¡Llegó la revolución!
Atención a Helmut Schüller, párroco en Oberhausen |
Habla tranquilo con voz fuerte y clara, tuteando a su público como en una gran familia, primero sobre las pequeñas cosas cotidianas, sobre el arreglo del órgano, sobre la última peregrinación y sobre la renovación de la casa parroquial. Recuerda a los fallecidos, invita a un café. Luego durante la lectura de la Biblia y la predicación, Schüller se mete de lleno en su tema central: la lucha por su "iniciativa de los párrocos". Su "llamada a la desobediencia" ha llevado a las barricadas este año en Austria a casi 400 curas, alarmando de paso a la jerarquía.
Schüller habla sobre el evangelio de Marcos: Jesús envió a sus apóstoles a anunciar el evangelio. El Señor les pidió que no llevaran nada. Lo mismo debería de hacer la Iglesia, deshacerse de su "exceso de equipaje espiritual": Costumbres, ritos, leyes, de los que se debe decir que ya no se trata del verdadero camino. Privilegios, propiedades y estructuras deberían demostrar su eficacia, para que los cristianos pudieran comportarse de manera convincente. Predica con pasión pero sin ira. Luego guarda un silencio largo. Parece como si la audiencia debiera digerir lo que ha escuchado. En realidad todos están entusiasmados: "Tenemos mucha suerte con este párroco", dice una mujer tras la misa.
En Austria es una estrella
Helmut Schüller es archiconocido en la república austriaca. En Viena, donde trabaja como capellán universitario, casi no puede andar tranquilo por la calle. "Continuamente me veo abordado por personas que ni siquiera tienen que ver con la iglesia", dice mientras se sienta a beber un vaso de agua en su despacho. Ya no cuenta los mails, cartas y llamadas, tampoco los artículos en la prensa. Incluso el papa lo mencionó en una predicación en San Pedro para reprenderlo y advertirle. La preocupación por la iglesia es aceptable, no así la rebelión. Otros príncipes de la iglesia amenazan con la Excomunión.
El motivo no es tanto las demandas del cura que desde hace ya seis años se van extendiendo entre la gente y que de todas formas pertenecen al programa de los católicos progresistas. El motivo es la ruptura del tabú: Clérigos que le han elogiado, que han puesto en práctica la desobediencia y han llevado a cabo la resistencia. Que ofrecen la comunión a los protestantes y a los divorciados vueltos a casar contra la prohibición eclesiástica. Que dan mayor responsabilidad a los laicos y les dejan predicar durante la misa. Que se muestran dispuestos a la ordenación de mujeres y de hombres casados. "Muchos curas se comportan así en lo cotidiano desde hace tiempo", dice Schüller. "Nosotros lo hemos hecho público. El diablo anda ya suelto."
El eco se debe por supuesto a la palabra polémica "Desobediencia" en el título del escrito de los curas. ¿Una provocación consciente? ¿un golpe maestro de relaciones públicas? Schüller sacude la cabeza y sonríe por la ironía de la historia: "Necesitamos ayuda urgente para nuestro trabajo en los medios". Planearon una rebelión en Pentecostés. Pero no estaban preparados para el día de esa fiesta y necesitaban otro título, así surgió "Desobediencia". Luego lo publicitaron en internet. Ahí se habrá ahogado de no ser porque el portal moldavo conservador gloria.tv se hizo eco con indignación. "Nuestros enemigos nos han ayudado", dice Schüller al respecto.
El eco se debe por supuesto a la palabra polémica "Desobediencia" en el título del escrito de los curas. ¿Una provocación consciente? ¿un golpe maestro de relaciones públicas? Schüller sacude la cabeza y sonríe por la ironía de la historia: "Necesitamos ayuda urgente para nuestro trabajo en los medios". Planearon una rebelión en Pentecostés. Pero no estaban preparados para el día de esa fiesta y necesitaban otro título, así surgió "Desobediencia". Luego lo publicitaron en internet. Ahí se habrá ahogado de no ser porque el portal moldavo conservador gloria.tv se hizo eco con indignación. "Nuestros enemigos nos han ayudado", dice Schüller al respecto.
