Cardenal Vidal i Barraquer, lecciones de dignidad
El que pide más sobre Raguer, busca el libro y juzga por ti mismo.
Que Gomá fuera un cobarde y manifestara sus diferencias con el dictador en privado hoy por hoy tiene poca trascendencia. El hecho es que muuuchas personas manifiestan en la actualidad sus diferencias con las diversas tiranías de las que disfrutamos, pero lo que es dar la cara como hay que darla y hasta el final no se estila. Lo de los mineros, muy poética y muy bonita la solidaridad.
Probablemente tienes razón en lo que dices sobre Constancia de la Mora, sobre su valor literario y moral. Pero el caso es que llegué a esas verdades por ese camino y no por otro, y además esta mujer hace confesiones de niña bien que un anarquista consecuente nunca hubiera podido hacer porque desconocía el mundo en el que Constancia se crió. Para una ex Opus como yo formada en que todo lo que te enseñaban "venía del cielo" es caerse del guindo darse cuenta de que tantas y tantas "divinas enseñanzas" opusinas eran un recogido de los prejuicios sociales de una determinada capa social española de antes de la guerra muy atrasada en sus planteamientos. Al tiempo se siente rabia porque el Opus se aprovechó todo lo que pudo de la dictadura de Franco para reclutar. Tiró un beneficio del tipo de familia clase media con aspiraciones, de la enseñanza en los colegios religiosos, de la educación de la mujer en la época...etc. Supieron pescar en un río que les era muy favorable. Pero ninguna de estas cosas que tú juzgas evidentes lo son tanto ni siquiera para los españoles de hoy, incluidos ex Opus. También hago mis reflexiones pensando en ese colectivo, en ayudar ofreciendo los puentes que yo he encontrado hacia una visión de la vida, de mi sociedad, de mi país más realista, con apoyo en testigos de la historia.
Que Gomá fuera un cobarde y manifestara sus diferencias con el dictador en privado hoy por hoy tiene poca trascendencia. El hecho es que muuuchas personas manifiestan en la actualidad sus diferencias con las diversas tiranías de las que disfrutamos, pero lo que es dar la cara como hay que darla y hasta el final no se estila. Lo de los mineros, muy poética y muy bonita la solidaridad.
Probablemente tienes razón en lo que dices sobre Constancia de la Mora, sobre su valor literario y moral. Pero el caso es que llegué a esas verdades por ese camino y no por otro, y además esta mujer hace confesiones de niña bien que un anarquista consecuente nunca hubiera podido hacer porque desconocía el mundo en el que Constancia se crió. Para una ex Opus como yo formada en que todo lo que te enseñaban "venía del cielo" es caerse del guindo darse cuenta de que tantas y tantas "divinas enseñanzas" opusinas eran un recogido de los prejuicios sociales de una determinada capa social española de antes de la guerra muy atrasada en sus planteamientos. Al tiempo se siente rabia porque el Opus se aprovechó todo lo que pudo de la dictadura de Franco para reclutar. Tiró un beneficio del tipo de familia clase media con aspiraciones, de la enseñanza en los colegios religiosos, de la educación de la mujer en la época...etc. Supieron pescar en un río que les era muy favorable. Pero ninguna de estas cosas que tú juzgas evidentes lo son tanto ni siquiera para los españoles de hoy, incluidos ex Opus. También hago mis reflexiones pensando en ese colectivo, en ayudar ofreciendo los puentes que yo he encontrado hacia una visión de la vida, de mi sociedad, de mi país más realista, con apoyo en testigos de la historia.
Me ha llamado la atención el empeño que le pusieron
Franco y sus acólitos a barrer del mapa de la península todo atisbo de católico
descontento con la iglesia de la cruzada. En particular como siguieron con lupa
los movimientos del cardenal de Tarragona Vidal i Barraquer evitando que pisara
suelo español tras la contienda y
haciendo todas las gestiones posibles e imaginables para que la
Santa Sede lo desposeyera de su sede
cardenalicia. De lo más sabroso y enjundioso.
Cardenal Vidal i Barraquer (1868-1943) |
Me recuerda el esfuerzo del Opus Dei en ganar cabezas,
rostros y voces de gentes bien pensantes a su favor, sea por la vía del halago
sea por la vía de la violencia. Si no se une a nosotros se le elimina. Perfectos
sólo hay “unos”. Tiene todo el sabor observar cómo se movió el gobierno
franquista vigilando los movimientos de Vidal i Barraquer para evitar que un
emisario suyo le sustituyera en la diócesis de Tarragona mientras él estaba en
Roma con prohibición de pisar suelo español por parte del gobierno. No se
andaban con chiquitas: Si eras cura o eras obispo y no habías hecho por
“pasarte” a la España
nacional y salvadora durante la guerra, estaba claro que eras un “rojo”.
La primera gestión del gobierno de Franco una vez ocupada
Barcelona en enero del 39 fue exigir al Secretario de Estado del Vaticano que
el cardenal Vidal i Barraquer fuera removido de su sede. El cardenal había
osado no firmar la carta de 1937 de los obispos españoles bendiciendo la guerra
civil (aunque sin llegar a llamarla cruzada como se ha dicho). Además había
maniobrado por una iglesia catalanista y antiespañola. En efecto, Vidal era favorable
a la predicación en catalán. El gobierno español no aceptaría ni al cardenal ni
a ningún vicario suyo. Pacelli que era el interlocutor del Vaticano hubo de explicar
que al cardenal Segura lo había echado el gobierno sectario de la República pero que a
Vidal lo quería echar un gobierno católico.
