Contra los católicos bienpensantes
Lo de la infanta, y el propio padre si me apuras ¿cuántos "amigos" del monarca han pasado delante de los jueces? ¿y por qué esas personas tenían facilidad para hacer negocios sucios? ¿no era muy amigo suyo un descendiente de Cristóbal Colón? que me parece fue la "primera amistad particular" de su majestad al que se le pilló con las manos en la masa.
Entre mis preguntas tontas ¿dónde andará la Tocino?, apuntaba alto en su época y se quedó en pastorcita, con aquellas bucólicas imágenes en el prado cuando la hicieron ministra. ¿ Lo hizo bien al frente del ministerio?, en todo caso sabía ponerse el traje adecuado a la ocasión. Otra que tampoco se fue a su casita ni a rezar rosarios. En el Consejo de Estado. ¿Hasta cuando las canonjías? ¿por qué no recortan de tanto inútil haciendo ná? Esto no es democracia representativa. Anda que no hay donde meter la tijera....
He sacado más de Raguer y su pólvora e incienso y es un texto contra los católicos bienpensantes que debían de ser la mayoría de la población cuando se escribió. No digamos en la época de la dictadura.
Entre mis preguntas tontas ¿dónde andará la Tocino?, apuntaba alto en su época y se quedó en pastorcita, con aquellas bucólicas imágenes en el prado cuando la hicieron ministra. ¿ Lo hizo bien al frente del ministerio?, en todo caso sabía ponerse el traje adecuado a la ocasión. Otra que tampoco se fue a su casita ni a rezar rosarios. En el Consejo de Estado. ¿Hasta cuando las canonjías? ¿por qué no recortan de tanto inútil haciendo ná? Esto no es democracia representativa. Anda que no hay donde meter la tijera....
He sacado más de Raguer y su pólvora e incienso y es un texto contra los católicos bienpensantes que debían de ser la mayoría de la población cuando se escribió. No digamos en la época de la dictadura.
Joan Maragall había publicado un inspirado artículo en 1909
tras los sucesos de la Semana Trágica
de Barcelona. Era una reflexión muy sentida sobre una misa celebrada en una
iglesia medio derruida tras los disturbios. Y como dice Raguer, la reflexión de
Maragall no podía ser más actual en la España triunfal de Franco:
“Yo no había oído nunca una misa como aquella. La bóveda de
la iglesia agrietada, las paredes ahumadas y descantilladas , los altares
destruidos ; sobre todo aquel gran hueco al fondo donde estuvo el altar mayor,
el pavimento invisible bajo el polvo de las ruinas, ningún banco, todo el mundo
de pie de cara a una mesa de madera y un crucifijo encima y un torrente de sol
que entraba por la hendidura de la bóveda y una multitud de moscas danzando en
la luz cruda que iluminaba toda la iglesia y hacía que pareciera que oíamos la
misa en medio de la calle.
Yo no había oído nunca una misa como aquella. El Sacrificio
estaba allí presente, vivo y sangrando, como si Cristo volviera a morir por los
hombres y otra vez en el Cenáculo hubiera dejado su Cuerpo y su Sangre en el
Pan y en el Vino(….)
Y entonces me asaltó el pensamiento, el sentimiento de que
la misa siempre habría que oírla así, temblando, y me pareció que después de
ofrecer el sacrificio el sacerdote se volvía de cara a la gente que continuaba
aún entrando por el portal sin puerta, la gente de la calle, sorprendidos al
pasar y ver al descubierto la celebración del santo misterio….”
Y Maragall se imaginaba el sermón que hubiera podido pronunciar
el sacerdote dirigiéndose a los curiosos:
“Entrad, entrad, la puerta está bien abierta, vosotros
mismos la habéis abierto con el fuego y el hierro del odio, y ahora he aquí que
encontráis dentro el misterio más grande del amor redivivo. Destruyendo la
iglesia habéis restaurado la
Iglesia , la que se fundó para vosotros, los pobres, los
oprimidos, los desesperados…Y como ahora la veiais cerrada, enriquecida por dentro, amparada por
los que venían a ella para adormecer su corazón en la paz de las tinieblas,
vosotros, con vuestra pobreza y vuestra rebelión y vuestra desesperación,
habéis embestido su puerta, y en sus muros tan firmes habéis abierto la brecha
y os la habéis reconquistado. Y a nosotros, a sus ministros, nos habéis devuelto, con la persecución,
la antigua dignidad, y a nuestra palabra su eficacia con vuestra blasfemia, y
al Misterio de la Sangre
una virtud casi desconocida con la sangre nueva que se ha vertido en la
lucha(…)
Sí ahora lo veo la Iglesia vive de la persecución, porque nació cosubstancial
con ella; y su mayor peligro está en la paz. Por eso cobra fuerza del pueblo
que la persigue cuando la ve triunfante (…) Así os habrá sorprendido muchas veces una cierta semejanza
que las sectas antisociales tienen con la primitiva iglesia cristiana: se le
parece en que parecen en que invocan como un ideal un estado de humanidad más
perfecto…en que en nombre de él abominan de los satisfechos, en que trabajan
sobre todo por los pobres, los ignorantes y los desesperados, y en que sus
apóstoles cuando es preciso saben morir.”