La onda de la protesta se ha expandido porque los problemas son los mismos en todo Occidente, faltan curas, el número de los creyentes baja y la mayoría rechaza las posiciones reaccionarias del Vaticano. En Bélgica, Irlanda, Francia y Australia los teólogos se han unido a los austriacos. Ya hay una sucursal de la iniciativa en USA. "Hemos encontrado mucha simpatía en ese país" cuenta Schüller. En Passau, Rottenburg y Würzburg tienen lugar parecidas asambleas. En Friburgo los curas llevan a cabo una resistencia silenciosa, ya no se puede arreglar nada con las conversaciones. El tiempo de hablar según Schüller ha pasado. Exige hechos. „Nuestra paciencia se ha acabado. Las sesiones de diálogo son sólo monólogos de los obispos con derecho a interrupción."
Fue Manager del año
Fue Manager del año
Schüller tiene ahora 59 años y lleva 35 de cura. A veces parece que hay un poco de cansancio en sus ojos azules. Un asomo de resignación parece mostrarse en su rostro, pero la energía espiritual todavía no se ha agotado. Su modo práctico de hacer le permitió al hijo de un jurista de una familia creyente escalar en la iglesia. A principios de los 90 fue presidente de Cáritas y organizó la ayuda para los refugiados de los Balcanes. Esto le valió el título de "Manager del año", y también que un grupo de extrema derecha le dirigiera una carta bomba. El artefacto fue desactivado a tiempo.
Con su capacidad de imponerse a la vez que con su talento organizativo el clérigo parecía apuntar alto. El cardenal de Viena Christoph Schönborn lo nombró Vicario General y por tanto jefe de la administración diocesana. Pero el cura resultó ser un espíritu incómodo. Puso patas arriba las estructuras, recortó los sueldos de los párrocos y reglamentó el asunto de los abusos sexuales. De esta forma no se hacen amigos. Las consecuencias no se hicieron esperar: el cardenal lo despidió en silencio. La carta de despido apareció ante su puerta una noche de 1999.
Con su capacidad de imponerse a la vez que con su talento organizativo el clérigo parecía apuntar alto. El cardenal de Viena Christoph Schönborn lo nombró Vicario General y por tanto jefe de la administración diocesana. Pero el cura resultó ser un espíritu incómodo. Puso patas arriba las estructuras, recortó los sueldos de los párrocos y reglamentó el asunto de los abusos sexuales. De esta forma no se hacen amigos. Las consecuencias no se hicieron esperar: el cardenal lo despidió en silencio. La carta de despido apareció ante su puerta una noche de 1999.
Desde entonces es párroco en Probstdorf, un lugar a 25 km al este de Viena. ¿Un destierro? – esto es sólo verdad a medias. El clérigo no había renunciado a la parroquia durante su tiempo como vicario general. Quiso conservar el contacto con la realidad. En la parroquia Schüller sacó del buzón todas las cartas que el Ordinario había enviado.
Schüller da a muchos la esperanza de terminar con su sufrimiento.
Cualificado y sin pretensiones, Schüller ve la causa principal de la miseria de la iglesia en el ensueño de los obispos que sólo piensan en su carrera dentro de un Vaticano dominado por las fuerzas conservadoras. "Muchos obispos dan vueltas en su propio raíl.Ya no entienden las llamadas de atención de la gente", dice. Un ilustrativo ejemplo de su tesis está en el café para párrocos que tiene lugar tras la misa dominical en la escuela del pueblo de Oberhausen, lugar al que pertenece Probstdorf. La conductora de autobús Katharina Peck ha traído a su novio. Su madre es sacristán, ella misma fue monaguilla durante un tiempo. esta mujer de 40 años se queja de las estrictas reglas eclesiásticas porque no puede casarse con su novio por la iglesia católica, "están pasados de moda" dice.
Muchos como Katharina Peck esperan el cambio. También Schüller. No sólo porque como revelan las encuestas tres cuartas partes de los párrocos piensan como él. También porque la cúpula de la iglesia ya no sabe como debe dominar a los disidentes.Las llamadas al orden ya no dan resultado. No se puede echar a todos los rebeldes en tiempo de escasez de sacerdotes. Sólo queda resistir. Con sólo que dos o tres obispos tuvieran el valor de añadirse al movimiento todo iría rodado. "Puede ocurrir en cualquier momento" asegura el teólogo. Ve en la iglesia la misma situación que en el cambio de la DDR: "A principios de 1989 nadie lo hubiera creído, y a finales de 1989 el muro cayó.“
Muro de Berlín, no se esperaba que cayera en 1989 |
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