CONCIERTOS POP. ANACRONISMOS

Interesante que el poli "ordeno y  mando lo que no se investiga" pertenecía al clan valenciano de Cotino, aquel agregado y del PP que llegó a ocupar puestos importantes en Valencia, al que alcanzó cierta querella, denunciado por el caso Brugal, dimitió. 

Al final de este podcast la "rama" que se ha separado del "opus Dei", si todo se queda en cánticos, no hay temor...quizás precisamente por eso  han "echado" de la prela al cura líder, que se hizo célebre por sus libros espirituales para jóvenes, "Manglanitos".  Pero no solo de cantos se vive, monísimo con 17 años, habrá que ver el desarrollo de los acontecimientos, de tener vástagos en esa edad y por si acaso, no los enviaría, mejor otro grupo juvenil católico cualquiera. Si tiene el "espíritu" es previsible la muerte del movimiento con su propia desaparición. De la nada nada sale. En el podcast aseguran que la mayoría de españoles de esa edad ni siquiera se consideran católicos, y puede que tampoco se consideren españoles, sino murcianos, andaluces...y así. Continúa el largo e ininterrumpido proceso de vaciamiento de cabezas y corazones.

La carta de dispensa supuesta fue directamente a la basura, ni la abrí. Qué alegría, compartirlo 20 años después. En efecto, nos toreaban a base de bien con votos "indispensables", de los que no había que dispensar.

EL CONTROL DE LA CIENCIA

Estábamos en que más que hacer ciencia se dedican a controlarla.

Durante el Vaticano II, tanto en las aulas conciliares como en los como en los comentarios de la prensa se divulgaron las expresiones "jurisdiccionalismo y ministerialismo". Al jurisdiccionalismo se le llamaba también constantinismo, triunfalismo, nacional-catolicismo, etc.., tomándolo según excepciones parciales. Por jurisdiccionalismose entendía una postura de la Iglesia frente al mundo de dominio e imposición; dominio e imposición con tendencia en la práctica a hacerse totales, aunque en la teoría se hicieran distinciones utilísimas para salvar, poco más que verbalmente, durante casi todo el Antiguo Régimen, actitudes y palabras de Cristo que expresaban renuncia al poder mundano.

Frente a la actitud de imposición, frente al juridiccionalismo, se oponía el ministerialismo. Para el ministerialismo la postura de la Iglesia ante el mundo más acorde con el evangelio no era la imposición sino la del servicio. La Iglesia más que imponer debería ofrecer, arriesgándose al desconocimiento y al posible desdén del valor de lo ofrecido, con una actitud mansa y paciente. Aún más, para los ministerialistas la asistencia de Dios a los diferentes juicios y actitudes de la Iglesia sobre lo terreno era problemática; incluso el Espíritu que sopla donde quiere, podía inspirar soluciones más evangélicas a hombres alejados de la Iglesia visible, por tanto, la escucha atenta y el diálogo con los signos de los tiempos deberían convertirse en una disposición habitual.

A nadie se le oculta que puede verse una correspondencia entre juridiccionalismo y ministerialismo y las dos posturas apuntadas por Aranguren, esto es la de empeñarse en controlar la ciencia, y la de poner un esfuerzo sincero en hacer ciencia y orfercerla modesta y confiadamente, si se considera que los protagonistas de estas actividades son cristianos y pretenden actuar en cuanto tales.

Como es sabido, en el Concilio Vaticano II prevalició la postura ministerialista de la que fueron señaladas manifestaciones la declaración sobre la libertad religiosa,la renuncia al Estado confesional, el ecumenismo, la Lumen Gentium y, en definitiva, el esbozo de una teología de la Iglesia concebida como Pueblo de Dios.

Naturalmente una rectificación colectiva y oficial tan grave como la que hizo el Concilio supone una larga prehistoria. Desde un cierto punto de vista el Vaticano II más que suscitar una nueva mentalidad levantó acta de la que ya venía prevaleciendo oficiosamente en grandes sectores eclesiales. El Concilio tuvo, sin embargo, el mérito de tranquilizar a los rezagados, al ver prestigiada por el reconocimiento de la jerarquía, una posición que hasta poco antes era considerada oficialmente errónea y nociva, y así contribuyó al establecimiento de una conciencia más unitaria en todo el ámbito de la Iglesia.

Pues bien, muchos indicios exteriores hacen pensar que el od como colectividad sigue moviéndose dentro de la mentalidad juridisccionalista, de un juridiscionalismo matizado. Para ser precisos el juridiscionalismo que predominaba de modo oficial en la Iglesia en el momento de la fundación del Instituto, cuando apenas habia empezado el segundo cuarto del s. XX y reinaba Pío XI. Quizá en aquellos años od en comparación con lo que se vivía en el entorno eclesial español aparecía como moderno y progresivo y hasta suscitó por ello persecuciones que se prolongaron hasta bien entrados los años 40.

A partir de los 50, cuando promociones de jóvenes sacerdotes y religiosos españoles se asoman a la Europa de la posguerra y comienzan a conocerse en España los escritos teológicos y las corrientes espirituales francesas y alemanas, el od, aferrado a su mentalidad fundacional, empieza a dejar de sentirse como actual, y a partir del Vaticano II, debido a su impermeabilidad y reticencia frente al espíritu conciliar, nos resulta en sus aspectos organizativos, ascéticos y apostólicos, claramente anacrónico.

Alejandro García