COMPLICES
El miércoles 16 de junio tras la visita de Berti, Calvi hizo
varias llamadas telefónicas
Algunas a sus familiares. Parecía de buen humor. A su mujer
le dijo una frase que se haría célebre: “Las negociaciones avanzan, con
dificultades pero avanzan. Falta poco, está a punto de ocurrir algo maravilloso
que me ayudará mucho en el proceso de apelación.”
Muchos se han preguntado sobre el sentido de estas palabras
y se han multiplicado las hipótesis sobre si se trataba de una referencia a las
negociaciones paralelas que tenían lugar entre el IOR y Leemans, administrador
delegado de la Central Financiera.
Sin embargo, nada maravilloso podía salir de unas negociaciones en las que en
todo caso Calvi habría perdido el poder. Es mucho más lógico pensar que su
entusiasmo era debido a una hipótesis largamente acariciada por Calvi, el
acuerdo con el “Opus Dei”.
Flavio Carboni |
Una solución “interna” a la crisis del Ambrosiano-IOR
hubiera sido indolora y habría dado a Calvi todas las excusas o alibis para
salvarse en el procedimiento que se le seguía por evasión de capital y que le
había valido cárcel y retención del pasaporte.
Ninguna otra solución hubiera podido hacer que el banquero
saliera indemne del juicio ni hubiera podido resolver el asunto de la caducidad
de las cartas de patronazgo. Clara, la mujer de Calvi, dijo muchas veces que en
Londres su marido buscaba una solución con el “Opus Dei”. ¿Pero quién o qué
hizo o hacía que Calvi siguiera esperando? ¿Quién lo convenció de aquella
solución era viable hasta el punto de exclamar: está a punto de ocurrir algo
maravilloso?
En aquellos momentos Calvi se fiaba plenamente de Carboni
que le había facilitado contactos con el “Opus Dei”, con el cardenal Palazzini
y con monseñor Hilary Franco. Si nos fijamos bien ninguno de los tres ha
figurado nunca como miembro OD oficial, ni estando dentro oímos hablar de
ellos. Sin embargo estas tres personas hicieron creer a Calvi que OD estaba
tras ellos y que OD ayudaría.
Y también surge otra inquietante pregunta: ¿La ayuda de
Calvi era sincera o más bien una trampa para llevarlo a un lugar donde pudiera
ser eliminado más fácilmente?
Esta parte de la vicenda
es la que más me interesa, puesto que para meter a la gente en el bote utilizan
“correos” variados y diversos. Sin que sea cuestión de vida o muerte como en el
caso de Calvi, pero hay mucho tonto por el mundo dispuesto a “hacer favores” al
poder. Y el comportamiento de Carboni es paradigmático, sus movidas en aquellos
dos días londinenses, lo que luego contó en el juicio y lo que finalmente, casi
30 años más tarde acabó saliendo a la luz.
La respuesta a la pregunta sobre Carboni se vislumbra en lo
que escribió el juez Mario Almerighi en I
banchieri di Dio: “Las características del alojamiento elegido eran ideales
para quien había programado el asesinato de Calvi: 430 habitaciones, centenares
de personas, ausencia de un decoro aceptable eran obstáculos para que el
banquero pudiera haber recibido en aquel lugar y con la debida reserva
necesaria a las altas personalidades que tenía que haber recibido. Sin embargo
era el lugar ideal para facilitar que cualquier pudiera entrar y salir sin ser
observado ni controlado por la recepción.” En la planta baja además de la
entrada principal había otra puerta que daba a la parte de atrás del edificio
que estaba siempre abierta y por la cual se podía entrar y salir por la noche
sin ser visto. Fue el recorrido que hizo Calvi cuando dos individuos
desconocidos vinieron en su busca para llevarlo a su cita con la muerte.
Pero también cabe la posibilidad que señaló el financiero venezolano Berti,
era un lugar para evitar hoteles demasiado vistosos. Está documentado que la
pernoctación de Calvi en el Chelsea Cloister la decidió Carboni, Kunz siguió órdenes
el 14 de junio.
Clara Calvi declaró en que Londres el banquero tenía muchos
posibles alojamientos, podía haber recurrido a Memmo della Pantanella, un amigo
que tenía casa de tres plantas o a Ned Feldman, su número estaba en la agenda
que se encontró en el cadáver, o a Donnel, o a Peter de Savary, titular de una
lujosa residencia en la que Roberto Calvi tenía cuenta. Eran gentes mucho más
conocidas para el banquero milanés que Carboni y que hubieran procurado la
reserva necesaria para las entrevistas.
Vittor lo declaró al juez instructor de Roma: “No hay duda
de que se impidió a Calvi buscar otro alojamiento en Londres. Está claro que en
Londres, centro internacional de negocios hay la posibilidad de dar con un buen
alojamiento a cualquier hora”.
Además hay otro indicio sospechoso. Carboni y Kunz se habian
dirigido para hallar el Chelsea Cloister a un personaje ambiguo: Sergio
Vaccari, anticuario italiano, residente en Londres, drogadicto y con
antecedentes de tráfico de estupefacientes. Otro londinense lo calificó de
sanguinario, y hay señales que también lo inculpan pero no se pudo le interrogar
porque murió pocos meses después de
Calvi, torturado y acuchillado. Vaccari se movía entre la mafia, los servicios
secretos y la extrema derecha refugiada en Londres.
Siguiendo todas estas pistas Flavio Carboni aparece como un
cómplice de un homicidio planificado a la minucia.
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