LITERATURA MEDICINAL

No tengo la carta en su integridad
Sí, la tabarra catalana resulta sumamente pesada y lo peor el gasto inmenso que supone la duplicidad de las autonomías nacida a cuenta del "café para todos". Quiero decir que si no llega a ser por los nacionalismos catalán y vasco y el efecto "espejo"
no tendríamos este despilfarro de parlamento riojano, murciano, gallego, castellano manchego y ceutí. Por no seguir enumerando gentilicios. Con mis respetos, España no necesita tanto parlamentario regional, con la 1/17 parte de parlamentarios regionales, ministros regionales y presidentes regionales nos apañábamos de maravilla y ahorrábamos en chupópteros, en vez de hacerlo como ahora en medicinas, ayuda a la dependencia y seguridad social para los pobres. España, la cueva de Alí Babá bien "organizadica", donde el 90% trabaja para que toda una oligarquía de enchufados, de inútiles, de gentes de "partido" que son todos lo mismo -vivir a nuestra costa- aún cuando los colores de las camisetas varíen: rojo, azul, naranja, morado...qué monería. El dia que nos pongamos de acuerdo los de abajo tiene que arder Troya.Y encima no tienen bastante con sus supersueldos de gobernador de la Taifa correspondiente que se ponen a robar a manos llenas.
Y acaban de inquilinos de las cárceles que inaguraron.

Lamento ignorar la identidad de la persona que trae toda esa info sobre la tabarra catalana y el 90% de los españoles que no salimos en las teles, las numerosas teles, mira que hay teles para salir, y sin embargo son los cuatro tontos en todas ellas. Y mira que hay otros españoles que hacemos y decimos y pensamos muy diferente a lo que no dejan de chutarnos en vena. Qué aburrimiento de Inquisición televisiva, cuando hay tantas razones y motivos para otras caras y otras gentes. Qué tostón de España.

LITERATURA MEDICINAL

De Erich Fromm:

Si realmente considerásemos con seriedad el culto que profesamos a Dios tendríamos que reconocer el hecho de que Dios se ha transformado en un ídolo. Un ídolo de palabras, frases, doctrinas. A cada paso violamos el mandamiento de no tomar el nombre de Dios en vano, lo cual significa pronunciar su nombre en el vacío y no como la expresión balbuciente de una experiencia inexpresable. Consideramos religiosos a los individuos porque dicen creer en Dios. ¿Supone alguna dificultad decirlo? ¿hay algo de cierto en ello aparte de articular palabras?

¿En qué consiste la experiencia que vibra detrás de las palabras? La experiencia real sería vivir de acuerdo con valores de amor, justicia, verdad, anhelo constante de desarrollar los propios potenciales de amor y razón…Y SIGNIFICA ADEMÁS no confundir lo que es del César con lo que es de Dios. En el reino del César, un hombre tiene más poder que otro, más talento, más inteligencia, mayores logros. Pero en el reino espiritual ningún hombre es superior a otro ni tampoco inferior. En ese reino no somos más que humanos, santos y criminales, héroes y cobardes.

Esa diferencia entre el reino de Dios y el reino del César nos remite a otro de los aspectos más significativos de la experiencia religiosa: la actitud ante el poder. El reino del César es el reino del poder. En nuestra existencia física todos estamos sujetos al poder. Cualquiera que tenga una pistola puede matarnos o privarnos de libertad, cualquiera que controle los medios para nuestra subsistencia puede matarnos de inanición o forzarnos a aceptar sus mandatos. En la medida en que deseemos vivir hemos de someternos o luchar. Justamente porque el poder decide entre la vida y la muerte, entre la libertad y la esclavitud, deja tan honda impresión no sólo en nuestros cuerpos sino también en nuestras mentes.

Aquel que tiene bajo su control una fuerza suprema es admirado y santificado: se le supone omnisciente y se le considera un dechado de bondad, aunque nos esclavice; y es que preferimos someternos voluntariamente a los “bondadosos” y “sabios” antes que aceptar el hecho de que nos sentimos impotentes a la hora de desobedecer a los malvados. Mientra glorifiquemos el poder estamos aceptando los valores del César y si unimos a Dios con el poder entonces cometemos el sacrilegio de transformar a Dios en César. Sin embargo eso es justamente lo que el hombre ha venido haciendo durante miles de años. La experiencia espiritual genuina sabe de las realidades del poder, pero jamás la glorifica como portador de la sabiduría o de la bondad. Su lema son las palabras del profeta: “No por la fuerza ni por el poder, sino por mi espíritu habla el Señor”