En febrero el embajador español en Roma volvió a insistir en
sus pretensiones dando los nombres de los cardenales sustitutos para Barcelona
y Tarragona que le convendrían a Franco.
Hubo una entrevista del cardenal de Tarragona con el
embajador español, Yanguas. El cardenal le explicó que durante la guerra los
italianos habían intervenido su correspondencia por orden de Franco, que él
había sido perseguido en Barcelona por los anarquistas y que logró escapar
gracias al consulado italiano. Que no veía separatismo en su actitud de
defender el catalán en la predicación, que le habría resultado más cómodo
“pasarse” a la zona “nacional” como habían hecho familiares y amigos, pero no
lo había hecho para evitar represalias.
Yanguas le dijo que tenía la orden del gobierno español de
prohibirle entrar en España, porque con su actuación remota y pasada “se había
colocado él mismo fuera de nuestra España”, y no cabe transacción en lo
referente al Movimiento. Y que el mejor servicio que podía prestar a la patria
era facilitar él mismo su eliminación.
A todo ello y después de escuchar atentamente Vidal i
Barraquer le dijo que dimitiría su abuela. El no pensaba hacerlo. Que le
extrañaba que la decisión del generalísimo fuese irrevocable y sin haberle
escuchado. Yanguas le vino a contestar que el estado de opinión en España era
que debía abandonar. A lo que el cardenal le dijo que ya sabía él de la
formación de los estados de opinión.
Pero Vidal tomó sus precauciones. Dispuso una solución de
recambio en la persona de Francesc Vives. La guerra había pillado a este cura en Barcelona y gracias al ministro
Irujo consiguió salir a Francia y luego le dieron una parroquia en Toledo. Allí
lo localizó Vidal i Barraquer y lo llamó
para Roma donde le dieron un trabajo en una congregación vaticana. En enero del
39 cuando Franco iba avanzando por Cataluña, Vidal lo volvió a llamar y le dijo
que había pensado nombrarle vicario suyo en la diócesis de Tarragona. Vives no
sabía las tensiones que se habían producido entre el cardenal de Tarragona y el
gobierno de Franco por un tal doctor Rial que estuvo haciendo gestiones entre la República española y la Santa Sede. Los franquistas
siempre consideraron que sólo ellos únicos que podían tener representación
diplomática española ante la santa Sede. Estaban muy enfadados porque católicos
catalanes hubieran intentado un entendimiento con la República , eso no podía
ni debía ser.
Hilari Raguer cuenta esas historias por lo menudo en su
libro.
Fue de forma bastante inocente como Francesc Vives sin saber
que Franco lo había vetado por haber descubierto que era un enviado de Vidal i
Barraquer llegó a la sede tarraconense. Pero al final las órdenes no llegaron a
tiempo a la frontera para impedir su paso y aunque intentaron reenviarlo fuera
del país, Francesc Vives acabó siendo vicario general de la diócesis de
Tarragona con los sucesores del cardenal Vidal i Barraquer.
Vidal i Barraquer entregó un memorandum a Pío XII en el que
decía en referencia al régimen de Franco justo acabada la guerra:
“Si es verdad que mucho han hecho derogando la legislación
laica y perseguidora, tal vez no sea exagerado decir que su religión consiste
principalmente en promover actos aparatosos de catolicismo, peregrinaciones al
Pilar, grandes procesiones, entronizaciones del Sagrado Corazón, solemnes
funerales por los Caídos con oraciones fúnebres. Organizan espectacularmente la
asistencia a Confirmaciones y Misas de Comunión, y sobre todo inician casi
todos los actos de propaganda con Misas de Campaña, de las que se ha hecho un
verdadero abuso. Manifestaciones externas de culto que más que actos de
afirmación religiosa tal vez constituyan una reacción política contra el
laicismo perseguidor de antes, con lo cual será muy efímero el fruto religioso
que consiga, y en cambio se corre el peligro de acabar de hacer odiosa la
religión a los indiferentes y partidarios de la situación anterior”
Tomado del archivo Vidal i Barraquer
¿Tendrá que ver la elección de un obispo numerario del Opus
Dei a la diócesis tarraconense con borrar la memoria de este antecesor? No hubo
otro igual en España. Es significativo que después de tanto sufrimiento y
persecución hoy ocupe la sede un “hijo” de Escrivá. Pero no creo que los políticos sean eclesiásticos o civiles estén muy al tanto de estas viejas historias.
Suena el nombre del numerario para sustituir al actual obispo de Barcelona a punto de jubilarse...aunque hay más candidatos, concretamente un S.J.
Comentarios
En cuanto a Vidal i Barraquer, lo que Raguer a lo mejor no cuenta con detalle es que fue el anarquista Ramon Porté Dalmau, poeta y militante de la CNT de Montblanc (y líder del sindicato que aglutinaba a los campesinos anarquistas en Cataluña, con 450.000 afiliados), quien le salvó la vida, y l protegió, en contra de la voluntad de Lluís Companys y de Ventura Gassol, que no estaban dispuestos a correr ese riesgo.