas que hay que ponerse dos horas diarias alrededor del muslo, más las disciplinas una especie de látigo de cuerda con el que hay que autoflagelarse una vez en semana. Y dormir en tabla, pues supuestamente las mujeres somos más vulnerables sexualmente y nos viene bien dormir en superficie dura en vez de colchón. ¡Puro masoquismo!” Carmen se estremece mientras lo piensa. No puede dejar de hablar, estuvimos dos horas enteras sentadas. “Cumplí todo lo que me dijeron pero al final me puse enferma”.

Una mañana me desperté, había tenido una pesadilla, alguien me seguía, pero lo raro es que aunque ya estaba despierta la pesadilla continuaba. Estaba supernerviosa y me entró pánico: ¿Me había vuelto loca? Se lo conté a la directora y entonces empezó mi larga historia de enferma en el Od. Después de iniciar varios tratamientos sin éxito con psicofármacos finalmente me llevaron a la clínica del opus en Pamplona, a la cuarta planta en la que una psiquiatra opusiana se ocupaba de mí.





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