Y fustiga la falsa piedad de los católicos bien pensantes:
“pensadlo bien, ¿qué vais a pedirle vosotros a Cristo en su
Iglesia? Vais con paso suave a buscar la quietud bajo sus bóvedas; a olvidar
vuestros problemas y vuestras inquietudes; a descansar de vuestras fatigas, si
las tenéis, y si no, a entretener
vuestros ocios, a mecer vuestra languidez en la lenta majestad de los cantos
sagrados y en las nubes aromáticas del incienso, a dormir. ¿Y que le pedís a
Cristo si es que aún os queda ánimo para pedirle algo? Le pedís paz, quietud,
olvido, que aparte de vosotros la tribulación y la amargura, que os dé un buen
sueño. Pues no es esta la paz de Cristo, “mi paz os doy, mi paz os dejo”, la
“mía” que no es la paz del mundo, y por eso los otros, cuando algunos vienen no
pueden entrar sin que se les levante en el pecho inquieto un grito de guerra, y
se rebelan llenando el templo con el clamor de la blasfemia, y expulsan de ella
aterrorizados a los fieles medio dormidos….derriban los santos de piedra,
queman la iglesia, la convierten en ruinas…vacía de cantos y de la paz del
mundo, sin puertas ni altares, llena de viento y de sol,…aquella vuelve a ser
la iglesia de Cristo que moría en la
Cruz.
No se la volváis a quitar al reedificarla, no queráis
levantar los muros más fuertes, ni la bóveda mejor cerrada, ni le pongáis
puertas mejor forradas de hierro, que no estriba en eso su mejor defensa…. Ni
tampoco pidáis la protección del Estado para ella que demasiado parecía ya una
oficina a los ojos del pueblo en ciertos aspectos, ni queráis demasiado dinero
de los ricos para rehacerla, que los pobres no vayan a pensar que es cosa del
otro lado y reciban con recelo el beneficio. Que se la reconstruyan ellos a su
modo y sólo así la amarán.”
Pero la iglesia de la cruzada no escuchó estas palabras. Fue
todo lo triunfal que pudo. En 1939 en una España hambrienta se aplicaban
grandes cantidades del Estado y de donativos privados para reconstruir,
multiplicar los edificios religiosos.
Una ceremonia en una España miserable recién salida de una
guerra fratricida, sin televisión ni divertimento ninguno vale más que mil
palabras.
El 19 de mayo de 1939 120.000 soldados desfilan por la Castellana.
Tuvo lugar en la iglesia de santa Bárbara un acto que Raguer
califica de medievalizante.
Franco entró en la iglesia en presencia del cuerpo
diplomático presidido por el nuncio, 19 obispos y los ministros, más consejeros
nacionales. Eijo y Garay le entregó el hisopo de plata con agua bendita para
que se santiguara. Bajo palio. Presidía el altar el Cristo de Lepanto traído
expresamente de Barcelona. Franco despositó a los pies del Cristo la espada
victoriosa. El cardenal Primado Gomá, aquel del que los historiadores Opus
tienen el archivo, se fundía en un abrazo con el vencedor de la Cruzada.
El conde de Rodezno, tradicionalista y partidario de la
monarquía se dio cuenta de que aquello tomaba rumbos de poder personal
indefinido.
Franco y el cardenal Gomá, levantar el brazo más o menos era asunto de vida o muerte en la posguerra |
El cardenal Gomá que había apadrinado la carta de los obispos españoles apoyando al salvador de la patria en 1937, antes de morir tuvo tiempo de desengañarse del
Caudillo, aunque no tanto como para que le diera tiempo a marcar distancias
públicamente. Murió en 1940, manifestó en privado sus diferencias con el
régimen franquista al cardenal Vidal i Barraquer que estaba en el exilio. No
sé ni voy a ir a comprobarlo porque no lo tengo a mano, si los editores
opusinos del archivo del cardenal Gomá, (A. Pazos y J. Andrés Gallego) han
incluido estas reticencias frente a Franco en su publicación en la que se han
entretenido 10 años según veo. Pedazo de archivo cardenalicio.
Comentarios
No sé si sabéis en provincias o en ultramar, la que se montó en Madrid con la marcha de los mineros y la solidaridad que hubo con ellos (gente valiente que vence al miedo, se une y da la cara) porque lo han silenciado los medios. Sólo hay información en internet.
No interesa que se sepa se nos vaya a ocurrir hacer lo mismo o parecido a los demás.
De lo que hace la Iglesia nos enteramos tarde y mal (cuando ya no tiene remedio porque estamos todos manipulados y dispuestos a aceptar, lo mismo que de lo que hacen las dictaduras.
Gomá, tendría diferencias con el régimen pero bien que se calló (era un cobarde). Lo comentó con alguien que estaba en el exilio ¡qué listo!. Se posicionaba en los dos bandos, por si acaso. En esos años, todavía había muchas esperanzas de que la situación en España diera un vuelco, al verse venir que Europa tendría que frenar de algún modo a Hitler.
http://iniciativadebate.org/2012/07/09/para-echarse-a-temblar/comment-page-1/#comment-8775
¿Tendremos que volver a ir a misa, a hacer el paripé y a ser obedientes al Papa para sobrevivir?
Muchas gracias