BESOS NO

 Cuando vi que nadie compartía mi desazón por la muerte del bebé de mi amiga, empecé a pensar en "dejarlo" . Pero seguí adelante con la "pertenencia" porque tenía miedo de que mi marido reaccionara con violencia si me iba de la barca escrivariana.

Y ya ocurrió un ataque de colera: fue hacia 1985. Ya no sentía interés por opusd, me parecía que no era mi lugar, me cansaban todas las normas y obligaciones y pensé en quedar como cooperadora, condición más ligera de llevar. Y es que todas las semanas tenía que viajar a la ciudad de Ginebra con los niños a cuestas para acudir a la "formación". La cooperadora es cualquier persona que no participa tanto en las reuniones, si quiere da un dinero. Es "compañera" en el camino más que miembro. Se lo comuniqué a mi marido y me respondió con una contestación que sería ya la tónica general: "¡No puedes hacerme eso! ¡te lo prohibo!"

Como si yéndome de od hiciera una afrenta a su persona. Durante mucho tiempo aparqué la cuestión.

En otra ocasión nos habíamos cambiado a nuestra casa, hacia 1990, estábamos en el dormitorio, él en su escritorio mientras yo ordenaba la ropa en el armario, Debió de ser en fin de semana. Con toda paz y tranquilidad le dije que pensaba que no tenia vocación y que sería más oportuno ser cooperadora. Levantó la cabeza y me atravesó con la mirada a la vez que se encolerizaba al máximo: "no puedes dejar tu vocación" "no puedes hacerme esto", que yo soy del opus dei y que es lo que tiene que ser y que no quiere que hable más del tema. Sus gritos y gestos fueron tales que me entró miedo. Mi marido no soportaba que le contradijeran, como su padre. Que le llevaran la contraria lo sacaba de quicio.

Me daba miedo la mirada de los demás. ¿Tengo miedo de perder las únicas ataduras que me quedan o que creo que me quedan? sin duda. Pero cada vez me resulta más difícil comprender mi comportamiento irracional.

En los 6 meses que siguieron a la muerte del bebé no podía hablar a mi hija. Perdí la relaicón madre-hijo que siempre me pareció tan natural. Nunca me sentí tan mal con mis otros niños. Me pasa algo especial que no puedo superar. Fue más fuerte que yo y era difícil de explicar. Un tiempo después otra super perdió el bebé al final del embarazo. De puertas a fuera se mostraba digna y muy sonriente. No puedo juzgar, no sé lo que vive en su interior, pero todos los que se cruzan con ella no pueden ni sospechar su drama. Y sin embargo un buen día la directora me dijo que le hiciera una corrección fraterna indicándole "su falta de alegría". Nunca la hice. Y tuve la suerte de que no vinieron a comprobar si la había hecho. Al pedirme que corrigiera a la otra me estaban reprochando mi comportamiento tras la muerte del niño. Me están diciendo que tengo que cambiar para estar a la altura de la corrección que voy a hacer, me pareció el colmo de la perversidad.

Estos dos dramas muestran la crueldad colectiva de la que son capaces en esta organización.  Pero no ilustran las correcciones fraternas tipo que se refieren a nimiedades. Mi marido soportó una corrección, a pesar de ser un miembro más ejemplar que yo, y le cayó tan mal que me la comunicó. 

Nuestros hijos e hijas acudáin a los clubs de la obra. Dichos clubs estaban en centros o en casa de supernumerarias. Se trataba de juntar a chicos por su lado, chicas por el suyo para realizar actividades a partir de 8 años, manualidades, deportes...Al lado de la actividad tiempo libre está la parte espiritual: una charla, una meditación, confesiones aseguradas por el clero prelaticio. En los folletos de los clubs actuales lo señalan, pero antiguamente no siempre lo indicaban. En realidad opus dei no se ocupa en exclusiva de la formación espiritual, se ocupa de todo, el lugar, animadores/as....Me parece malsano que no se digan las cosas claramente desde el principio. Es otra especificidad escriva: la disimulación. Una forma de actuar por lo menos discutible, pero ya lo pone en Camino, el founder decía que había que avanzar escondido.

Nuestro hijo de 9 años vió a la salida de misa al numerario que se ocupaba de las actividades en el club y fue corriendo a darle un beso. El numerario lo rechazó y le dió la mano. La cosa habría quedado ahí. Pero la siguiente vez que mi marido acudió al círculo le hicieron la corrección: nuestro chico es demasiado afectuoso, demasiado tierno, podría ser revelador de una inclinación homosexual. El numerario  le dijo a mi marido que teníamos que estar atentos ¡a un niño de 10 años! ¿Cómo se atreven a plantarse como sabios maestros y asestar semejantes juicios a unos padres? ¿no serán sus neurosis proyectadas?

Fue la única ocasión en la que mi esposo me contó en confidencia lo que le habían dicho en su centro. Lo que muestra que se dió cuenta de lo abusivo del planteamiento. Pero tampoco nos sublevamos en esta ocasión.


La última corrección me la hicieron en el otoño de 1995 en Couvrelles, uno de los centros de convivencias en el norte de Francia, cerca de Soissons. Se refirieron en esta ocasión que se me veían las raíces entre coloración y coloración del pelo, "que se veía descuidado, no estás dando una buena imagen del opus dei". ¡Siempre en el escaparate! Pero resulta que no me había teñido el pelo, era mi color natural, el pelo se me decoloraba al sol. Así que no acepté la corrección y fui a dirección a quejarme: le dije que antes de acusar a una persona habría que informarse y que estaba harta de sermones. Me respondió que de todas formas me venía bien haberla recibido para aprender humildad. Me quedé con un puñetazo en el estómago. Era una humillación más bien. La directora habría podido pedir persón, pero se justificó, ¡el error es humano no opusiano!

La o es santa, perfecta, sin defecto. Siempre tiene razón. Es un sinsentido pretender que los miembros desarrollen humildad, cuano no hay ninguna en el grupo. Una perfecta incoherencia.

Pero ya era demasiado, llevaba 13 años soportando las "prelaturieces", mis ganas de marchar habían crecido con el paso del tiempo. En ese momento, a finales de 1995 supe que había llegado el momento. Iba a dar el paso. Se acabó el doble juego, me siento preparada, lo siento y lo sé. Unos meses más y todo se habrá terminado. ¿Me había convertido en otra persona o había vuelto a ser yo misma? mi revolución está en marcha, inicio una nueva vida y me siento bien. ¿Por qué tardé 13 años? sigue siendo un misterio. Quizás se despertó mi instinto materno sin darme cuenta, mis mayores tienen 12 y 11 años. No quiero que el opus dei los toque y haga de ellos hombres y mujeres sin sentimientos, ¡no quiero que la obra se apropie de mis hijos! ¡no quiero hijos numerarios en la familia!

Comentarios

Ricardo Pérez ha dicho que…
Increible la inhumanidad de la Institucion, cada vez que los conozco mas y leo cosas sobre ellos. Mas me reafirmo en que con personas que llevan la crueldad y la inhumanidad a extremos degradantes, mas vale tener contacto zero con ellos. Porque si cedes a sus pretensiones acabaras hundido psicologicamente.

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